viernes, 23 de noviembre de 2007

San Clemente

San Clemente es el tercer Papa de Roma después de San Pedro, a fines del siglo Iº. Una de las figuras más interesantes de toda la primera generación post-apostólica. Su nombre aparece citado en las Epístolas de San Pablo y él mismo, siendo Obispo de Roma, escribe una Epístola a los Corintios de enorme valor teológico, testimonial e histórico, uno de los textos más relevantes de los conocidos como Padres Apostólicos. Fue apresado durante la persecución de Domiciano, lo llevaron como esclavo al Oriente, y lo martitizaron arronjándole al Mar Negro atado a un áncora de hierro. Su cuerpo mártir, recuperado de las aguas del Bósforo, fue trasladado posteriormente a Roma.

La Basílica en la que se venera su memoria es una de las más interesantes de entre las menores, por el valor y la originalidad de su estructura y los elementos arquitectónicos y decorativos. La iglesia superior, de planta basilical, con un precioso mosaico en el catino del ábside, conserva la estructura de la época (s.XII, más añadidos y reformas al gusto del s.XVIII romano); es el resultado de la re-edificación emprendida por el Papa Pascual II en 1108, después que fuera arruinada la antigua Basílica durante la invasión de los normandos de Roberto Guiscardo (1084). En el año 1861 se descubría bajo la iglesia, en lo que se creía una simple cripta, los restos de la primitiva Basílica.

Lo singular es que a la vez aparecen bajo ella otras edificaciones romanas, de época imperial y anteriores (la Basílica de San Clemente está a poca distancia del Coliseo y el área monumental circundante, en un enclave del mismo centro de la Roma de los Césares). Los hallazagos fueron más sorprendentes al encontrarse también el recinto de un mitraeum del siglo IIIº, con un ara y otros elementos usados en el antiguo culto a Mitra (una divinidad oriental, asimilada sincréticamente al culto solar de Helios-Apolo, con un peculiar ritual de iniciación mistérica).

Esa basílica inferior fue consagrada en el año 385; en ella se celebraron algunos concilios romanos del siglo V. En sus muros se conservan pinturas interesantísimas, de extraordinario valor iconográfico; entre ellas, unas que ilustran parte de la historia de San Clemente, con las escenas simpatiquísimas de la leyenda de Sisinio:

Sisinio era un impío magistrado romano, de la época de San Clemente; su mujer Teodora, que era secretamente cristiana, asistía con devoción a la Misa que celebraba San Clemente; su marido, sospechando, la mandó seguir y cuando supo que estaba en un culto cristiano, se dirigió dispuesto a detener al Papa y sus acompañantes; pero al entrar en la sala donde Clemente celebraba la Misa, se quedó ciego de repente, y tuvo que ser conducido a su casa, enfermo y sin vista.
San Clemente, piadoso, se presentó en casa de Sisinio, para rezar por él y curarle; pero Sisinio, colérico, mandó a tres de sus criados que agarrasen al Papa y lo tiraran con violencia a la calle. Cuando los criados le echaron mano, Clemente desapareció y en su lugar apareció una pesada columna que los criados apenas podía sostener. Parte de esta historia figura representada en la pintura sobre el muro (arriba la Misa, y debajo la escena de la columna).
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Tienen un valor añadido: Como en los modernos cómics, el pintor ilustró con unas frases la acción representada, escribiéndolas en el romanesco vulgar que se hablaba en la Roma del siglo X-XI, cuando el italiano empezaba a cuajarse desde el latín original.

San Clemente (hablando desde la columna) dice en latín: - "Por la dureza de vuestro corazón, habeis merecido arrastrar piedras"

Pero los tres criados (Albertel, Cosmari y Carvoncelle) y el pagano Sisinio se expresan en el vulgar lenguaje del populacho y uno dice:


- " Falite dereto colo palo, Carvoncelle " (Pónlo derecho con el palo, Carvoncelle)

Y Sisinio dice:

- " Fili dele pute, traíte !" (Hijos de puta, tiradlo !) .

En fin, una basílica romana con un rico tesoro espiritual, artístico, arqueológico, lingüístico, y hasta humorístico, con un insospechado fumetto-cómic del siglo XI. Insuperable.

Hoy, que es su día, podría haber escrito de la Procesión de la Espada, de San Fernando, de la Reconquista de Sevilla, o del Monasterio de San Clemente, todas estas clementinas sevillanerías. Pero he preferido esta otra semblanza, más romana, como el propio San Clemente.

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