miércoles, 30 de mayo de 2007

De bicicletas-IIª puntata


La bici del tráuma de la mañana de Reyes era la mejor bici del momento: Una Supercil ! Eso me dijo Pepe el Narino, que su padre tenía un taller y sabía más que nadie de bicis y de marcas de buenas bicis; una Supercil, de las nuevas, de las del catálogo de temporada.

Como si nada, la estimación de lo superbuena que era no me motivó ni un pelo. La bici quedó en mi dormitorio, celosamente vigilada porque mi ego impedía que nadie montara lo que yo todavía no había estrenado. Ni mi hermano, ni mis hermanas, ni nadie de casa se atrevía a pisar un pedal o rozar el manillar, quedándose la superbici enclaustrada, indefinidamente. Durante aquel tiempo frustrante, sólo tuvo una función activa: el timbre, que era el único elemento de la maquinaria que yo dominaba sin problemas ni riesgos de lesión.
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Pasaron cuatro años, 4. Cuatro años en los que la superbici no se enmoheció porque en casa no había humedad; la bici estaba en mi cuarto y le quitaban el polvo todos los dias. Intacta. Tengo que reconocer que mi padre no decía ni pio; nunca me recordó que allí estaba aquella superbici, ni me sugirió nada sobre la bici, ni la nombraba siquiera. No sé si por expectante prudencia, o por contenida frustración que temía empeorar la mia, oculta, pero activa. Tampoco recuerdo lo que yo sentía cuando veía a los chiquillos de mi edad con sus bicis, pedaleando el dia entero; no sé lo que pensaba porque lo habré sumergido en el más remoto subconsciente, para no recordarlo.

El pequeño drama tomó proporciones de tragedia griega cuando mi hermano, mi propio hermano, dos años más pequeño que yo, un día de descuido, en un acto de temeraria audacia, se montó en la bici y salió rodando sobre ella, tan campante, como si no hubiera hecho otra cosa en la vida. Caín y Abel, Esaú y Jacob, Eteocles y Polinices, Rómulo y Remo, mi hermano y yo (yo y mi hermano, quiero decir). Una tormenta se cernía sobre nosotros.

Pero lo que no pudo el estímulo paterno, lo movilizó el celo fraterno. Tenía que dominar aquella bici que se había convertido en una bomba a punto de estallar entre mi hermano y yo. Un drama que podía terminar en tragedia porque Papá reconoció derechos de usufructo sobre la bicicleta a mi hermano, ¡rayos y truenos!

Con esas, me armé de valor y me lancé a la calle con la bici. Sólo Mamá era testigo vigilante y silente cómplice, que no decía nada, ni contaba nada (o por lo menos lo disimulaba perfectamente). Yo ya estaba en el Instituto, estudiando 1º de Bachiller, con nueve años cerca de los diez. Como los horarios eran distintos a los de mi hermano, que estaba todavía en el Colegio, aprovechaba las horas vacantes para domar la bici sin tener que soportar el pitorreo de mi irritante hermano.

Primera salida: Corta; apenas media hora de tambaleos y choquetazos con el portón de la cochera de enfrente.

Segunda salida: Aventurada; calle bajo hasta la Alameda de pared a pared, y vuelta a pie, con la bici del manillar.

Tercera salida: Tremenda; al volver la esquina de la calle Pedro Parias me abalancé sobre una tertulia de viejas sentadas al sol, que me vieron venir y no tuvieron tiempo para quitarse de enmedio y recogerse, y caí encima de las viejas y las sillas; me levanté como pude con la bici ,y una vieja decía -¡Jesssuuú! y otra vieja decía -¡Niiiñññoo! y otra vieja decía -¡Cooooñññññ! Y yo no sé qué decía, ni qué dije, ni cómo llegué a mi casa, con la cara demudada y el corazón en la boca.

Cuarta salida: Temeraria; muy valiente, porque no me acobardé con lo de las viejas del dia antes, y me fuí con la bici a la Plaza de Abastos; pero, ahora que lo recuerdo, me asombra mi propia temeridad (mi madre decía que me gustaba el peligro y lo buscaba!). Era dia de puestos y fuera del recinto de la Plaza se ponían los ambulantes con cacharros, telas, especias...Compré no sé qué que me habían mandado, y me subí a la bici. Enfilo con la rueda de delante dubitante y temblona la calle abajo, y de repente, de uno de los puestos, sale la tonta del pueblo (bueno, una de ellas porque había varias). Era una gordita grandullona, con media lengua, que se me puso enmedio de la calle y decía: - "Ad qued nod me coguez? Ad qued nod me coguez? Ad qued nod me coguez?"... (la pobrecita no era consciente del peligro en que estaba)...¡¡¿Que no la cojo?!! Se me fueron los ojos a la rueda de delante y yo no veía otra cosa que la rueda de delante y le metí la rueda de delante a la tonta entre las piernas y fuí con la tonta rodando hasta la cristalera del zapatero donde quedamos de muestra la tonta, la bici y yo.

