viernes, 1 de julio de 2011

Ronda a su Corazón


La moderna edición del Breviario (Liturgia de las Horas) en español trae para himno de Laudes de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús un precioso poema de los Soliloquios de Lope de Vega que canta a la llaga del Corazón de Cristo. Es el alma la que canta, conmovida por el amor herido del Señor, su amor sacrificado.

Aunque prefiero rezar con el Breviario antiguo, conservo entre mis preferidas esta copla de Lope, cargada de sentimientos de sincera conversión que se desbordan ante la contemplación del Corazón de Jesús, herido por nuestros pecados y abierto para nuestra salvación.

Los versos, tal y como aparecen en la versión del Breviario, están incompletos. Estos son los originales de Lope, sin recortes:


Hoy, para rondar la puerta
de vuestro santo costado,
Señor, un alma ha llegado
de amores de un muerto, muerta.

Asomad el corazón,
Cristo, a esa dulce ventana,
oiréis de mi voz humana
una divina canción.

Cuando de Egipto salí
y el mar del mundo pasé,
dulces versos os canté,
mil alabanzas os di.

Mas ahora que en vos veo
la tierra de promisión,
deciros una canción
que os enamore, deseo.

Muerto estáis, por eso os pido
el corazón descubierto:
para perdonar, despierto;
para castigar, dormido.

Sí decís que está velando,
cuando vos estáis durmiendo,
¿quién duda que estáis oyendo
a quien os canta llorando?

Y aunque él duerma, Señor,
el amor vive despierto:
que no es el amor el muerto;
vos sois el muerto de amor.

Que si la lanza, mi Dios,
el corazón pudo herir,
no pudo el amor morir,
que es tan vida como vos.

Corazón, de mi esperanza
la puerta tenéis estrecha:
que a otros pintan con flecha
y a vos os pintan con lanza.

Mas porque la lanza os cuadre
un enamorado dijo
que a no haber puerta en el Hijo
¿por dónde se entrará al Padre?

Anduve de puerta en puerta
cuando a Vos no me atreví,
pero en ninguna pedí
que la hallara tan abierta.

Pues como abierto os he visto
a Dios quise a entrar por Vos
que nadie se atreve a Dios
sin poner delante a Cristo.

Y aun ese lleno de heridas
porque sienta el Padre Eterno
que os cuestan, Cordero tierno,
tanta sangre nuestras vidas.

Vuestra Madre fue mi estrella,
que, siendo huerto cerrado,
a vuestro abierto costado
todos llegamos por ella.

Ya con ansias del amor
que ese costado me muestra,
para ser estampa vuestra,
quiero abrazaros, Señor.

La cabeza imaginé
defendieran las espinas,
y hallé mil flores divinas
con que el desmayo pasé.

Porque ya son mis amores
tan puros y ardientes rayos
que me han de matar desmayos,
si no me cubrís de flores.

Cuando a mi puerta salí
a veros, Esposo mío,
coronada de rocío
toda la cabeza os vi.

Mas hoy, que a la vuestra llego,
con tanta sangre salís,
que parece que decís:
- Socórreme, que me anego.

Ya voy a vuestros abrazos
puesto que descalza estoy;
bañada en lágrimas voy,
desclavad, Jesús, los brazos.


Soliloquios amorosos de un alma a Dios  contiene expresiones que adelantan algunos conceptos vinculados a las revelaciones del Corazón de Jesús  medio siglo antes de que comiencen las revelaciones a Stª Margarita (27 de Diciembre de 1673; Lope muere en Madrid en 1635). Reconociendo la alta inspiración y sensibilidad religiosa - quasi mística - de Lope, estas intuiciones de confianza en torno al Corazón de Cristo no son algo novedoso ni enteramente original, puesto que se fundamentan en la Sgdª Escritura, muy particularmente en las epístolas de San Pablo y el Evangelio y las Cartas de San Juan. De estas dos fuentes brota toda la inspiración que se desborda más tarde en los deliciosos escritos de San Bernardo, de San Buenaventura, de Santa Gertrudis, y van avanzando una comprensión del misterio del Corazón del Señor que luego alcanzaría su madurez explícita en las revelaciones de Stª Margarita Mª de Alacoque y la obra de San Claudio de la Colombière.

Pero los Soliloquios de Lope tiene sello agustiniano, desde su mismo nombre. El tema de la conversión y la respuesta a la gracia de Cristo, hace pensar en la influencia de Malón de Chaide, un autor muy en sintonía incluso formal con los Soliloquios: Cada uno de ellos comienza con una rima en octosílabos seguida de una glosa espiritual, con este esquema:

Introducción : Por tan extraños caminos / van mis pasos derramados...

1er Soliloquio : Dulce Jesús de mi vida...

2º Soliloquio : Venid Señor celestial / que os llamo de lo profundo...

3er Soliloquio : Manso Cordero ofendido / puesto en una cruz por mí...

4º Soliloquio : De mi descuido, Señor, / dicen que teneis cuidado...

5º Soliloquio : Dulcísima vida mía / en Quien la inmortal está...

6º Soliloquio : Ojos ciegos y turbados / si pecados son venenos...

7º Soliloquio : Hoy para rondar la puerta / de vuestro santo costado...

El árranque de los versos da idea de su contenido, como un apunte de inicio y declaración del fondo.

En los versos de Lope se usan los recursos típicos de la lírica del Siglo de Oro, y dice mucho con poco. Como cuando alude al mito de Cupido (el amor con flecha) contraponiéndolo a Cristo (el amor con lanza -> la que le hirió el costado -> la que abrió su corazón manante sangre y agua):

"...que a otros pintan con flecha
y a vos os pintan con lanza."


Todo lo que expone la Deus Charitas est de Benedicto XVI, lo apunta Lope con dos versos de exquisito conceptismo.


El soliloquio 7º es el que contiene los versos al Corazón de Jesús "...para perdonar despierto / para castigar dormido". Una invitación a la confianza en la misericordia que brota de aquel manantial inagotable de gracia y amor santo.

El gusto franciscano asoma por aquí y por allá, con ecos del p. Francisco de Osuna y fray Bernardino de Laredo. Hasta traza con dos pinceladas una semblanza de la estigmatización y el abrazo de Francisco al Serafín:

Ya con ansias del amor
que ese costado me muestra,
para ser estampa vuestra,
quiero abrazaros, Señor.


Y esto suena (me suena) al Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz:

Cuando a mi puerta salí
a veros, Esposo mío,
coronada de rocío
toda la cabeza os vi.


Es gustoso rezar con Lope de Vega. Un católico sincero que nunca disimuló sus pecados pero que tocó la lira de los místicos con una competencia que muchos santos nunca tuvieron. Gracias que Dios da a unos, y a otros no.

Por mi parte, sólo se trata de un apunte, un pellizco de poesía y devoción para perfumar la Solemnidad del Corazón del Señor.

¡Viva su Corazón por siempre!


Cor Iesu Sacratissimum, miserere nobis, salva nos!

Ex Voto

+T.