"No hay amor sin dolor"
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La primera vez que leí esta sentencia fue en el libro de un periodista-escritor amigo de casa, que la citaba a propósito de su madre, recién fallecida: "No hay amor sin dolor"; quizá por la eufonía de la frase, la retuve, y también la referencia: Kempis. Con doce o trece años no pude medir todo su sentido y profundidad, pero como por casa, illo témpore, corrían dos o tres Kempis (más los que andaban perdidos por los cajones de los escritorios y las cómodas), me sonaba a libro de confianza y beaterío, de esos que llevaban mis tías y que me daban en Misa para que los hojeara y me distrajera con las estampitas: O era un misal, o era un Kempis.
Un día me atreví con el Kempis en latín (teniendo al lado la versión en español, la traducida por Fray Luís de Granada, o la del Padre Nieremberg, no recuerdo), y encontré la cita original, tan eufónica también:
"Quia sine dolore non vivitur in amore" - De Imitatione Christi III, Vº,7.
Después la he ido interiorizando y razonando y reconociendo, porque vivir es amar, y amar duele, como dice el Kempis. También supe reflexionarla desde mí para los otros, y saber que yo les dolía porque me amaban. Comprender que la proporción de amor y dolor van ajustadas, da miedo, pero no detiene el amor, ni quita el dolor.
Un día me atreví con el Kempis en latín (teniendo al lado la versión en español, la traducida por Fray Luís de Granada, o la del Padre Nieremberg, no recuerdo), y encontré la cita original, tan eufónica también:
"Quia sine dolore non vivitur in amore" - De Imitatione Christi III, Vº,7.
Después la he ido interiorizando y razonando y reconociendo, porque vivir es amar, y amar duele, como dice el Kempis. También supe reflexionarla desde mí para los otros, y saber que yo les dolía porque me amaban. Comprender que la proporción de amor y dolor van ajustadas, da miedo, pero no detiene el amor, ni quita el dolor.
Y así me resulta un extraño metro del amor y el dolor, donde calibro intensidades-proporciones reveladoras.
También sirve para Dios, aunque su amor no tiene medida, y su dolor sea el de la humanidad de Cristo. Pero es uno y el mismo y distinto el Eterno impasible y el Vir dolorum, et non est dolor sicut dolor suus, nec amor.
También sirve para Dios, aunque su amor no tiene medida, y su dolor sea el de la humanidad de Cristo. Pero es uno y el mismo y distinto el Eterno impasible y el Vir dolorum, et non est dolor sicut dolor suus, nec amor.
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Esto último hasta parece del mismo Kempis, que enseña mucho y hace escuela.
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