Después de aquello (mi madre no se enteró de lo de la tonta y si se enteró lo disimuló admirablemente) ¡¿Qué más me podía pasar?! Un borrico!! Un borrico del calero con una carga de escombros en los serones al que le metí un topetazo con el manillar y que nos blanqueó de cal a la bici y a mi.
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Fué una intensa semana, una heróica semana en la que rubriqué mi pequeña epopeya con la indómita bici del tráuma.


Epílogo: Y fuí el más feliz bicicletero de mi casa, superando en rodaje a mi desafiante hermano y disfrutando de la bici como pocos de mi edad habrán distrutado nunca de dos ruedas y un manillar.

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martes, 29 de mayo de 2007

Super suffragiis etc.

El "sistema democrático" es uno de los embelecos del siglo XX - que lo imaginó un summum - y sigue siendo un tope para el XXI, que todavía no se las ha ingeniado para inventar nada mejor.
Sólo un conformista super-amoldado se quedaría satisfecho con esa magnífica salida churchilliana de que, al fin y al cabo, es el menos malo de los sistemas conocidos.

Nuestra sociedad de masas, tan lejos de la polis de Atenas, deja todavía más en evidencia la idoneidad del invento. Lo de 1 hombre 1 voto tenía cierto sentido efectivo cuando los hombres y sus respectivos votos eran reconocibles y valorables en las proporciones de una ciudad-estado. Casi todas las teorías políticas de la antigüedad, con sus hipotéticos regímenes y gobiernos, se hicieron sobre el plano de una ciudad. Ni Platón ni Moro tenían en sus mentes algo mayor que la Atenas periclea, o una ínsula quasi oxoniense. Hasta la cervantina Barataria era eso: Una gobernable y perimetral ínsula para un Sancho.

Por todo esto, las elecciones democráticas en un municipio son, quizá, las más genuinamente democráticas de las elecciones, tan cerca de Atenas como cabe estarlo in spíritu et veritate. La democracia no es cosmopolita ni metropolitana, y se queda en un engañabobos en cuanto trasciende los límites de su proporción, que es un cánon tan armónico y medido como el de Fidias o Praxíteles.

Cuando alguien canta las excelencias del sistema, resulta quasi grotesco situar al infimo y efímero poder del hombre y su voto en el contexto real de su potencialidad. Incluso el "Ex plúribus unum" de la moderna madre USA, se queda patéticamente cómico ante la populosidad del censo embobecido y entregado a la obediencia de las urnas, que es otro servilismo como cualquiera.

Las palabras de Lampedusa dichas por boca de Falconeri en Il Gattopardo, son tan ciertas como profundo el Sur que las inspira: "...Si vogliamo che tutto rimanga com´è, bisogna che tutto cambi..." Debe cambiar todo para que todo siga igual. En cierto paralelo, tiene Pemán un relato corto que titula "El amo (o el dueño?) del pueblo" en el que cuenta las tragaderas que debía tener un candidato a diputado y los salones que debía visitar hasta llegar al del cacique, que era el que llevaba las riendas, en la base del sistema electoral de candidaturas, votos y democracias de pregón.

Sabiduría del profundo y atávico Sur de Atenas, Palermo o Cádiz que un servidor practica en Sevilla desde hace casi veinticinco años viéndolas venir y dejándolas pasar. Quiero decir que no voto; no que me abstenga, sino que no voto. Aunque reconozco que cuando llegan las municipales, siento tentación de hacerlo en mi pueblo, porque le reconozco cierta verosimilitud al acto. Pero no: Venzo la tentación, y sigo con media sonrisa displicente el entusiamo del ciudadano feliz con el engañabobos de su voto.

Los resultados casi no importan: Cada tiempo va como va, y hasta el Fin no tendrá remedio.

P.s. No me digan fatalista ni pesimista, que es sólo clarividencia con Fe en la Providencia y un escéptico relativismo del hombre, sus políticas y sus alcances.


