El glorioso y tonante TeDeum de Marc Antoine de Charpentier comienza con una tamborrada, muy marcial, muy francesa, muy grand siécle. Sigue el precioso preludio a toda orquesta, trompas, trompetas, sacabuches, cuerda y percusión; si lo tocan con órgano y trompeta, resulta también espléndido.
Pero ni mi casa ni yo estamos estas semanas para tambores y espejos versallescos. Conque acompaño mi TeDeum con un Charpentier quedo, solista y charango, íntimo y recogidito: