martes, 31 de diciembre de 2024

Te Deum



Te Deum, por tantas cosas

 que Tú sabemos y yo,

gracias Te debo, Señor,

 y es de justicia alabarte;

quisiera por eso darte

lo que mereces, mi Dios.

La Luna sale y el Sol

en el cielo cada día

nunca faltan, son la guía

de las veces que Te rezo.

cuando medito o Te leo,

si es que ando o me detengo,

en mi camino Te encuentro,

y también Te siento dentro,

pulso de mi corazón,

de mis afanes aliento,

Tú mi celeste alimento

y de mis culpas perdón.

luz de arrepentimiento

y fuerza para mi cruz

verte clavado, Jesús, 

con tus brazos tan abiertos,

Vid de mis pobres sarmientos

que si en Ti no están injertos

no dan fruto y sólo son

ramales secos y yertos

sin vida. Sin Ti no acierto

ni a ver, ni a amar, ni a existir,

que sólo tu a mi vivir

das razonable concierto,

mi principio y fundamento

eres Tú y están en Ti.

Te Deum por eso canto

y suplícote a la vez:

gracias por lo que ya fue

y tu gracia para el año:

Mantenme firme sin que

me quede sin dar más pasos

y al fin, como hoy, como ayer

pueda rezarte el Te Deum

aun con más fervor. Amén.

+T.



viernes, 27 de diciembre de 2024

La Gloria (villancico jerezano)



Cuando era medianoche

la Virgen parió en Belén

al Hijo de Dios bendito,

la gloria,

a esta Madre que es Virgen

victoria,

gloria al recién nacío, ¡gloria !!!


Los Ángeles de los Cielos

bajan cantando al Mesías 

que en un pesebre reluce,

la gloria,

a su Madre la Virgen,

victoria,

gloria a Dios que ha nacìo, ¡gloria!!!


Los pastores de Belén

que un ángel les anunció

vienen a adorar al Niño,

la gloria,

a la Virgen María, 

victoria,

gloria a Cristo nació, ¡gloria!!!


San José mira a María

que le da el pecho a su Niño

y se goza el Patriarca, 

la gloria,

adorando el Misterio,

victoria,

gloria a Jesús nacío, ¡gloria!!!



+T.

martes, 24 de diciembre de 2024

Nieva en Belén

 


Nieva sobre Belén...

Por un caminito blanco por la nieve

vienen caminando María y José,

José va a que escriban su nombre en el censo

que César Augusto que imperaba en Roma

por todo su imperio ordenó hacer.

La nieve, tan fría, es limpia, es pura,

parece que viste a los campos del

ampo brillante juntando las nubes

que rozan los montes y todo blancura

se extiende cual lienzo impoluto que

resaltan a José y a María que vienen

viajando juntos desde Nazaret.

Al fin han llegado, aun nieva en Belén,

y buscan posada porque María siente

que el Hijo que lleva en su intacto seno,

como dijo el Ángel, ya está por nacer.

Nadie abre su puerta cuando José llama,

ninguna posada encuentra en aquel

Belén que la nieve envuelve en su frío,

más porque la tarde empieza a caer.

María entre la nieve que cubre su manto

parece tan bella - se admira José -

que el rosa que luce en sus dos mejillas

parecen de nácar fina y rosicler.

Le ofrecen, si quieren, para el menester

que tanto les urge, un establo humilde,

una pobre cueva y dentro un pesebre

con pajas doradas que brillan con el

haz de clara luna que baja del cielo

raso (ya no nieva) y viene a caer

sobre el rinconcillo donde está María

abriendo pañales para el Enmanuel. 


Todo se detiene un instante eterno,

del cielo luceros y estrellas se ven

como si cayeran sobre la nevada

y brotan rosales, jazmines; la miel,

inciensos y aromas de olor sacrosanto

impregnan la noche buena en Belén.

José oye que cantan "¡Gloria en las alturas

y paz en la tierra a los hombres de

voluntad buena!" y con ojos limpios

a Dios está viendo que María adora

y abraza en su pecho , y a adorar rendido

se ha puesto él también.

La nieve está ardiendo - ¡Oh Noche Bendita! -

con los Serafines que alaban al Hijo

de Dios y María en Belén.


+T.

Volver a Belén

 


Cuando era niño a Belén yo iba

cantando y tocando pitos y un tambor

al compás alegre de los villancicos 

viéndolo todo con fascinación:

El buey y la mula en el pesebrito,

San José, la Virgen y el Niño de Dios

la estrella luciendo plateada en el cielo

de papel pintado de azul con el Sol

arriba colgado con tanza de seda

y una bombillita de luz. El calor

de la lumbre con los pastorcitos

sentados -cuatro cinco - en su derredor

mirando pasmados al Ángel del Cielo

que les anunciaba que nació el Señor.

Y aquel escenario de corcho y lentisco,

romeros y jaras, telas y cartón

eran Evangelio que un niño veía

y viendo creía tan simple visión

cual si el mismo Ángel a mi me anunciara

como a los pastores que Cristo nació.

.... .... .... .... .... .... .... .... .... .... .... ....

Después, con los años, se enturbió la vista,

y no se veía tan limpio el telón

aquel pintado de azul con estrellas, 

ya no había bombilla que hiciera de sol.

Los pastorcitos se fueron rompiendo

cabezas y piernas que nadie pegó,

la mula sin patas, el buey sin los cuernos,

todas las ovejas desaparecieron,

de los angelitos sólo uno quedó.