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domingo, 27 de mayo de 2007


"Su baja mirada
color de romero,
sus manos de nácar
sostienen el Cielo:
Al Niño Bendito
de los rocieros!"

sábado, 26 de mayo de 2007

Gn 11, 1-9


Han leído esta tarde en Misa la lectura de la Torre de Babel. Dice el texto que para levantarla utilizaron "...ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en lugar de argamasa...". Escuchar eso en tiempos en que las constructoras y las petroleras señorean por doquier, es tan inquietante como la narración.

Pero si el cura te explica que la Babel del Libro del Génesis es la Babilonia de unos siglos más tarde y la Bagdad de hoy mismo, la inquietud se convierte en repeluco horripilante. Tanto tiempo para estar en los mismos lugares con la misma historia.

Porque parece que la Historia se ha estancado en las fosas de alquitrán de Babel; o que no saliera de un perpetuo circular por la "ronda del castillo", que diría la Santa (Teresa, of course). Lo que sea que pase, es evidente que tiene una extraña raíz en aquellos pagos babeleños donde la humanidad fué confundida en lenguas desarmónicas y disgregantes que perduran con su terrible y deshumanizador efecto.

Que la Babel del 2007 sea el campo de desencuentro de Oriente y Occidente, es el reconocible atavismo que desvela una humanidad en vertiginoso avance técnico, pero con las raíces empantanadas en el lodo alquitranado de sus remotísimos ancestros.

No alzamos torres desafiando al Cielo, pero estamos lanzando al cielo aparatos que desafían la paz y la armonía de la familia humana, con los mismos vicios de orígen que los babelitas pusieron como cimiento de su frustrado edificio.
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Tendré que volver a Misa mañana, para pedir que me enciendan con una de aquellas lenguas de fuego con las que se empezó a hablar en la Tierra el lenguaje nuevo de Dios...
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viernes, 25 de mayo de 2007

De bicicletas- Iª puntata


L a primera bicicleta de mi pueblo, fué la de mi padre, allá por 1924, calculo. Por eso mi padre me echó para Reyes una bicicleta en cuanto tuve la misma edad en la que él tuvo la suya: Seis tiernos años.

Yo fuí niño feliz con triciclos y coches de pedales, pero mi primer encuentro con una bicicleta de verdad fué cómico-traumático. Una inolvidable mañana de Reyes (todas las mañanas de Reyes son inolvidables, por una u otra cosa), me desperté con una estupenda bici rojo-metalizado en el salón; la estupenda máquina era el principal entre otros regalos que me llamaron más la atención. Las primeras impresiones siempre son muy impresionantes , y aquella entrañable mañana me motivaron especialmente, más que la bici, un avión con pilas que volaba dando vueltas, una caja con indios, caballos y dos "hopis", y un erudito volumen con una selección de literatos hispanos de fines del XIX-XX. Parece que estoy viendo las fotos en huecograbado de Ruben Darío, Valle Inclán, Don Jacinto Benavente...Pero la bicicleta reclamaba, imperante, la atención.

Por de pronto era grande, muy grande; tan alta que tuvieron que suplementarle los pedales con unos tacos de corcho para que me alcanzaran los piés; la primera vez que me subí al sillín, miré al suelo y un vértigo estilo Hitchcock me hizo desistir de dar siquiera una pedalada al aire. Imposible! Pero aquello había que estrenarlo, y era el dia de Reyes, y papá rondaba, y no decía nada; ¡había que echarle valor!

A eso de las 8 y media o las 9 de la mañana, se presentó tio Enriquito, a ver qué nos habían echado los Reyes y a tomarse un café con buñuelos y un coñac con los mayores; y, también, a traumatizarme el dia de Reyes (porque mi tio Enriquito era especialista en eso). Así que se pensó que, mientras los mayores iban y volvían de Misa, me fuera con él a dar una vuelta con la bicicleta y estrenarla en la calle (mi padre fué complice porque mi padre sabía las cosas que mi tio Enriquito podía hacer una mañana de Reyes, porque él, de niño, también las sufrió; ahora me tocaba a mí).
Salimos de casa, hasta la esquina de la Cuesta del Choto, que subimos hasta la mitad, justo frente a la barbería de Vicente el Goro. Me monté en la bicicleta, con mi tio Enriquito detrás; apenas tuve los piés en los tacos de corcho de los pedales, mi tio Enriquito me dió un empujón en el culo y la bicicleta empezó a rodar cuesta abajo, sin control, sin parar, sin freno (yo no sabía ni qué eran los frenos, ni dónde estaban, ni siquiera que se podía frenar aquella máquinaria); rodando, rodando, se acabó la cuesta, crucé temerariamente, desenfrenado, la Calle Real, y me entré como un ciclón en la Peña, abriendo con el manillar las dos puertas de cristales, atravesando el salón, atropellando a un camarero con una bandeja de cafés y copitas de aguardiente, y empotrándome con un fenomenal topetazo en la barra del mostrador.

