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sábado, 9 de octubre de 2010

Escenas intransferibles


Fui, he sido, testigo y actor secundario (otras veces co-protagonista) de escenas que yo mismo, ahora, me las recreo recordando y me parecen tan absurdamente simpáticas como páginas de Alicia o El Principito (Alice in Wonderland me gusta, Le Petit Prince lo soporto, solamente). Por ejemplo, esta tarde recordé esta:

Mi hermana: - ¿Qué es cachondo?

Mi tio Vicente: - Gerundio de cacho, pero no se usa.

Mi hermana: - ¿Qué es gerundio?

Mi tio Vicente: - Cosas del verbo.

Mi hermana: - Pues Paquilla dice que tiene un perrito cachondo.

Mi tio Vicente: - No se dice cachondo.

Mi hermana: - ¿Y que se dice?

Mi tio Vicente: Gerundio.


Aquella noche, cenando, mi hermana nos contó a todos que la Paquilla tenía un perrito gerundio la mar de gracioso.

Y mi padre le preguntó: -¿Se llama gerundio el perro?

Y mi hermana le contestó: - El perrito se llama Lolo, gerundio se dice porque cachondo no se puede.

Mi padre fue el primero, mi madre y mi tia después, y luego todos nos engollipamos con la sopa y la risa.

Contaría más, pero otras son tan familiares, o tan de mi pueblo, de mi familia, o de mi casa, que tendría que explicar demasiado. Y hasta, probablemente, no significarían lo mismo, ni serían graciosas.

Cuando me dicen que hay un japonés aprendiendo flamenco en Lebrija - por ejemplo - me pregunto qué sacará en limpio del aprendizaje, con la duda de si lo limpio que saque será flamenco. O si el flamenco se aprende en limpio; o si un japonés tiene el minimum quid para el asunto. Al final te confirmas en la tesis no compuesta, solo amagada, en cuanto ves que un gitanillo que va por la calle pregonando caracoles toca las palmas sin lecciones y da un un taconazo sin proponérselo con más poderío que un faraón.

Diré en descargo que el japonés aflamencado se corresponde en desajuste con la que estudia un cursillo de bonsais, o el que practica zen habiendo nacido en Triana y llamándose Alfonso (López por su padre y Salguero por su madre). Lo mismo.

Lo malo es que el japonés se crea que sabe flamenco y el trianero se persuada de que entiende zen. Y les den diplomas. Y saquen respectivas cátedras por oposición.

No sé si ustedes, pero yo me entiendo (hasta donde alcanzo).


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miércoles, 23 de enero de 2008

Tres

No me pregunten qué o quienes son porque no lo sé:


En el comentario del sitio de donde la he robado, decían que eran las asesoras de campaña de Hilaria (la "ella" del ex ). Pero me resisto a aceptar tamaña ofensa para tan simpáticas viejitas.

Si fueran brujas, son encantadoras. No están lejos de una vieja de aquelarre de una pintura negra de Goya, o de un Disparate. Pero la humanidad de los tres amables rostros les chispea a las tres desde la punta del gorro a la boca sin dientes.

¿Música? Of course: El coro de las brujas del Macbeth de Verdi, por ejemplo. Pero he pensado que mejor algún fragmento de La Bella Durmiente de Tchaikovsky, donde salen Tres hadas tan atractivas como estas tres ladys mágicas que toman té.




Aunque supongo que las Tres magas de la foto no están para un pas-a-deux como estas ágiles y gráciles danzarinas del youtube.

p.s. Una duda: ¿Tendrán escoba?


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martes, 20 de noviembre de 2007

Cuentos con lechuza de fondo


Era nuestro miedo muchas noches, noches de otoño o de invierno, cerradas, lloviendo y con viento que sonaba y silbaba en los cristales y por las ventanas. Para dormirnos nos contaban cuentos de ánimas, de muertos que aparecían y pedían Misas, de gente que murió y se las veía de noche en los espejos.

