domingo, 28 de agosto de 2011

Sólo una breve mención, de pasada


Primum vívere deinde philosophari, es decir - ya avisé - primero la Novena y luego lo demás, si cabe. En este caso pongo primero la devoción, porque para mí es obligación. El Evangelio de Santa Marta, que antiguamente se rezaba como Evangelio de la Misa de la Asunción, expresa lo mismo, así lo entiendo yo: - "...Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria. María escogió para sí la mejor parte, que no le será quitada." Lc 10 38-42

¿Digo, entonces, que la JMJ madrileña ha sido inquietud y agitación? Yes, of course. Alguno habrá que lo haya entendido como contemplación y extásis arrobado, alguno habrá. Al que tal piense yo le solicitaría que aclare y defina conceptos, y que explique si movilización es quietud, sin juegos de palabras, sin fáciles oximorones ad casum.

Exceptuando al Papa Benedicto y a sus contenidos y discretos ceremonieros, la JMJ ha sido un católico estruendo, una católica agitación, un clamoroso encuentro. ¿Necesario? Yo diría que sí en cuanto la represión planificada de la fe católica tiene que compensarse para que no parezca que los malos nos han barrido. En el Madrid del hundimiento de Zp, la ideologia anticatólica del psoe y su piara ha sido arrastrada, arrollada, vencida y desarmada por la ola juvenil que vitoreaba con entusiasmo incansable a la Cabeza Visible de la Iglesia, que es el Papa. Bien por el entusiasmo, por este entusiasmo que tapa con un millón de voces limpias la boca blasfema del insolente encanallado. Bien, muy bien.

Pero el bien que reconozco no es el total. Quiero decir que el saldo positivo que se debe hacer y mostrar ad extra (y es justo y necesario, porque es verdadero), no es el suma y sigue con addenda et corrigenda para uso interno, para regimiento y corregimiento ad intra, para los de casa.

No hablaré de decepciones ni criticaré detalles, que ojos tenemos todos, y oídos, y si no somos capaces de discernir por cuenta propia poco valdrá la cuenta ajena. Cosas que podrían haber sido de otra manera, mejorías patentes, escenas prescindibles, instantáneas chocantes. Etcéteras (sic).

Aun a riesgo de exposición imprudente, comento (de paso) el malestar que sufrí cada vez que tuve que ver al monsignorino de la Secretaría de Estado sentado entre el Papa y el personaje de turno; un fantasma, un espectro que desarma las mejores prospectivas que pudieran ser y confirma las peores ruindades curialescas de ayer, de hoy, de siempre. Inquietante el personajillo de filetata y fajín paonazzo, inquietante currículum, inquietante presencia y emergencia (de 'emerger').

En la historia del Papado se podría hacer balance de muchos pontificados invirtiendo la sentencia del Cantar de Mio Cid '¡Dios que buen vasallo / si oviesse buen señor!' ; muchos que se han malogrado no por falta de buenas intenciones sino por abundancia de pésimos y/o pervertidos auxiliares y/o colaboradores. Si me explico. Del resto del séquito no sé; quiero decir que no sé más de lo corriente, muy eminentísimos, excelentísimos, ilustrísimos y reverendísimos míos, que Dios guarde.

Permítome, contra lo dicho, otro personal excursus, un apunte sobre la decepción del macro Via-Crucis, tan mal trazado en las estaciones, tan kitsch-postmoderno en los dosel-stands de feria que desfiguraban los pasos de misterio, tan falto de rezos para el pueblo (¡ni un Padrenuestro por estación, ni un Avemaría por casualidad, ni un Gloriapatri siquiera), tan variopinto en música y coro (incluyendo el toque efectista de la saeta mal cantada), tan monjil-tópico-juanpablista en los comentarios churris de mis Hermanas de la Cruz (cada vez más vistas después de casi un siglo de fecundo y santo anonimato, demasiado en escena cuando lo suyo nunca ha sido aparecer).