Mi tio Enriquito, partido de risa; mi padre enfadado con el tio Enriquito (cómo si no lo supiera!); mi madre sofocada; mis tías item más. Y yo - pobre de mí! - con un shock post-traumático-biciclista de Día de Reyes que me duró hasta los nueve años.


Continuará...
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martes, 22 de mayo de 2007

Una estampa

Algunas veces se me entra una imagen dentro, y se queda. Luego vuelve, revuelve, y se hace familiar; una estampa, un grabado, una pintura, una foto...interiorizada.

Tienen un significado primero, impactante, por su belleza, por su elocuencia, por su actualidad, porque me traen un recuerdo, porque me emocionan, porque me inspiran un verso, porque me mueven una oración, porque me imponen un exámen. Las hay que me detienen y me dejan suspenso entre su mundo y el mio, el de la imagen y el que vivo. Me hacen más consciente, y me despabilan la conciencia, o la suscitan.

Si puedo y se puede, las guardo; después las dejo en reposo y, cuando pasa un tiempo, las saco y las miro y las pienso. Unas tienen fecha y oportunidad y salen cuando les toca, durante el año, o un día, en su momento; otras se quedan en el desván personal y salen o no, depende de que las busque o de que aparezcan ellas mismas por casualidad de remota y olvidada pero querida intencionalidad.

El otro dia, en la Fototeca de la Universidad, encontré esta placa:


Es un instantánea tomada por uno de los profesores del laboratorio de Arte, José Mª González-Nandín, en Marchena; parece más antigua, pero la ficha pone 1951. Una anciana (también parece mayor, pero no debe andar muy lejos de los setenta, si los tiene) sentada en la puerta de su casa, sobre una sillita baja, envuelta en su mantón, el pañuelo en la cabeza; más que mirar, tiene vuelta la cabeza en dirección al fotógrafo, los ojos cegatos; está a la resolana, con un poco de sombra sobre la pared, tras la silla.
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El portón, despintado y con los cuarterones roídos, está abierto; un cochinillo está parado en el umbral, a punto de entrar en el portal de la casa. Casi se adivinan las alcobas de dentro, la corriente empedrada y el patinillo del corral. La calle está barrida, con las piedras descarnadas asomando del suelo terrizo; entre el umbral y la calle hay unas pocas losas de piedra; la pared está muy blanqueada, dejando ver en los desconchados las capas de cal vieja.
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Han retratado - yo pienso que lo sabían - la dignidad resignada de la pobreza. No sé si cabe decir humildad, porque eso es virtud y es de dentro, pero debe andar muy cerca. También se podría poner cuento, con la historia que le pega al personaje y la escena. Un cuento de pobreza, de pared encalada, el mantón y la silla baja, con matices de gris y sombra, a la resolana.

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domingo, 20 de mayo de 2007

Los noticiarios de hoy traen la crónica de las nuevas acciones miitares del estado de Israel sobre los palestinos de Gaza, una nueva razzia de castigo, como una especie de envalentonado Sansón del tercer milenio contra unos gabaonitas contemporáneos.

La comparación con el Antiguo Testamento me brota casi espontánea cuando sale Israel, aunque el concepto bíblico de Israel sea un concepto veterotestamentario, cerrado, acabado; lo que queda de aquel Israel de las promesas está en la Biblia, porque el Israel auténtico se llama y es la Iglesia. Absolutamente.

Hay, perdura, sobrevive, una porción obcecada, remisa al Evangelio que se auto-reconoce como heredera político religiosa de aquel viejo Israel. En lo religioso, su destino es un apéndice de la propia Iglesia, que reza solemnemente por su conversión. En lo político, su proyecto es uno de los peores errores y más sangrientos tráumas del siglo XX y lo que llevamos de este.

Los cristianos hemos entendido mal y trágicamente la convivencia histórica con este Israel. Hasta hace pocos lustros no se comprendió la compañía valiosamente testimonial del nuevo"resto de Israel" en el propio transcurso temporal de la Iglesia, que reconoce el valor de su existencia y su inserción providencial en la Economía Salutis.

Políticamente, sin embargo, la inconcebible actitud del moderno estado de Israel, exije desde la moral política cristiana un severo juicio. La historia contemporánea tiene en ese estado sionista una de sus peores llagas abiertas, con consecuencias para la estabilidad y la paz internacional.

