domingo, 17 de febrero de 2013

Pentimenti di Benedetto



Cuando sale a colación/discusión el Concilio Vaticano II, mis amigos me han oído decir muchas veces que hay algo que nunca termino de explicarme satisfactoriamente: ¿Por qué y de dónde el entusiasmo de los Padres Conciliares, esa exultación que se desborda en los textos del concilio? No encuentro motivos, al contrario. Un mundo a sólo veinte años de distancia de la IIª Guerra Mundial, con media Europa y medio mundo bajo la hoz y el martillo del marxismo criminal, y la otra mitad corrompiéndose aceleradamente por causa y efecto del neo-paganismo liberal, un mundo en guerra perpetua, un Occidente con una cultura descompuesta por abandono de sus referentes de identidad. ¿Por qué la Iglesia y su Concilio se enamoraron ciega y fatalmente de ese mundo? ¿Por qué esa borrachera secularista?

Ayer el Papa Benedicto, en uno de sus actos postrimeros, ante el clero de Roma, evocaba aquel Concilio de su juventud, como la pintura de un óleo antiguo va dejando ver los pentimenti de su autor:

"Allora, noi siamo andati al Concilio non solo con gioia, ma con entusiasmo. C’era un’aspettativa incredibile. Speravamo che tutto si rinnovasse, che venisse veramente una nuova Pentecoste, una nuova era della Chiesa, perché la Chiesa era ancora abbastanza robusta in quel tempo, la prassi domenicale ancora buona, le vocazioni al sacerdozio e alla vita religiosa erano già un po’ ridotte, ma ancora sufficienti. Tuttavia, si sentiva che la Chiesa non andava avanti, si riduceva, che sembrava piuttosto una realtà del passato e non la portatrice del futuro. E in quel momento, speravamo che questa relazione si rinnovasse, cambiasse; che la Chiesa fosse di nuovo forza del domani e forza dell’oggi. E sapevamo che la relazione tra la Chiesa e il periodo moderno, fin dall’inizio, era un po’ contrastante, cominciando con l’errore della Chiesa nel caso di Galileo Galilei; si pensava di correggere questo inizio sbagliato e di trovare di nuovo l’unione tra la Chiesa e le forze migliori del mondo, per aprire il futuro dell’umanità, per aprire il vero progresso. Così, eravamo pieni di speranza, di entusiasmo, e anche di volontà"


"Fuimos al Concilio no sólo con alegría, sino con entusiasmo. Había una expectativa increíble. Teníamos la esperanza de que todo se renovase, de que llegase un nuevo Pentecostés, una nueva era de la Iglesia, porque la Iglesia era entonces todavía robusta, con buena praxis dominical, y, aunque las vocaciones ala sacerdocio y la vida religiosa se habían reducido un poco, eran todavía suficientes. Sin embargo se percibía que la Iglesia no progresaba, que menguaba, que parecía más bien una cosa del pasado y no la portadora del futuro. Y en aquel momento esperábamos que esta relación se renovase, que cambiara, que la Iglesia fuera de nuevo la fuerza del hoy y del mañana. Y sabíamos que las relaciones entre la Iglesia y la época moderna, desde el comienzo, era un poco contradictorias, comenzando con el error de la Iglesia en el caso de Galileo Galilei; se pensaba que había que corregir este comienzo equivocado y encontrar de nuevo la unión entre la Iglesia y las fuerzas mejores del mundo, para abrir el futuro de la humanidad, para abrir el verdadero progreso. Así éramos, llenos de esperanza, de entusiamo, y también de voluntad"

Esto dijo Benedetto, ese fue el pentimento que dejó ver bajo las capas de esa vejez debilitada que, confiesa, le impide mantenerse en la Sede de Pedro.

Más adelante, Benedicto habló de la tergivesación del Concilio por obra y arte de los medios de comunicación, que distorsionaron y manipularon todo lo que se hacía en el aula vaticana. Y declaró:

"Sappiamo come questo Concilio dei media fosse accessibile a tutti. Quindi, questo era quello dominante, più efficiente, ed ha creato tante calamità, tanti problemi, realmente tante miserie: seminari chiusi, conventi chiusi, liturgia banalizzata … e il vero Concilio ha avuto difficoltà a concretizzarsi, a realizzarsi; il Concilio virtuale era più forte del Concilio reale

Sabemos cómo este Concilio de los medios de comunicación fue accesible a todos. En consecuencia, éste fue el dominante, el más eficiente, y el que ha creado tantas calamidades, tantos problemas, realmente tantas miserias: seminarios cerrados, conventos cerrados, una liturgia banalizada… El verdadero Concilio ha tenido dificultades para concretizarse, para realizarse; el Concilio virtual fue más fuerte que el Concilio real"

Y termina Benedetto:

"Ma la forza reale del Concilio era presente e, man mano, si realizza sempre più e diventa la vera forza che poi è anche vera riforma, vero rinnovamento della Chiesa. Mi sembra che, 50 anni dopo il Concilio, vediamo come questo Concilio virtuale si rompa, si perda, e appare il vero Concilio con tutta la sua forza spirituale. Ed è nostro compito, proprio in questo Anno della fede, cominciando da questo Anno della fede, lavorare perché il vero Concilio, con la sua forza dello Spirito Santo, si realizzi e sia realmente rinnovata la Chiesa.

Pero la fuerza del Concilio estaba presente, y, poco a poco, se realiza siempre más y se convierte en la verdadera fuerza que es también la verdadera reforma, la verdadera renovación de la Iglesia. Tengo la impresión que, 50 años después del Concilio, se está rompiendo y se pierde ese 'Concilio virtual' (el tergiversado por los medios) y aparece el verdadero Concilio con toda su fuerza espiritual. Y nuestra tarea, justamente en este Año de la Fe, comenzando desde este Año de la Fe,
es trabajar para que el verdadero Concilio, con su fuerza del Espíritu Santo, se realice y sea renovada la Iglesia"

Es decir, que sigue el entusiamo a pesar del desastre post-concilar. Y a pesar del (dígolo salva reverentia) fracaso de Benedicto, que se retira en mitad del Año de la Fe.

El Año de la Fe no sé si será el año de la renovación verdadera que el Concilio no logró y 50 años después, no ha conseguido. Lo que sí es evidente es que el hecho más notable del Año de la Fe es la renuncia de Benedicto. Por el momento.

Oremus para que otros eventos traumáticos no singularicen más definitivamente este memorable año del medio siglo después de lo que pudo haber sido y no fue.


+T.