Mis provincianos cofrades imaginaron que el Papa se iba a detener media hora delante de sus Santos Simulacros, con latines e incienso a espuertas, cuando el Papa en papamovil pasó por delante como el Mister Marshall de Berlanga. Todavía con la resaca de la decepción, hoy cuenta el suplemento cofradiero del ABC de Sevilla la anécdota de 3ª clase del cuadrito que regalaron al Papa (un mediocre 'óleo cofradiero', un jeroglífico que entendemos los sevillanos y que hay que explicar a los extraños porque si no no saben qué están viendo, dicho sea de paso); el Papa mandó por medio de uno de los del séquito un rosario de nácar y filigrana para la imagen de la Virgen, que recogió el capellán de la Hermandad en el cenit de mayor aproximación que se le permitió (de mano en mano capellán/monseñor de guardia). Y no hubo más, salvo la quasi-carrera oficial por el centro de la capital. Algo es algo.

En fin, que esto no pretendió ser cronica, que no lo pensé así, sino mera continuación del blog y sus articuletes, post-JMJ. Y doy gracias a Dios por no haber habido desgracias. Y doy gracias a Dios porque ya pasó.

Pero como nuestros fantasmas van con nosotros, inseparables, ayer noche, en cuanto abrí el correo-mail acumulado, lo primero que me encuentro es un mail-entusiasta de una estimada amiga-entusiasmada con este entusiástico notición:

¡¡¡ La JMJ, candidata al Premio Príncipe de Asturias !!!

Y no me extrañaría que algún pazguato de esos de los youtubes y demás cuchufletas también mande solicitud para el Nóbel de la Paz, total, ya puestos...

E cosí vía.

p.s. Por cierto, que como hoy es San Agustín, acompañe esta cita a lo dicho, para ilustración de intenciones (e incremento del berrinche de los discrepantes, incordiantes y demás panda indeseable, passim):

"Habent enim et spinae flores: quaedam vero videntur aspera, videntur truculenta; sed fiunt ad disciplinam dictante caritate. Semel ergo breve praeceptum tibi praecipitur: Dilige, et quod vis fac: sive taceas, dilectione taceas; sive clames, dilectione clames; sive emendes, dilectione emendes; sive parcas, dilectione parcas: radix sit intus dilectionis, non potest de ista radice nisi bonum existere.(S. Agustinus, In Epistolam Ioannis ad Parthos Tractatus Decem, hom. 7ª)"


+T.

En Novena


Para llegar a la Iglesia hay que subir la Cuesta del Reloj, una hermosa pendiente que arreglaron este invierno, con adoquinado nuevo, nuevos acerados, todo nuevo y la han dejado con más desniveles que tenía antes. Más cuesta, eso sí. Mi tía la subía antes en tres estaciones; ahora son cinco parones los que hacemos. Claro está que mi tia pasa los ochenta y cinco, y la cuesta en esto es pasivamente indiferente (aunque activamente accidental). Así que si salimos de casa al segundo toque, cuando llegamos al repechón final de la Torre del Reloj ya están repicando el tercero.

Ya conté, otro año, que mi tía y sus coetáneas feudalizan dos bancos que son su alcázar inexpugnable, en el tercio final de la nave de la Epístola, cabe el pilar delantero de la arcada del Cristo de la Misericordia, frente por frente a San Felipe. Ese es su sitio. Mi tía, empero, vive cada tarde de Novena la posesión de 'su' sitio como un cruzado en batalla, ansiosa como un halcón que se precipita en vuelo sobre su presa. Las armas de mi tía son su bolso y su abanico: Con el bolso ocupa, con el abanico aparta. Y no hay rival que le pueda. La mañana del dia de la Virgen, para la Función Principal de Instituto (i. e. la Misa Solemne de la Hermandad), llegó cuando ya estaba toda la Iglesia ocupada, bancos y sillas colmando todo el espacio. Así y todo, cuando entramos en procesión hacia el Altar, allí estaba ella, sentada con su bolso, abanicándose el pecho con su medio pericón, mi tía con su silla quasi en mitad del pasillo de la nave central, en primerísima localidad.

