miércoles, 26 de febrero de 2014
La carta rogativa
Primeramente, pienso que se está anticipando indiscretamente el Sínodo de la Familia. Segundo, intuyo que pudiera ser que la divulgación fuera muy intencionada. Tercero, temo que el Sínodo ya esté listo y consumado, a falta, solamente, de la puesta en escena final.
La puesta en escena será juanpablista (por la estructura) y francisquista (por el 'estilo' y el protagonista principal). Nihil novum. Lo nuevo será lo que tengan pensado hacer respecto a la pastoral matrimonial, algo tan delicado.
Como cualquier cura, sé muy bien la crisis que el mundo moderno ha supuesto para la familia cristiana. También 'pastoreo' con los muy frecuentes náufragos, y sé cuántos restos de naufragios andan flotando en superficie (como presiento los que no se ven porque están en el fondo, siempre a pique de emerger). No solamente sé estas cosas sino que las trato, unas mejor que otras, por circunstancias y por personas. Hasta tengo encomendado, desde hace bastantes años, un excepcional caso, fruto de una excepcional situación. Todo ello me obliga a practicar una comprensión pastoral muy personalizada y a mantener una predicación de doctrina muy clara y sin ambages.
Conozco las excepciones, pero no puedo reconocer que todo lo que se está preparando sea una simple ambientación para, finalmente, rebajar la doctrina y la moral conyugal-familiar con la excusa del bien pastoral.
Si PP Franciscus pide oraciones, rezaré. Pero no por lo que tengan en mente hacer (o deshacer), sino para que en el Sínodo se vele por la santidad de la familia y se estimule la santificación de los matrimonios cristianos.
Por las rebajas, no rezaré.
Y ya veremos qué pasa en el Sínodo, durante y después. Si habrá fractura, o no.
Ahora estamos, todavía, en el antes de.
Oremus
+T.
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