martes, 19 de marzo de 2013

Oh Patriarca!

 
Lo imagino con los ojos fijos, arrobado, mirando a su esposa, la Virgen, recogiendo como un espejo reflejos de pureza enamorada. Lo veo con la vista recogida en el seno de su esposa Virgen, que tiene al Niño dormido en su regazo, con la gloria del Hijo nimbando de estrellas invisibles la frente de la Madre, con la gracia del Padre Celeste derramándose con luz divina sobre su cabeza de Patriarca, el que cierra el Antiguo y abre el Nuevo Testamento.

Sus manos, tan recias, su pulso, tan firme, que trabajan con la madera y la sierra, con el mazo y la hachuela, cuando cogen y mecen al Niño, se volvían tímidas, temblorosas un momento, para volverse al punto el centro de todo, el fundamento de todo lo creado, aquella Vida que estrechaba contra su pecho, que se acompasaba con el Corazón del Niño.

Si el Niño lo miraba, se le abría el alma en veneros de ciencia inefable, de amor entrañable que hilaba lo humilde y lo excelso. Si el Niño le sonreía, un firmamento de estrellas brillaba en sus ojos de hombre cabal y sereno, embriagándole con un delirio de sabiduría de cosas que nadie alcanzó nunca.

Su barba rozaba la cara del Niño. Nunca olvidó el primer tirón del Niño a su barba. Cuando lo mecía, el Niño se dormía tocándole la barba, que rebosaba más gracia y santidad que la barba ungida del santo Aarón. Su faja, la que le tejió su esposa, la Virgen, trasminaba mejor olor que el perfume de la ofrenda. Sus pies descalzos pisaban todo el día junto a la zarza ardiente. Y en sus oídos sonaba un melodioso trisagio incesante.

En aquellos días, el Carpintero enseñaba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios cara a cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía en sus brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a Dios y le cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a Dios de la mano. Jugaba con Dios y Dios era feliz con él.

Y ni en la Gloria había más gloria que en la casa de José.

Ora pro nobis, Joseph Sanctíssime. Et pro Ecclesia Sancta ora.


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+T.