Mis tías contaban que sus tías les contaban que en los espejos, pasada la media noche, si te mirabas salía el reflejo del demonio. Sería por eso, pero nunca las ví ante el espejo pasadas las 12. Y las doce en el reloj de la cuesta sonaban tan lentas, sonando según las trajera el viento, más cerca unas veces, lejanas otras. Y rezaban por los difuntos, y los niños preguntaban, imaginando a los difuntos con las caras vistas en retratos viejos. Y el reloj repetía las doce.

Si rezaban el rosario, los niños se dormían; un rosario lento, tan largo, con tantos mementos y réquienes y difuntos. Yo calculaba que uno por cuenta, por cada perlita negra, por eso duraba tanto el rosario, y nos dormíamos.

Si el cuento lo contaba tia María, se acababa pronto y nos dejaba con ganas de más; si era un cuento de tia Titi, el cuento duraba y nos dormíamos la Titi y nosotros, y el cuento seguía en los sueños.

- Cuando se murió la vieja del callejón del Pinto, volvía en alma todas las noches y su hija la sentía que se acostaba a su lado y respiraba y se levantaba la colcha y el lado de la cama estaba frío como un muerto, como un muerto. Y la hija decía - "Madre, madre ¿es usted?" Y en eso se oía a la lechuza - "Shhiiiiissss...shhiiiiissss...ssshhhiiiisssss...." Porque su madre vino de Bilbao, era bilbaína, y la gente de Bilbao recalca mucho la ese, como las lechuzas.


Y en eso se oía de verdad a la lechuza...La lechuza se oye volar - ...plas...plas...plas...- y cuando vuela chirría -...sshiiirrssss....sshhiiirrrssss....ssshhhhiiiiishhhhjjjuiiiijssss...- y parecía que era el eco de la vieja del callejón del Pinto, que volvía y se acostaba en la cama de su hija por las noches.


- Y cuando se murió el niño de la hermana de la tata Patrito, por las noches se veía en el espejo la carita amortajada, que se la pintaron de albayalde, y el niño murió morito porque no lo bautizaron y está en el Limbo, sin pena ni gloria, y por eso se reflejaba la carita en el espejo de su madre, que se le cortó la leche en la cuarentena y estuvo a la muerte, la pobre...


- ¿Qué es que se le cortó la leche?
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- ¡Cuidado la pregunta del niño! Anda, que ya tienes un pecado de purgatorio: Esas cosas no se preguntan.

-- ¿Y tú, las cosas que les cuentas? Como si no hubiera cuentos con menos detalles.

- " Ea! Se acabó el cuento. ¡Venga el rosario!"


Y empezaba el rosario y después de persignarnos, ya estábamos dormidos, tapados hasta la coronilla, temiendo a la lechuza, a las ánimas en pena, a que se asomara el niño del limbo en el espejo.

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martes, 30 de octubre de 2007

Un cuento (incompleto) de Otoño


Ya las mañanas eran frescas, y había que salir con algo de abrigo. A las siete clareaba, con los gallos cantando en los corrales y algunos perros ladrando a lo lejos, que parecía que se escuchaban más porque el frio hace más silencio de fondo, y empezaba a notarse el frío.

Cuando fué a arrancar el coche, tuvo que repetir cuatro o cinco veces, porque la batería no iba a la primera. Los faros redondos del viejo Volkswagen, el primero y el único del pueblo, se encendieron poco a poco, con una luz amarillenta, tan perezosa como la mañana. Los cristales de las ventanillas y el parabrisas se empañaron nada más salir de la cochera; al bajar un poco el cristal, el aire frío se coló dentro con el olor de la retama que quemaban en el horno de la tahona de Dámaso.

Camino de la estación, vió el humo de los boliches encendidos en la cuesta; Manuel el cisquero y uno de sus hijos cargaban unos sacos de picón sobre dos borricos, y junto al chozo había dos montones de carbón.