Hoy también sale en la prensa que en no sé qué universidad han descubierto un medio para medir la profundidad de un agujero negro: Deberían ensayarlo antes con el estado de Israel y medirle la hondura de su demencial política de perpetuo conflicto.

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jueves, 17 de mayo de 2007

He estado en el campo del Sevilla dos veces: Una con mi padre, cuando tenía 4 ó 5 años, la otra treinta años después, en un partido benéfico para Proyecto Hombre. Pero soy sevillista emocional y anti-todo-lo-demás. Me gusta que gane el Sevilla y que pierdan todos los demás que no son el Sevilla, absolutamente. En eso comparto la irracionalidad del fanático futbolero, sin complejos.
Y hoy en Sevilla hay que hablar del Sevilla que es la honra momentánea y efímera para Sevilla. También lo hago sin complejos, enfático y tan irracionalmente contento por la 2ª Copa de la Uefa del Sevilla, como satisfecho por el vinagre que están sorbiendo los que no son del Sevilla, y que se lo merecen por lo mismo. Las equivocaciones y los malos amores se pagan.

Esto es así. Y se nos nota la herencia de Adán y el pecado original de Eva, ¡ qué se le va hacer! Por cierto, que en el Paraíso el sevillista era el Ángel que se quedó guardando la puerta, que debe ser primo del Ángel de la Guarda de Palop (¡¡¡Visca la Mare de Deu dels Desamparats!!! que estamos en su Octava).

Y mi tia está en el Empíreo del gozo; y mi padre debe tener en la Gloria gloria accidental de propina. Y así todos lo sevillistas de la Tierra y del Cielo. Los del Purgatorio habrán ofrecido muy fervientes algún recalentón por el Copazo de la segunda Uefa, seguro (y en el infierno, ya se sabe que no hay sevillistas, porque es una contradicción ontológica).

Ea! A esperar al Sevilla y a llevarle la IIª copa de la Uefa del Sevilla a la Virgen de los Reyes, que estará en su trono más sonriente que nunca, por su Sevilla. Y su Niño Glorioso tirándole besos a los jugadores y jugando a sevillista con su Bola; y San Fernando con estertores de emoción en su urna de plata; y San Leandro y San Isidoro revoleando las mitras y los báculos. Y es que no es para menos. Óle!!

Viva!!! otra vez.




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miércoles, 16 de mayo de 2007

Mi favorita


Ponerme a escribir de mis pinturas/mis pintores, sería no acabar. Pero para aventar el azufre de las dos entradas anteriores, voy a escribir de una de mis debilidades en el Prado: La María de Médici de Rubens.

También está en una saleta íntima, casi; la gente se para ante las Tres Gracias (oh! la gloria de la sensualidad más graciosa y carnal, regocijo puro, joie de vivre!) y es natural; o ante la fastuosa Adoración de los Magos, en la que casi te puedes meter bajo un manto de los Reyes. Pero el Rubens que robaría para mi despacho es el retrato de María de Médici, todo negro, blanco, ocre, y el rosado de carnes, y el carmín de mejillas y labios, y el nacarado de las perlas...

Y ella, la reina de Francia, la esposa del Borbón, la princesa florentina; tan rica, tan gorda, tan sonriente, tan pomposa, tan fina, tan regalada. Dicen que era simplona, obcecada, caprichosa, torpona en política y rezongona en la Corte. Me da igual, es lo mismo, tout ça m'est bien egal! Rien de rien! Como la oronda María de Médici no hay otra en ninguna galería, en ningún museo. Oh! mi reina gorda y sensualona,beatona y frivolona. Con sus manos danzantes, con su cuello alabastrino y torneado, con su pelo dorado viejo, con sus ojuelos parlantes, y su papada barroca. El caballeroso y galán Pedro Pablo Rubens tuvo que disfrutar tanto, que dejó la pintura sin rematar, como si no pudiera ya pintar ni decir pintando más sobre ella, su reina.

Le dieron los hombres desengaños adecuados a tanta femenina potencia, y fueron sus punzantes puñales su hijo Louis XIII y su Cardenal Richelieu, que llegado al poder no le conservó las lealtades que ella deseara; con la nuera, tampoco se llevó bien, como Dios manda. Pero eso que perdieron todos, pudiéndola haber tenido.

En Sevilla, de niño, conocí a una réplica de Maria de Médici. Era una calentera que tenía su puesto de calentitos en la esquina de la Magdalena; cuando mi padre compraba las ruedas de calentitos para tomarlos con el café, yo me quedaba embobado viéndola tronchar con sus dedos brillantes de aceite y anillos los calentitos recien salidos del perolón. Hasta llevaba zarcillos de perlas, como la Reina. Cuando volvíamos a casa, yo cogía el libro de láminas y me asombraba de ver a las dos tan iguales, tan iguales.

