miércoles, 24 de septiembre de 2008

Pijama de rayas (otra entrega de la historia como no fue)

Desde que se me despabiló la vis crítica, siempre me ha escandalizado la versatilidad del cine americano para contar la historia como no fue y ponérsela en pantalla al mundo entero. Me refiero en particular a lo de los indios que los USA masacraron en cuanto se iban haciendo EEUU, que pasaron de salvajes sanguinarios a ser los protegidos, comprendidos y apreciados por el buen yanqui inconformista anti-sistema que nunca existió y es invento de peliculeros (o arteros guionistas manipuladores-rentabilizadores de sentimientos de masas según que viento sople sobre la gente). En el recordatorio-imaginario del público, Custer matando indios (que existió) ha sido archi-superado por Kevin Costner que bailaba con lobos (que no existió).
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Lo mismo - mutatis mutandis - con nazis y otras malas especies de nuestra trágica y demente historia, que se pretende "superar" a golpe de novelorio falseador con película ilustradora de la "historia corregida y aumentada". Recuerdo la mala tarde de cine que me tragué cuando me llevaron a ver (yo no quería, peeeero...) aquella payasada de la "La Vita é bella", una de las más insufribles pantomimas del peor cine italiano (con el agravante de "made" para gustar en Hollywood y sacar en la tómbola idolillo dorado, ese filón inspirador; del caricato protagonista-director, evito decir hasta el nombre). Una desgracia.

Ahora es un pijama de rayas y vuelta a inventar melodrama que no fue. Como si con azúcar glasse las píldoras de Austwichtz y Mathausen se tragaran mejor, que cantaba Mary Poppins. Y así, como los yanquis con sus indios, disfrazamos la historia y damos láudano a la conciencia.

De todas maneras, la revisión edulcorada del marxismo y el comunismo está por estrenar. Sin un Boris Pasternak y con Solzhenitsyn recien enterrado, a ver quién es el valiente que rueda un "Cuéntame cómo pasó" con aquello que pasaba cuando Lenin y Stalin y sus satélites.
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El género de la fábula - fábulas morales, las llamaban - tenía la prudente y sabia discreción de poner animales por hombres, estereotipando escenas y circunstancias. Era una forma de decir verdades sin falsear realidades, pero respetando y marcando una distancia "moral" con su lección. Son breves de extensión y se explican por el narrador o llevan implícita o explícitamente su interpretación, siempre "legible" y rara vez "confusa". Me inquieta que "fabulen" la historia, tanto más cuanto se parte de los hechos para terminar desarrollando una ficción.

Debe ser un síndrome, un virus de lesa memoria que trastorna mentes y tuerce crónicas según el recuerdo particular de cada quisque moderado por su capricho de imaginar cómo fue lo que no fue de lo que fue.

En España mal-gobierna un afectado por el síndrome, precisamente. Seguro que le gusta la peli del niño del pijama.

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