jueves, 26 de febrero de 2015

La deriva germana

 
El catolicismo alemán ha sido una de las víctimas del ecumenismo vaticanosecundista. Después de varios siglos en los que lo católico fue constitutivo de una identidad social y cultural con firme fundamento doctrinal-moral, las proclividades ecuménicas han ido diluyendo el carácter del catolicismo alemán. Si lo mismo podría decirse de todo el catolicismo post-concilar en general, el caso alemán deja aflorar cierta sintomatología específica, con protagonistas bien definidos en el frente de la vanguardia des-católica, desde Rahner a Kasper.

Las recientes declaraciones del Cardenal de Münich, Reinhard Marx, parecen un eco de aquellos gravamina que precedieron a la crisis de la reforma luterana. El voluminoso prelado, uno de los más notables de la camarilla francisquista de los 9, ha advertido que Alemania no es una sucursal de Roma: "No somos una filial de Roma, y ningún sínodo nos va decir lo que tenemos que hacer aquí". Si no está declarando la guerra, por lo menos está advirtiendo en un tono que es quasi una amenaza formal. (Sobre lo mismo, otro artículo en inglés, más extenso).

Con la reciente visita de la canciller Ángela Merkel a PP Franciscus y las noticias sobre el muy importante patrimonio de las diócesis alemanas, las palabras del voluminoso Marx adquieren más peso y resonancia.

¿A quien advierte Marx? A Roma, sí, está claro. Pero ¿a favor o en contra de Francisco? Quedando cada vez más patente la resolución francisquista de conducir el sínodo en la dirección de Kasper, si todo estuviera resuelto, ¿a qué la bravata de Marx? Pues aunque se sobreentienda que habla de los asuntos del Sínodo de la Familia, también pudiera haber implícita una declaración de 'sinodalidad' germana marcando, en todo y para todo, distancias respecto a Roma, no sólo la Curia sino también el Papa. Aunque el Papa sea Franciscus...¿O porque el Papa es Franciscus?

Lo peor es que según la oleada neovaticanosecundista que nos agita, todo lo dicho por el grueso cardenal bávaro, sea advertencia, sea amenaza, todo eso y más cabe (o podría caber) en los conceptos neoeclesiológicos que se extractan (o se pueden extractar) del V2º.

Cuando se escriba la historia de Benedicto XVI, el capítulo de sus críticas/agónicas relaciones con la jerarquía de su patria germana será uno de los más interesantes y traumáticos. No me cabe duda.


+T.