La primera vez que estuve en El Prado, volví seis o siete veces a las salas de Rubens y a la saleta de mi reina Mèdici. Por deliciosa asociación, me la figuraba así, de medio cuerpo, pero con el delantal de la calentera; y a la calentera en su mostrador, pero con la valona abierta de la reina.

Desde aquí, un beso a las frondosas mejillas; en la carnosa y elegante mano, otro.

Oh, mi rubicunda y zonzona reina!


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Infierno sensual


Hace poco insistí a un amigo para que le echara un vistazo detenido al tríptico de El Bosco. A pesar de ser una de las obras más atractivas de todo el Prado, la sala en la que se expone suele estar relativamente tranquila; además es de las que consigue el efecto de comunicar obra y espectador. La dimensión de la saleta y la excelente colocación del tríptico te lo presentan tal y como pudiera haber sido disfrutado por Felipe II en sus aposentos de El Escorial, y hasta quizá mejor.

De entre todos los pintores del fascinante siglo XV-XVI, Hieronimus Bosch es de los más sugestivos; la crítica mejor documentada dejará sin agotar los motivos e inéditas inspiraciones del raro maestro. La tabla más obsesionante de las tres de El Jardín de las Delicias, es el tercer panel, el de la hoja derecha del espectador. La primera, es la conocida escena de la Creación en el Edén, casi ingénua; la tabla central es el luminoso y divertido jardín, con sus arquitecturas-naturalezas imposibles y ese relato ilustrado de ocurrencias y desviaciones entre el juego y el pecado, tan sensual y aún con un eco de la ingenuidad de la tabla precedente. No se distingue bien si pinta el placer, el vicio, o el pecado; parece que lo representado estuviera en un grado elemental de malicia, pero con una extraña sensación degenerante que se expande voluptuosamente irónica por toda la escena. Hay una diferencia notable con la primera hoja: No está el Creador; sólo hay hombres y mujeres, una abigarrada, sensual, impúdica y frívola humanidad que retoza entre una naturaleza dinámica que es su escenario.

El tercer panel rompe terminante la relativa continuidad estilística de los otros dos, incluso en la concepción formal de la pintura; tan distinto en color, composición, motivo, podría ser atribuído a otro pintor sin que resultara extraña la suposición. Si los dos primeros pueden "gustar" y hasta "distraer" o "divertir", este tercero está pensado para aterrar, y prueba que El Bosco consigue mejor este efecto. Es una evocación de lo desconocido a través de las formas inquietantes que emergen en pesadillas y delirios, febriles lucubraciones, sombríos presagios, locas obsesiones. Si existe una ilación temática, la lectura de creación-pecado-castigo es congruente, casi en el sentido de la Epístola a los Romanos y su "...todos pecaron..." (Rm 3, 23; 5, 12), en una sucesión tri-escénica con cada tabla como ilustración.



El infierno tiene instrumentos musicales, que sirven de materia para formas de tormento y espanto; parece que el pintor hubiera querido introducir la estridencia disarmónica de los aparatos musicales como un especial medio de castigo para los sentidos de los condenados, tan lejos ahora del turbión de placeres de la tabla anterior. Llama la atención la asociación del castigo con la representación de funciones orgánicas de digestión y deshecho: El sentido del olfato atormentado, castigado y representado en el escenario infernal; la tabla de El Bosco no suena ni huele, pero en su realidad meta-representativa, ese averno tiene sonido y olor. Y el tacto y el gusto están también incuídos en la horrenda secuencia de las penas. Todo lo sensualmente gozado en desorden con su infernal y respectiva pena de sentido.


Es un tríptico.

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lunes, 14 de mayo de 2007

Infierno de ideas

Cada vez estoy más convencido de que tiene que haber un infierno de las ideas. Sé que que el postularlo como teoría supone la afirmación del realismo escolástico más radical. Pero está bien ser platónico y realista.

Un infierno para las ideas que han atormentado al hombre y su historia; un averno de las ideologías motrices de la perversión de sociedades y culturas, desde el esclavismo al marxismo, con el capitalismo y el nazismo, el imperialismo y el consumismo, el razismo y el hedonismo...

Una lista larga, muy larga de ideas condenadas, porque de ismos infernales está llena la historia, y aparecen y re-aparecen nuevos y antiguos terroríficos ismos. Tendrán, deben tener, un infierno merecido.