Tomó un café con leche y una torta de aceite, con la copita de coñac que le sirvió Melitón sin pedírsela, mientras leía por encima el Abc, en la cantina de la estación. Al salir se caló la mascota y se subió el cuello de la gabardina. Fuera se había levantado una neblina que daba más sensación de frio. Recogió a los chiquillos en el andén; venían medio dormidos, la niña en brazos de la tata, que parecía más vieja con la toquilla que traía echada sobre la cabeza, tapando con un pico a la pequeña.

Al entrar con el coche por el corralón de atrás esperaron a que salieran Juan el Moreno y uno de los mozos, que llevaban una yunta de mulos a la herrería. En la cocina habían encendido la chimenea baja, y ya tenían los tazones puestos en la mesa, esperando el chocolate que se hacía en la hornilla. Olía a pan tostado y café.

Las mujeres entraron todas corriendo al oir a los niños, que echaron a correr abrazándose al cuello de las tías, que se los comían a besos.

En la calle, el de los calentitos pregonaba con su vocecilla ladina: ¡¡¡Caleeeen...titooo...calieeeenteeees...!!! Y los niños pidieron y una de las muchachas salió a comprar unas ruedas.

Cuando acabaron de desayunar, ya eran casi las nueve. En la torre tocaba el último para la Misa, y los mayores se fueron a la Iglesia. Las tatas se llevaron a los niños a la huerta alta, a cojer granadas

En el salón habían encedido el primer brasero, y toda la casa olía a alhucema, desde el zaguán al patio.

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viernes, 2 de marzo de 2007

Miss Potter & family

A estas alturas de mis 46, presumo de saber lo que me gusta; no todo lo que me gusta, que en eso estoy abierto a sorprenderme con nuevas cosas y personas que me atraigan y satisfagan, pero lo que ya sé que me gusta, me gusta.


Por eso fuí encantado a ver la peli Miss Potter, sabiendo que iba a disfrutarla de cabo a rabo, desde los títulos a los créditos. Dudé en la compañía, que estas pelis que me gustan no son aptas para todos los públicos; pero como yo también me trago alguna peli purgante sin rechistar y por complacer a mi in-prójimo, me anoto el debe y me cobro con estas pelis que son tan saludables; tanto, que mi amigo Fernando se tira unas apacibles y sanísimas siestas cinematográficas cada vez que me saca a ver una de mis pelis-infusión.


Porque la peli de Miss Potter es como un apacible té con pastas, en casa de una tia abuelita, una tarde sin prisas, de mesa de camilla, alhucema, visillos; si hubiera acabado con rosario de oscurecida, completo. Menos el rosario, la peli de Miss Potter es de las que me gustan, completa (tierno ronquido de mi acompañante durmiente incluído).


Beatrix Potter me sedujo con sus cuentos de Peter Rabitt y Jemima y Hunca Munca desde que tengo uso de razón; después supe más cosas de la entrañable Beatrix Potter, sus dibujos naturistas y su espíritu conservacionista-ecologista tan personal. Y de eso va la peli, tan suave y delicada como una acuarela de Beatrix Potter, deliciosa; hasta la actriz frivolona que borda el papel de la célebre artista.

(Pienso que en los hobbits de J.R.R. Tolkien latían los personajes de Beatrix Potter...o algo así; no sé precisar la conexión exacta, ni si la hay de verdad, o es sólo impresión mía; pero al ver la peli, otra vez he relacionado rabbits y hobbits, Beatrix/Tolkien).


Y parece providencia que cuando el chico que hace de Harry Potter se despelota en Equus, Miss Potter acude a compensar el escándalo cuasi familiar apareciendo ella misma con su encantador e inocente mundo en la pantalla, vaya lo uno por lo otro.



N.B. He censurado la foto de Equus...aunque he estado tentado de pegarla tal cual...pero por los animalitos de Miss Beatrix, me he contenido.




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