La Virgen María perdió su corona,

San José su varita rematada en flor;

los Magos de Oriente también se rompieron,

la Estrella que siempre la chacha envolvía 

en papel de seda un día se oxidó

y alguien tiraría con los paños viejos,

los corchos, las tablas, el pito, el tambor.

Tan sólo quedóse en su cuna el Niño

Jesús que mi madre en su alcoba guardó.

La casa vendida, los cuadros antiguos

que siempre colgaban en el gran salón,

hasta los recuerdos se fueron borrando

y también el alma que las cosas tienen

y dan a las casas olor y calor.

,,,, .... .... .... .... .... .... .... .... .... ....

Ahora recupero aquellos tesoros

del Belén perdido y cuelgo aquel sol

de oropel y estrellas de papel plateado,

montes de corcho, valles de cartón

de verde pintados, y pongo ovejitas

con cinco pastores con su candelita 

y el Ángel que anuncia que Cristo nació.

Y cuando en Diciembre el cura se viste

de rosa un Domingo y cantan la O

de antiguas antífonas, resuena una voz

muy dentro, muy hondo, en m corazón

y saco a la Virgen, San José y el Niño

con mucho cuidado de un viejo cajón.

Y pongo el Belén, más simple, más pobre

que aquel Nacimiento de mi casa. Yo

que tanto he perdido, que tengo tan poco

de aquellos que hoy mis lágrimas son,

recuerdos mecidos por la leve brisa 

dulce y enmelada de la evocación,

renuevo rezando, temor y temblor,

el Santo Pesebre donde reclinó

la Virgen María, envuelto en pañales

a Jesús, su Niño, el Hijo de Dios.

Y también, yo sólo, canto villancicos

y beso mil veces los pies del Señor.


+T.

sábado, 21 de diciembre de 2024

O

 


Soñaba José - noches en camino -

sueños de Jacob, de escalas de ángeles

que suben y bajan al Cielo, y el Niño

que gesta María en su seno limpio

en trono radiante mil veces bendito

por los Serafines que esconden sus rostros

y son fuego vivo perenne de amor

y alaban a Dios y adoran al Hijo

que el Espíritu Santo en María engendró.


José no conoce, sólo sabe aquello

que en sueños el Ángel de Dios reveló

a su entendimiento para que guardara

al Niño y la Madre Virgen del Señor.

Despierto contempla más bella que el día

la faz de María radiante y el sol

parece que viste, que nimba, que dora

con luz de lo alto de suave candor

el aire que ronda sin sombra a su esposa

que al mirar enciende su fiel corazón

de esposo con santos temblores de amor.

Y así caminando a Belén se acercan

llevando el Misterio oculto de Dios.

La mula parece que barrunta algo

y mira con ojos de azabache al ángel

que delante lleva una estrella en flor

marcando con luces azules brillantes

aquellas veredas por donde los dos, 

José con María, van en oración:

Ven pronto Rey, Hijo, Adonai, Señor,

Llave de David, Enmanuel, Cristo,

nace y alumbra este mundo en sombras, 

Sol oriente, nuestro Jesús, Salvador.


+T.


sábado, 14 de diciembre de 2024

Rondando a la puerta

 




















Se que es de noche, porque no amanece,

y se que es su fuego, que tan hondo quema;

pero también se que mi alma ama

con temblor de amores como nunca amaba.

Se porque lloro penitentes lágrimas,

tan dulces, punzantes, que escuecen, que lavan,

cuando de Él predico,

cuando de Él me hablan,

cuando en Él medito,

cuando sus palabras

me vienen y vuelan rondando mi casa.

Se que es mi Señor, que su voz me llama,

que mi vida encuentra si se pierde vaga,

si entre los abrojos me embosco, me calma

viendo las estrellas que su mano planta

en el cielo oscuro, que nunca se apagan.

Yo se Quien me espera, aunque yo no vaya,

sentado a la mesa con pan, vino y agua.

Yo se que se ofrece cada vez que alzan 

mis impuras manos la Hostia sagrada

que en su sacrificio incruento salda

con Sangre divina mis deudas, mis faltas,

las del mundo entero que en su Cruz abarcan

sus brazos abiertos, sus plantas clavadas

que mis labios besan, que son mi esperanza

porque en ese trono gracia y paz derrama.

Y aunque sea de noche y no despunte el alba

espero su luz, su día, su llegada.

Ven pronto, Señor, que tu Iglesia aguarda

velando las noches hasta tu alborada

y tu Reino, Cristo, contigo nos traigas.

Mantén hasta entonces llama en nuestras lámparas.


+T.

domingo, 8 de diciembre de 2024

Inmaculada


Azul es su manto,

su túnica blanca,

de plata la luna

rendida a sus plantas

que descalzas hieren

con leve pisada

la serpiente impía

de engaños armada..

Es de Eva hija,

pero Inmaculada,

sin mancha, sin culpa,

en gracia creada

por Dios que prepara

para el Hijo en ella

un arca dorada

donde haga Cristo,

la Eterna Alianza.

Por eso los ángeles

todos le cantan

himnos de gloria

y honor: Alabada

la que resplandece

recién concebida

de estrellas nimbada.


María pura y limpia

con tu manto ampara

a quienes te imploran:

gemidos y lágrimas

en gozo les cambia,

purísimo espejo 

de la Iglesia Santa.


Ex Voto

+T