Las simpatías no se justifican, huelga decirlo. Conque no voy a dar razón de mis simpatias pioquinteras. Me gusta, me cae bien, desde chico me he sentido atraído por San Pio V. Y sanseacabó.
Tendría doce o trece años cuando me zampé la primera biografía de San Pio V, pero ya tenía previa afición por el personaje, y por eso busqué y leí el libro. De un tal Dante de apellido, el nombre no me acuerdo. No estaba mal.
Con las biografías pasa que te lees la primera, sea buena, mala o regular, y ya te hace cierto esquema que las otras que leas sobre el mismo personaje, sean mejores, peores o tan regulares, se encuentran con una percha en la que puedes ir colgando nuevas informaciones, detalles o ilustraciones. O corregir. O cambiar impresiones. Confieso que en cuestión de Papas, soy muy vonpastorista dentro de los márgenes que la obra de Von Pastor presta. Desde luego nunca defrauda. Confieso también que el impío Von Ranke también me gusta, a pesar de los puyazos luteranos que le mete a mi San Pio V. Pero en historiografía de Papas, como en tantas cosas más, mis preferencias son clasicamente decimonónicas. Bastante firmes.
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Fue para mí una grata experiencia vivir un tiempo en la Roma más pioquintera. A saber, la Piazza Carpegna e dintorni, que fueron lugares frecuentados por San Pio V en los austeros y frugales solaces que se permitía. Se recuerda que subía hasta la Carpegna para airearse, y se paraba a rezar en la capellina de la Madonna del Riposo, donde se conserva su memoria y en cuyos aledaños se erigió la moderna parroquia de San Pio V, con uno de los templos parroquiales más horrorosamente feos y maldecorados de toda Roma, por mucho que lo quieran disimular con mármoles y granito rojo pulido, que lo ponen peor. Pero el Santo titular es San Pio V, y eso me merece un respeto (respeto que no excusa su infame estética).
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No se puede pintar sinceramente bonito a San Pio V, porque no tenía facciones de galán: Calvo, barba gris-cana poco estudiada, ojillos hundidos, mentón señalado, naríz aguileña y ganchuda, pómulos marcados. Y me temo que pocos dientes. Los retratos más o menos fieles no engañan. Otras iconografías (especialmente las dieciochescas popularizadas a raiz de su canonización en 1712) manteniendo su fisonomía en rasgos generales, los suavizan y no resultan convincentes. Fue cual debía ser todo un Inquisidor General Romano, con toda la estampa. No sabía del mundo ni era un converso, sino austero y severo de mente, cuerpo y alma desde chiquillo. Y se nota.
Es el Papa de Trento, sin duda, aunque él no fue Papa hasta después de clausurado el Concilio por Pio IV. Tuvo mucho del arranque ardoroso de Pablo IV, al que debía su promoción eclesiástica y el cardenalato. Pero fue sin duda más asceta, más virtuoso, más templado. Y más inteligente, y más prudente. Lo de la Liga Santa y Lepanto, es un empeño y un acierto que se le debe a él. Su pontificado de sólo seis años (1561-72), es un hito en la Historia de la Iglesia.
La oración del Misal le celebra como protector de la fe ("ad fidem tuendam") y dignificador del culto ("dígnius colendum"), pero el Misal conocido por su nombre (en feliz hora recien restaurado por Benedicto XVI) dice en su colecta "...ad conterendos Ecclessiae tuae hostes..."; es decir, "para aplastar los enemigos de tu Iglesia", concepto más contundentemente pioquintista, más definitorio, pienso. Y glorioso, también (y también libre de complejos).
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Antes sólo descubrían la tapa de la urna de bronce con ocasión de su fiesta (ahora el 30 de Abril; en el Misal de San Pio V, el 5 de Mayo), pero de unos años aquí tienen el cuerpo expuesto a la veneración contínuamente, cosa que no me gusta, aunque me ha gustado verle cada vez que en estos últimos años he visitado y venerado su sepulcro, en la Capella Sixtina de Santa María Maggiore. Por cierto que esa Capella, la del Sagrario, toda un modelo arquitectónico de la mejor arquitectura romana, contiene una concentración de fieras geniales, de carácter, temperamento y obras: Nada más y nada menos que San Pio V, Sixto V y debajo, en la cripta, los restos-reliquias de San Jerónimo en una cella con piedras y tierra de la gruta del Nacimiento de Belén. Mas tremendo trio eclesiástico es casi imposible de juntar.
A mí me gusta especialmente la estatua de mármol del Sarzana, que lo representa en la hornacina central de su monumento sepulcral, entronizado de pontifical con tiara, bendiciente. En las galerias de las celdas de los dominicos del Angélicum, tenían un vaciado en yeso de la estatua del Sarzana, tamaño real, sacado del original. Sobre el pedestal y dominando un tránsito medianamente iluminado de la galería, junto a la escalera, resulta imponente, gigantesco.
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En contraste, el cuerpo que se venera en la urna (e incluso el excelente relieve en bronce dorado de la tapa, que ahora no se ve), es pequeño, encogido, consumido, poco más o menos como tuvo que ser el formidable Pio V. De alma, grande.
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Me gusta encomendarme a él: Ora pro me, ora pro meis, ora pro nobis, Pie!
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p.s. Se me olvidaba: Tuvo un grave defecto (perfecto sólo es Dios): ¡ Era antitaurino! Yes. Un taurófobo que hasta condenó la fiesta en una Bula, la "De Salutis Dominici" que dice cosas como estas:
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"Considerando Nos despacio lo muy opuesto de tales exhibiciones a la piedad y caridad cristianas, y deseando que estos espectáculos tan torpes y cruentos, más de demonios que de hombres, queden abolidos en los pueblos cristianos, prohibimos bajo pena de excomunión en la que incurrirán en el acto todos sus príncipes cualquiera que sea su dignidad, lo mismo eclesiástica que laical, regia o imperial, el que permita esta fiesta de toros".
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Afortunadamente, Felipe II, tan regiamente prudente, no la dió por recibida y no la publicó en sus reinos, y la fiesta de los toros pudo seguir prosperando, no obstante la Bula. (Caso este que confirma mi tesis sobre lo necesarios que somos los más papistas que el Papa). Pero tiene gracia que los antitaurinos no sepan que podrían tener patrón: San Pio V, nada menos (que no sé qué tal les sentará, por lo demás).
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