Dante viaja por un infierno ideal donde están penando las ideas, los conceptos, los pecados y sus perversiones; los personajes son meros nombres.


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jueves, 10 de mayo de 2007

Con flores y fluídos...


Mayo me entra con flores a María y alergia con moco y estornudo perpétuum móbile, todo en un tomo; desde el año 1984, tal dia como hoy, un 10 de Mayo.

Como no me expongo a la mortificación indiscreta del médico alergólogo, no sé si el caso es típico o atípico, y me apaño con pañuelos y sorbetones con flores a María que Madre nuestra es.

Y lo paso regular, pero con médico sería peor, sin duda.

Tampoco me expongo a saber de qué es la alergia, porque sería muchísimo peor; la hipocondría se me hiper-agudizaría y no podría estar al lado de un olivo o una espiga o un jaramago...y sería muchísimo peor.

Si en vez de por esporas o pólenes vegetales la alergia fuera causada por ácaros u otros bichos, el caso sería tremendo y sin remedio, porque desde que vivo sólo, el piso que es mi morada parece una versión de la cueva de San Jerónimo: Libros y Crucifijos por todos sitios, con decorativas telarañas y polvo para recordar; sólo me falta el león, porque tengo calavera y todo.

Yo llevo con resignada mortificación la alergia de Mayo (y Junio y propina, porque el moqueo me dura hasta San Fermín, más o menos). Incluso estoy dispuesto a confesar que el picorcillo narigotero con el estornudo incontenible y el mocorrotazo, tienen su extraño punto quasi placentero.

Pero si me coge con gente y con flores a María, resulta una incómoda circustancia, la verdad.


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lunes, 7 de mayo de 2007

De nunc gallico


Me reconozco ciertas profundas simpatías galicanas; también reconozco que son todas de contenido o razón religiosa, histórica y cultural; en política no tengo ninguna afinidad o afrancesamiento. Más aún, opino que el "afrancesamiento" ha sido una de las enfermedades, con tara y endemismo, más perniciosas padecidas por España.

Rindo mi contribución a la vulgaridad de la actualidad, y estoy escribiendo esto con motivo de la victoria de Nicolás Sarkozy en las elecciones galas de ayer. No le tengo simpatía al electo, pero la otra alternativa me gustaba muchísimo menos: Socialista y hembra es una liaison insoportable y portadora de los más funestos augurios.

"Sarkozy" me suena a nombre de tumor o síndrome patológico; desde luego que no me lo figuro como líder de nada, ni de la derecha (la derecha no existe) ni de Europa, que todavía no se sabe bien qué es, qué se quiere que sea y hasta dónde va a ser. Un Sarkozy como ideólogo para tanta incognita, me parece inquietante, entre otras cosas porque, se reconozca o no, la clase política actual es fruto de las circustancias políticas de los últimos decenios, que nada bueno han aportado a la renovación ideológica en Europa.

En Francia, existe una intelectualidad todavía muy afectada por el mito del 68; una tímida y acomplejada crítica parece asomar por aquí y por allá, pero nadie se desdice de aquel fenómeno que tanto, y tan malo, supuso para una sana evolución de la Europa de la psoguerra y la guerra fría. Desgraciadamente, casi nadie reconoce consecuentemente que el gran acontecimiento político con repercusiones a nivel mundial ocurrió en Europa cuando en 1989 se desmonta el sistema comunista desde el epicentro de Polonia y con el entonces Papa de Roma como protagonista esencial del hecho.

La única propuesta novedosa para la Europa de después del 89, se lanzó también desde Roma y por Juan Pablo II: "Europa sé tú misma!". La crónica de los últimos años ha evidenciado cuánta razón y fundamento contenían estas palabras; quizá, también, urgencia.

Para la labor de re-constitución de Europa y el re-encuentro y re-identificación con sus raíces, un francés post-68 es insuficiente. Cuando se evoca al trío Schumann-De Gasperi-Adenauer, se olvida que fueron tres grandes con dos guerras detrás y un sólido y único fundamento político-cultural convergente, y ni el recién electo se puede medir con el trío, ni tiene pareja que le complemente en ninguna de las naciones participantes en el "proyecto europeo". Si el nuevo presidente se reafirma en un galicanismo fundamentalista, tampoco será su eventual gobierno bueno para consolidar políticas de integración con los otros estados de la Unión.

En el remolino de noticias y croniquillas de esta mañana, me he enterado que Mr. Sarkozy ha estado casado, re-casado, y mêlé con una biznieta del músico español Isaac Albeniz, hija de exiliado ruso, que vive en New York; una macedonia doméstica que, si cabe como premisa para pronosticar, plantea bastantes interrogantes entre tanta inestabilidad personal.

