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Por pura gracia han sobrevivido y se conmemoran estas devociones antiguas, especialmente la del 18 de Diciembre, sin rango litúrgico pero con toda la prosapia de la devoción popular más activa, gloria sevillana. Porque en Sevilla donde no llega la liturgia llega la devoción, como una extensión peculiar, idiosincrática, de la lex credendi sobre la lex orandi, el sensus fidelium sobre el munus docendi. Si me explico.
Sin embargo hoy, esta memoria del 8 de Mayo, la Virgen Mediadora, apenas la habrán celebrado en la Catedral y los pocos curas que tienen el cuidado de seguir la epacta con el Proprium Hispalense.
¿Y por qué? Porque la Mediadora se jura en Sevilla, con sangre en la fórmula. Y un beso. La fórmula del juramento la lee el secretario de cada Hermandad, y el beso lo da cada cofrade, sobre la estampa de la imagen de la Virgen y con la mano sobre el Evangelio abierto.
La fórmula de la defensa de la Mediación es al estilo hiperbólico-sevillano: "...Otrosí juramos defender con la sangre de nuestras venas, si necesario fuere, el privilegio de la Mediación Universal de Nuestra Señora en la dispensación de todas las gracias...". Así, más o menos, al final de la parte declarativa de la Protestación de Fe, solemnísima e imprescindible institución de las Hermandades y Cofradías sevillanas.
La devoción de la Mediación fue notable durante todo el XIX católico, siendo el Papa Leon XIII quien se distinguió de manera muy notable en enseñar cada vez que pudo este misterio mariano. Tiene que ver con el neo-tomismo leoniano, porque parece que en su magisterio el Papa Pecci extrae su doctrina sobre la Mediación de las consideraciones mariológicas del Doctor Angélico, que profundiza admirablemente sobre las consecuencias que se desprenden de la "cooperación" de la Virgen a la Redención, hecho que San Tommaso fundamenta en el Misterio de la Anunciación-Encarnación, una especie de "sine qua non" definitivo que sitúa a la Virgen en ese único e irrepetible lugar de la Economia Salutis.
El fervor mediacionista (tan netamente católico) no prosperó como se esperaba. Quizá la proclamación de la Realeza Universal de Ntrª Srª el 1 de Noviembre de 1954 fue el hito que cerró este periodo de la mariología católica. Después de las proclamaciones dogmáticas de la Inmaculada Concepción - Pio IX el 8 de Diciembre de 1854 - y de la Asunción - Pio XII el 1 de Noviembre de 1950 - se esperó con bastante probabilidad que se proclamara la Mediación.
Incluso el Concilio Vaticano II en la Lumen Gentium, declara cuan viva estaba la doctrina en el Concilio (Cfr. Lumen Gentium 60, 61, 62 ). Luego del Concilio (aunque el minimalismo mariológico estuvo activo antes y durante), la tendencia fue difuminar todo el concepto de la Mediación en aras de un malentendido "ecumenismo". Y hasta el día.
Pero la devoción vive. Y se sustenta en esas "intuiciones" que son de fe, aunque no estén "definidas". Ya se sabe que siempre el Misterio precede a la fe, la fe sigue al Misterio, y la fe ilustra la doctrina. Y a falta, todavía, de doctrina definida, se vive en la devoción y se expresa en la oración.
Desde el Sub Tuum Praesidium al Memorare, el Avemaría y la Salve, nuestro Rosario o el Acathistos de los orientales, la Mediación de la Señora es un convencimiento que se reza, que se siente, que conmueve.
En mi casa se cantaba, cuando las mujeres de mi casa ensayaban las coplas de la Novena de Agosto:
"Para más luz inmortal /siendo Vos alba del día/ sois proclamada, María,/Mediadora Universal/..."
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Son cosas que no se sabrán explicar, pero que se sabe lo que son porque dependen de conceptos comprensibles que el Misterio ha hecho suyos: Maternidad, filiación, intercesión, mediación, dispensación...O, simplemente, Amor: El Amor que se hizo Hombre en Ella y que por Ella nos da gracia tras gracia.
+T.