miércoles, 7 de febrero de 2007

Tienen sentido




En Mantua, en unas prospecciones arqueológicas, han hallado dos esqueletos de hace unos 4000 ó 5000 años, y que son noticia que trasciende la arquelogía.

Me gusta cuando una noticia de la prensa más corriente se impone con irrefutable valor sobre la efímera vulgaridad del momento.

Dos esqueletos abrazados, en un perfil de rostros encontrados, casi un beso fosilizado.

Desde que leí la noticia, me emocionó el caso y me acordé del verso:


Cerrar podrá mis ojos la postrera/
sombra que me llevare el blanco día,/
y podrá desatar esta alma mía/
hora, a su afán ansioso lisonjera;
más no desotra parte en la rivera,/
dejará la memoria en donde ardía;/
nadar sabe mi llama la agua fría,/
y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un dios prisión ha sido,/
venas, que humor a tanto fuego han dado,/
medulas que han gloriosamente ardido:/

su cuerpo dejará, no su cuidado;/
serán cenizas, mas tendrán sentido;/
polvo serán, mas polvo enamorado.

Los esqueletos mantovanos - Mantua tan cerca de Verona - son un jerogífico del amor más descarnado, una huella de lo humano más contingente perdurando en tiempo y apareciendo cuando la historia es testigo de los sucedáneos del amor.

El soneto de nuestro Quevedo parece una glosa, o una profecía, o un aria cantábile para el eco del amor más humano perviviendose con sentido más allá de la muerte.

Mi paisano Valdés Leal pintaba jeroglíficos de postrimerías y muertes rozando la gloria, tan cercana. Si hubiera conocido el caso de los esqueletos amantes de Mantua, ¿qué habría pintado? Porque - avant la lettre - Quevedo les ha dado verso, palabra.
No sé si nuestra gente, nuestro mundo, cuando vea entenderá, también, que tienen alma (los esqueletos, su beso y el soneto).
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