Pero la otra hubiera sido peor; es lo único que tengo claro.

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viernes, 4 de mayo de 2007

La coartada cultural

Esta es la noticia:

El alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, inauguró anoche la Fnac hispalense, un establecimiento que supone el número quince dentro de la franquicia que esta cadena francesa posee en toda España. Ubicado sobre el antiguo edificio del Banco Urquijo, en la Avenida de la Constitución, este templo del ocio y de la cultura cuenta con un total de 3.500 metros cuadrados de superficie, de los cuales 2.500 metros cuadrados se dedicarán al espacio comercial.


El hecho es que un edificio en la axial y antigua calle de Génova (o genoveses), entre las Casas Consistoriales y la Catedral Metropolitana, en plena Carrera Oficial de las Cofradías de Semana Santa, la vieja sucursal de un banco, termina siendo superficie comercial para venta de video-consolas, dvds, maritatas de esas que inventan los nipones, mp3, y alguna librería de noveluchos de esos que se editan veinte cada cuarto de hora (y al otro cuarto están en el contendor de reciclaje).

Me temo que lo más animado del "centro cultural" será el bar, el chateo-bar y alguna tienda de ciber-moda, que también habrá. Témome también (y no sé por qué temo yo tanto, tonto!) que el negociete con la franquicia francesa estará gestionado por algún primo, amiguete, querendón-ona, u compromiso de los del capullo en el puño que caciquean por Sevilla y su antiguo Reino bajo la boba baba impotente y sinvergonzona de los chuflas del peperío.

Total, el 27 de Mayo se vota para que Sevilla siga igual, pero con coartada de urnas para que parezcamos demócratas y coartada de centro comercial-cultural para que parezcamos cultos y modelnos.


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martes, 1 de mayo de 2007

Más códigos


Yo pensé que con la peli y el relativo fracaso, el "fenómeno" del codigucho del best-seller comercial del escritorzuelo aquel, se apagaría. Pero no; o sería que lo que pensaba yo era, más bien, lo que yo deseaba.

Cualquier persona con un mínimo de formación/cultura de cierto nivel, reconoce de un vistazo que todo lo tramado en el novelorio aquel era fantástica ficción y burda patraña. Pero entiendo que aquel episodio se ha convertido en "género". Ayer por la noche pusieron en una emisora de televisión una peli con enigmas, templarios, griales y todos los elementos ad casum; no me importaría apenas si con todo eso no mezclaran temas que atentan contra la fe y falsean al Cristianismo y a la Iglesia.

Cada época ha tenido su carácterístico género de ficción: Lo que significaron las sagas de Troya y sus héroes para los griegos, lo fueron más tarde el Rey Artús en el medievo, o los Amadises, Tancredos y Melisendas un poco después; el XVIII fantaseaba con Casanova, el XIX con Verne y el XX de la Guerra Fría con Bond, James Bond. Me parece sintomático que el XXI haya empezado con esos códigos templarios anticristianos, y con un tufo a logia y a masón que hiede.

Hoy, el diario insignia de esos "círculos" trae en su sección "Cultural" la noticia de que no sé quienes han descifrado un "código" musical entre las piedras talladas de la capilla escocesa de Rosslyn, que era uno de los escenarios de la novela del codigucho aquel, qué casualidad. La cosa va, está claro, de money-money, y el filón del género está en plena fase de rentable explotación.

A las piedras de una capilla tardogótica se les puede hacer decir lo que se quiera, sólo es cuestión de imaginación y cierta dedicación al empeño. No digo que no pueda ser, porque las intenciones vertidas en el arte son tan sorpredentes como los recovecos de la mente del artista. Pero si de una discreta capilla en Escocia se sacan motetes, deliro imaginando lo que pudiera esconder El Escorial, o la Gran Muralla China, o las tres Pirámides de Gizeh. Bueno, de las pirámides ya se ha hablado muchísimo, y también tuvieron su momento esotérico-místico-psicofántico. Pero ahora le toca el turno a los códigos, puñeteros códigos.

Ayer fué la fiesta de San Pio V, al que le tengo tantísima simpatía y devoción desde niño; entre otras razones porque en su época, a los que "codigueaban" los visitaba la Inquisición, y se acabó (el código y/o el codigueante). Era así de facil; no niego que era tremendo, pero sí mantengo que era efectivo e "higiénico". Para la infección, alcohol de quemar y sublimado de yodo, y no hay microbio que aguante.

Es lo que echo yo de menos para códigos y codigueros.


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