Sed contra, haber nacido vinculada al estado le hizo co-protagonizar las prosperidades de la Gran Bretaña, con todas sus rutilantes consecuencias. Cantaban el Rule Britannia y todo iba incluído en el efecto: La London's Tower, la Corona de San Eduardo, la Corte de San James, las Casas del Parlamento, la Armada y el Arzobispo de Canterbury (además de todo lo demás inglés, of course).
El clero anglicano ha sido uno de los más privilegiados de la historia, áurea mediócritas elitista del stablishment cómodamente conspicuo sin complicaciones. Los incómodos con la comodidad, se iban y fundaban otra cosa (otra iglesia, confesión o secta) y todo quedaba igual, tan manso y apacible como el paisaje del Oxfordshire.
En la cúspide de la Gran Bretaña que fue Imperio Británico, surge el Movimiento Oxford, que en contra de la costumbre no funda nada, sino que conduce a los disidentes a Roma, re-convirtiendo en católico-romanos a los anglicanos. Los mejores anglicanos, hay que reconocer. Desde entonces, la via no se ha cerrado.
Hubo quien se imaginó que era tan inminente la conversión de la Gran Bretaña de anglicana a católica, que ya veían una procesión con la Queen en carroza con todos sus leales súbditos desde Buckingham Palace a la Piazza di San Pietro. Vana ilusión pero con muchos ilusos abonados; yo he conocido unos pocos.
Hace unos días comentaba que se aproximaba una nueva escisión en la Comunión Anglicana. Ya se ha consumado, de hecho. El tema, el de las ordenaciones femeninas (una contradictio in terminis porque las féminas cristianas no se ordenan, nunca se han ordenado, y no son sujeto capaz para la ordenación). La "ordenación" ya se consintió años ha, cuando se admitieron féminas al ministerio "presbiteral"; que se postulara a continuación el episcopal, era cuestión de tiempo. En los USA tienen hembras mitradas desde hace ya unos años; a partir de ahora, terciarán vis a vis con su majestad the Queen, y hasta cualquier día pudiera haber una Arzobispesa de Canterbury, o my God!
Sobre la gravedad del caso mi opinión es imaginable: Allá los clergymen anglicanos con sus clergywomen anglicanas y que se las arreglen como puedan en tan sacrílega promiscuidad. En cierta lógica, si admiten desde Elizabeth I Tudor a una hembra como cabeza visible de su "iglesia", que tengan miembras ordenadas de presbíteresas y obispesas es congruente. Allá ellos con ellas, ya digo.
Pero sí me preocupa lo que nos afecta, porque nos afecta. Primeramente deja (una vez más) en entredicho al siempreoptimista ecumenismo católico ¿Qué hacer ahora con los anglicanos que después de tantos besos y abrazos desde los días del arzobispo Ramsey se empeñan con cada sucesor de Ramsey en poner las cosas más imposibles para un mínimo de cordial entendimiento en buena voluntad?
Se preven nuevas conversiones de parte de esos anglicanos nuevamente escandalizados por los dichos y hechos de su jerarquía. Según las últimas noticias, ya están en contacto con Roma y hasta se ha sugerido que no se publique nada hasta después de la Conferencia de Lambeth, para no alborotar más el escenario. Algunos comentaristas suponen que parte del clero despechado será recibido en la Iglesia Católica, que se encontrará con un clero que se tiene por clero pero que no son clero stricto sensu, ya que no son (aunque ellos se tengan por tales) sacerdotes. El procedimiento seguido en otros casos ha sido el de ordenarles sacerdotes (si lo piden), así desde el caso de Newman, verbigracia. Pero Newman no estaba casado y la mayoría de los clérigos anglicanos sí lo estan. Conque si se les ordena de presbíteros es con la previa dispensa del celibato requerido por la tradición católico-romana. Y así, con los conversos, nos llega también de estrambote cierta debilitación del celibato sacerdotal, tan puesto en discusión por propios y extraños. Y no debiera.
Pero la afectación mayor nos llega por el hecho en sí. Aunque no sobresalgan, cada vez son más las féminas descatolizadas que piden el "sacerdocio" femenino. Contundentemente, Juan Pablo II dejó tan firme la doctrina católica, que muchos expertos opinaron en su día que la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis del 22 de Mayo del 2004 contenía un expreso acto de infalibilidad pontificia a tenor de la fórmula usada para precisar y confirmar la doctrina al respecto. Así y todo, diversas asociaciones feministas no han dejado de insistir en la demanda (este año incluso ha habido un intento de ordenación con excomuniones declaradas a las y los protagonistas). A pesar de ser muy minoritarias y hasta cierto punto canónicamente extra-católicas, cuentan con el favor de los medios para darse publicidad. Sin duda que estos grupos reforzarán sus pseudo-argumentos con la novedad de las episcopesas anglicanas. Y harán mella en la opinión vulgar, tan manipulable e influenciable.
Personalmente, entiendo todo esto como signos evidentes de decadencia-degeneración. Me afecta todavía más cuando pienso que algunos "sectores progresistas" que se consideran dentro y parte de la Iglesia Católica, están más cerca - mente et corde - de las degeneraciones anglicanas que de las verdades católicas.
Tu autem Dómine, miserere!
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