domingo, 27 de marzo de 2016

Santas Miróforas


El alba aun no esclarecida
sumía todo en sombras el camino
que las tres pisaban con furtivos
velos de tristeza y desconsuelo.

Llevan con sus lágrimas amargas
mirra para ungir al Cristo,
el Cordero que fue sacrificado,
yacente en su imprevista tumba.

¿Quién moverá la piedra del sepulcro?
¿Quién abrirá la pesada puerta?
¿Como podrán sus manos temblorosas
forzar el peso de la losa fúnebre?

La voz entonces trinó cual golondrina
estrenando el eco de la luz primera
y esclareció la aurora en resplandores
oyendo el evangelio de los Ángeles:

¡¡¡ No busqueis ya muerto al Nazareno
porque vive Jesus resucitado !!!


+T.

sábado, 26 de marzo de 2016

La tarde


En un misal de mi madre aparecía una reproducción de esta pintura del escocés William Dyce, uno de esos artistas románticos que aprendieron piedad y bellas artes en el círculo y los talleres de los Nazarenos alemanes. Dyce oscilaría en su obra entre estos (Overbeck, Cornelius, Carolsfeld) y, más tarde, los Pre-rafaelistas ingleses. Además de un gran maestro del arte cristiano, fue un consumado retratista y espléndido paisajista.

El discípulo amado lleva de la mano a la Madre del Señor, su madre desde la Cruz. La Virgen, serenamente triste, mira la corona de espinas. En el plano del fondo, a la derecha, salen del jardín del sepulcro Nicodemo y José de Arimatea, y dos de las Marías lloran postradas a la entrada de la tumba. En un plano alto, fondo de paisaje, las tinieblas del Viernes Santo se retiran dejando ver un limpio cielo de primavera.


+T.

jueves, 24 de marzo de 2016

Los que preparan

 
El primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: '¿Dónde quieres que te preparemos la cena pascual?'. Él respondió: «Id a la ciudad, a la casa de tal persona, y decidle: “El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Mt 26, 17ss

La escena, como un episodio redivivo, se repite todos los años. Son otros discípulos, pero cumplen el mismo oficio que los originales, hombres temerosos de Dios y mujeres piadosas que preparan en nuestras parroquias, en nuestras iglesias, las cosas de la Pascua del Señor.

No son gente cualquiera, son gente escogida, como los primeros discípulos, de la confianza del Señor. No son perfectos, pero son eficaces, acuden, sirven, prestan, están a la hora en que se les necesita, todo el tiempo que sea necesario, incluso saben ya lo que se va a necesitar y lo prevén, lo preparan.

Poner los cirios en sus candeleros, el adorno de las flores, lavar, planchar, colocar manteles y lienzos sagrados, preparar el altar, los libros, las sillas, los bancos, las luces. Las cosas para la celebración del Misterio de la Salvación.

Parece poco, pero es mucho: Es eterno.

...y son obras que se pagarán en la Eternidad por el Amo a Quien sirvieron, el Señor a Quien se ofrecieron.


p. s. Hace un rato, en nuestra Parroquia, acababan de poner el Monumento, con la monumentalidad de su fe muy viva, muy servicial.

+T.

domingo, 20 de marzo de 2016

Junto a la Borriquita


Cristo Rey entre las palmas
los ramos de olivo, el ¡Hosanna!,
los mantos bajo tus plantas,
el júbilo y la alabanza
de Jerusalén que canta
al verte entrar. ¡Oh Señor!
del humilde borriquillo,
y el ¡viva! de los chiquillos
que te proclaman bendito
hijo regio de David.
Déjame volverme niño
y ponerme junto a Tí
cerquita de la burrita
cantándote ¡Santo, Santo!

Bendito Dios y Señor,
venga tu reino y tu paz,
rige al mundo con justicia
y redime la desgracia
que entenebrece a las almas
encadenadas al mal.

¡Salva a quienes te imploramos
misericordia y piedad!


+T.

sábado, 19 de marzo de 2016

José, incienso del silencio


He estado este mes de Marzo, y en especial estos últimos días, rezando la coronilla de los Dolores y Gozos de San José, una práctica que ha sido siempre un contraste de catolicidad, y más en estos tiempos. A pesar de mi vieja devoción, me sigue admirando el silencio del Patriarca y la voluntad del Señor de no habernos querido revelar ni una palabra suya, quedando la figura del Santo perfilada sólo por la escucha, la acción y el silencio. Oír, obrar, callar. Atender, vivir, guardar. Creer, esperar, obedecer. Y amar, siempre amar en el silencio, con el silencio, desde el silencio.

Concluyo que el silencio, en la parte de los Santos Evangelios que toca a San José, es también revelación, un capítulo con versículos de rico silencio sagrado, como el humo del incienso, que es olor y no palabra, ofrenda consumiéndose sobre brasas, que sube y ambienta con aroma sagrado, velando suavemente el aire, incluso haciendo la luz visible en fascículos de rayos matizados en una claridad nublada por el sahumerio. Algo así son los silencios de San José.

Deduzco una profunda, muy intensa y atenta vida interior, un alma-tabernáculo, un sancta sanctorum donde las locuciones no se hacían con los labios sino con el espíritu, con lengua del Espíritu Santo.

Imagino tantos momentos de su unión marital-virginal, en que el esposo de la Virgen compartía con ella la inefable meditación de lo que iban guardando en sus corazones, que era, en suma, Jesus, Dios-con-ellos.



Iesu, María, Ioseph nobiscum semper. Amén.

Ex voto

+T.

lunes, 7 de marzo de 2016

Sicut Perpetua et Felicitas

El martirio de las cuatro Misioneras de la Caridad en Yemen ha coincidido casi en la misma fecha de la memoria litúrgica de las Santas Mártires Perpetua y Felicitas, dos insignes testigos de la fe caídas en la persecución de Septimio Severo, el año 202, en Cartago.

La foto cruenta de dos de las Mártires del Yemen me ha forzado a recordar lo terrible de cada martirio, su parte más dolorosa, que es la carne herida, la sangre derramada, la muerte campeando victoriosa cuando la vida terrena ha sido arrancada violentamente...y la vida celestial aun no se manifiesta, y no es visible el alma victoriosa, y no se ve la corona doble, refulgente, de la virginidad y el martirio, y sólo se enseña la desolación del dolor y la muerte.

La primera vista de todo mártir recién martirizado es una prueba para la fe: -'¡No os escandalicéis por el dolor, que nuestra sangre no os haga titubear: Manteneos firmes en el Señor!'. Con palabras como estas animaban los Mártires a sus hermanos en la fe de la Iglesia de Cristo, orando por ellos para que pudieran resistir el trauma escandaloso del martirio cruento. Así se animarán estos días los cristianos perseguidos del Yemen, Arabia, Siria, Iraq y todo el oriente islámico, amenazados por el alfanje de la impía media luna mahometana.


Después, todavía con el eco del dolor, vendrá la memoria de la fe con la gloria, con la iconografía de las neo-Mártires, bellas como lirios de pureza, coronadas con la gloria de las místicas esposas del Cordero. Y los cuerpos martirizados serán preciosas reliquias veneradas, hitos de la resurrección gloriosa ya segura, yemas preciosas en el tronco seco, prontas para abrirse en vara de flor.

¡Que las Santas Vírgenes Mártires de Cristo rueguen ante el Trono de la Misericordia por nosotros!


+T.