viernes, 30 de enero de 2009

Ad Petrum

Este año 2009 puede ser que pase a la historia por más de un memorable motivo, si se confirman rumores. Por lo pronto el comienzo del fin de la crisis lefebvrista es un hecho, con la remisión de las excomuniones a los 4 prelados de la FSSPX. Pero ahora salta la noticia sobre la erección de una prelatura personal para la Comunión Tradicional Anglicana, que quedaría así definida canónicamente dentro de la Iglesia Católica (no, como se imaginó alguna vez, en comunión con Roma a la manera de las antiguas Iglesia Orientales, con rito propio etc.).

El hecho - si se consuma - tendría esa doble "lectura" ecuménica: Una alegría para Roma y un golpe para la Comunión Anglicana, que pierde lo que Roma gana. Y esto, sin duda, afecta a las relaciones/diálogo entre católicos y anglicanos.

Con mucha perspicacia, los noticieros aventuran que se estaría preparando todo para culminar con este significativo acto de reintegración de los anglicanos tradicionales a la comunión con Roma la prevista beatificación del Cardenal J.H. Newman, el gran converso alma del Movimiento Oxford. Sería verdaderamente un golpe de efecto, una brillante rúbrica. Pero tocante al ecumenismo y sus logros, ir a Roma quiere decir abandonar Canterbury. Un abrazo a Pedro y un golpe definitivo que corta la comunión con los anglicanos.
Iba a decir "jerarquía anglicana", pero he preferido no hacerlo por su controvertida situación: La Iglesia Católica declaró inválidas las ordenaciones anglicanas y en consecuencia su entidad propiamente jerárquica, al no existir sacerdocio-episcopado desde la extinción de la antigua jerarquía católica en tiempos de Eduardo VI. A este hecho se suma la igualmente grave "indefinición" que supuso la admisión al "sacerdocio" de las mujeres (presbiterio-episcopado), así como el haber reconocido las relaciones homosex de clérigos. Estas erráticas y contemporizantes decisiones supusieron un desmarque irreversible respecto a la Iglesia Católica y provocaron una fuerte reacción en contra de una parte notable de los miembros de la Comunión anglicana, que se resistieron a admitir estos extremos.

El ecumenismo, entiendo, llega en su aproximación con los no católicos hasta cierto mantenimiento de la comunión posible dentro del reconocimiento respetuoso de un statu quo marcado por la historia y las circunstancias. Pero en un estadio ulterior, un recto ecumenismo conlleva la recuperación de la comunión perdida: Una Iglesia-un credo-una jerarquía-unos mismos sacramentos. Y no se arriba a esta meta sin dejar atrás el puerto de salida.

No me extrañaría que la erección de prelatura personal/prelatura nullius fuese también la salida para los de la FSSPX, solución que les conferiría juntamente marco canónico e independecia respecto a otras estructuras eclesiástico-administrativas, quedando directamente bajo la potestad de Roma, es decir, del Papa.

Roma es la clave de la unidad: Un cuerpo (miembros y órganos) y una cabeza.

+T.

Epc: Los batalladores

Más de uno va decirme/va a pensar que desanimo (como son pocos los tertulianos y visitantes, pocos serán los afectados, por otra parte). Pero pienso que lo de la epc es un caso perdido (como el divorcio, y el aborto, y la eutanasia que ya viene, ya viene). La prueba, la evidencia, es que son sólo unos pocos héroes los que están como gladiadores en la arena, con todo el circo expectante (o ignorante, o "pasante"). Caerán extenuados, y la plebe levantará el póllice inverso pidiendo su sangre.
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Conozco un poco al campeón sevillano (y digo de verdad "campeón" y "héroe"). Le recuerdo de cuando mis años de bachiller y universidad, alguna vez que coincidimos (nunca simpatizamos, también recuerdo). Está sólo. Y batiéndose por los que no se baten que - digamos - han "delegado" en el campeón. Pero los que debieran estar más interesados e implicados, esos de verdad no salen, no combaten. Y no me vale la disculpa de la monja en la reja, y el cura en la capilla y los beatos profesionales en sus beaterías profesionalizadas. No me valen ad casum. Sé lo que digo: Rendirán al gladiador y ellos sobrevivirán.

¿Una batalla perdida? Sí, con sus víctimas, y sus héroes echados al ruedo del circo cruel.

¿Una batalla inútil? Los cantores de gesta cantarán la gesta, pero las consecuencias no son para batir palmas. Cierto que la épica trasmuta en epopeya una escaramuza o una asalto guerrillero, pero las cosas son lo que son. Conmueve ver a un hombre contra un sistema, un valiente contra un mundo. Y enardece, pero no te impide ver la frustrante y dolorosa realidad.

Supongo que, como en Sevilla, en otros sitios habrán también héroes, francotiradores, guerrilleros. Gente de bien que se echa al monte como los Macabeos con el formidable Matatías: «Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga».
Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas.

Y así estamos (y vamos a estar, vamos a seguir estando: ¡Y Dios quiera que estemos!!!). Tiempos de batallas, de batalladores, de héroes y de campeones. Pero victorias, no.

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