La Novena se predica. Antes no se predicaba, todo eran rezos y cantos, con Exposición Mayor, Santo Rosario, Letanías, Preces, Bendición y Salve. Desde los años '70 se celebra la Misa, y desde los '80 la Misa es con predicación. El predicador suele ser también el celebrante, salvo excepciones. A pesar del movimiento de los presentes (entradas, salidas, abanicos en perpetuum móbile, coro, banda de música, niños sueltos etc. ), la gente (los fieles) escuchan al predicador y están atentos al sermón. Los curas, si no están advertidos de la idiosincrasia del lugar, predican como de costumbre, como tengan costumbre, unos mejor, otros peor. La gente (los fieles) es indulgente y disimulan si el cura es un pelmazo y el sermón un rollo. Pero ¡ojo con el Dogma! Con un fino sensus fidelium, la gente (los fieles) entiende y distingue cosas que en otros sitios, a otra gente, les daría lo mismo si lo dicen bien o si no.

Por ejemplo, la noche en que el predicador de turno (tres se han turnado este año durante el Novenario) repitió diez, doce veces 'la advocación de la Asunción'. Yo, que conozco el percal, me iba rezando el Rosario (para aprovechar el tiempo, durante el sermón) y me figuraba la escena, tal y como ocurrió en la Sacristía, en cuanto terminó la Misa:

- Pom, pom (en la puerta de caoba de la Sacristía)...¿Se puede? Padre, buenas noches, ¿cómo está usted?...Padre que venía yo a preguntarle una cosa, una cosa del sermón, ¿sabe usted? ¿Usted no sabe que la Asunción no es una advocación? La Asunción es un Misterio, un Misterio de Fe, un Dogma de fe, ¿usted no lo sabe?...

La que habla y se explica con el cura es Trini Delgado, unos cincuenta y pico años, biznieta de Estrella Jimenez, una legendaria de tronío. Trini (casada, con tres hijos, ama de su casa) sin reparos, sin titubeos, sin cortedad, con todo su respeto, le estuvo explicando al cura lo que era una advocación y lo que era un misterio, distinguiendo, que una cosa es llamar a la Virgen con un nombre devocional y otra referirse a Ella aludiendo a uno de sus Misterios, que hay que creer porque son cosa de fe.

En esto entra en la Sacristía y se incorpora al discurso Nati Borrero, sesenta y tantos, esposa, madre y abuela:

- ...Misterio de fe, el cuarto Misterio Glorioso del Rosario, que no es un invento de nadie, que es un Dogma de Fe que proclamó Pio XII...

Por el despacho del cura entra Purificación Nobo, dogmatizando igualmente:

-...El Dogma de Fe que es de creencia general, que todo el mundo tiene que creer para salvarse, que es un Misterio de la Virgen...

En cinco minutos se juntaron en la Sacristía cinco 'doctoras' de la Iglesia doméstica dictando dogma al pobre predicador, que no sabía qué decir.

Doy fe de que quedó instruído y convencido porque a la noche siguiente repitió en el sermón quince, veinte veces, el bien aprendido concepto 'misterio de la Asunción'. Para satisfacción de todas y todos los (fieles) asistentes. Como debe ser. Como Dios manda.

Antes y después de la Novena se tiran cohetes. La Novena empieza a las 9, ya oscureciendo: Rosario, Preces, Cánticos y Misa con sermón. Salimos sobre las 11 menos cuarto. La Cuesta del Reloj con cinco paradas para el resuello se baja mejor que se sube, salvo las precauciones de bajar una cuesta empinada con mi tía al brazo. Y hablándome y hablándose ella misma:

- ¡Qué Novena, qué esplendor! ¡Cómo está la Virgen! ¡Y el altar! ¡Qué satisfecha, todas las noches!
-Niño, ¿de dónde es el predicador?
- De Sevilla.
- A mi no me gusta. No ha dicho nada, cuatro cositas, cuatro palabritas. ¡Y mira que no saber que un Misterio no es una advocación! Tú díselo mañana, ¿te enteras?
- Sí, tita.
- El Dogma, tú explícale el Dogma.
-Que sí, tita, que sí...
-¡Qué Novena más preciosa! !Que esplendor, Madre mía! ¡Reína, que todo nos parece poco para Tí!

Y así hasta que acaba la cuesta y llegamos a la esquina de Emilio.

Todas las noches de la Novena, con más o menos la misma conversación, sujeta a las variaciones de las circunstancias, la predicación y el predicador.

A mí de la Novena me gusta todo. La cuesta, subirla y bajarla con mi tía, también.

+T.