Pues eso, precisamente, se me ha venido a la cabeza al leer la proposizione decimosettima dei Padri Sinodali, los Obispos del Sínodo recien clausurado esta mañana por Benedicto XVI. Esa proposición 17 dice esto:
Proposizione 17
Ministero della Parola e donne.
I Padri sinodali riconoscono e incoraggiano il servizio dei laici nella trasmissione della fede. Le donne, in particolare, hanno su questo punto un ruolo indispensabile soprattutto nella famiglia e nella catechesi. Infatti, esse sanno suscitare l’ascolto della Parola, la relazione personale con Dio e comunicare il senso del perdono e della condivisione evangelica.Si auspica che il ministero del lettorato sia aperto anche alle donne, in modo che nella comunità cristiana sia riconosciuto il loro ruolo di annunciatrici della Parola.
Desconcertante. Entre otras cosas porque desde el Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de Julio del año pasado, conviven dentro de la Iglesia Católica de Rito Romano dos ritos (de hecho), en uno de los cuales se siguen confiriendo las Sagradas Órdenes según la tradición de la Iglesia de todos los tiempos; y en el otro - según parece - se está dejando abierta la puerta que posibilitaría por vez primera en la Historia de la Iglesia, la admisión de las mujeres a los ministerios sagrados.
Aunque sea el lectorado, que es la inferior y primera de las órdenes y esté considerado actualmente como un "ministerio laical" que ni es propiamente "orden" ni confiere la dignidad clerical, se dará la paradoja de que en el mismo Rito Romano según el Rito Extraodinario sí sea orden sacra y clerical, vetada absolutamente por razones las más graves a las féminas, tal y como lo ha mantenido la Iglesia desde tiempos apostólicos a nuestros días sin solución de continuidad.
Qué duda cabe que semejante concesión alentaría (y justificaría) las pretensiones de los grupos de feministas católicas que presionan y reivindican el acceso de las hembras al Orden. Por lo pronto ya aparece, aunque sea en su "mínima" expresión, en un documento nada menos que sinodal, como una "proposición" aceptada y presentada por los Padres Sinodales.
Es como tirar del hilo y comenzar a deshacer. Cuestión de tiempo, según la trama a destejer, la extensión del tejido, y la agilidad del deshacedor.
Hay cosas que no admiten "ensayos". Ni proposiciones. Y se llega a un punto en que brota casi espontáneo el monólogo del príncipe reflexivo :"To be or not to be: That's the question".
Por una grieta, una ruína. Por un mosquito, una epidemia. A veces irreversibles acontecimientos por algo "pequeño". Como el portillo aquel de Kerkaporta, principio del fin del sitio y la ruina de Constantinopla.
¿Que exagero? Más bien, diría yo, que temo en y por estos confusos y desconcertantes tiempos.
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