jueves, 26 de enero de 2012

Una estupefaciente glosa silense


El Real Monasterio de Santo Domingo de Silos es un emblemático bastión del monaquismo hispano. Famoso por muchas razones, en estos últimos lustros se despegó del silencio claustral y empezó a salirse de la órbita marcada por su ciprés axial; quiero decir que con tanto disco de oro, grabaciones, publicidad, hospedería, entradas y salidas, Silos se agitaba más de lo justo para ser (y poder seguir siendo) un remanso de espiritualidad monacal católica.

Cuánto cuenta lo católico en la mente y la intención de sus monjes, no lo se, ni me meto a adivinarlo. Pero los flashes, las impresiones que afloran passim no son muy tranquilizadoras. Por ejemplo esta entrevista al prior del monasterio que, como el abad ha renunciado (¡cosas veredes!), se supone/postula como su más que probable sucesor.

(Transcribo en color ocre y cursivas las palabras del prior, y escribo mis comentarios en letra corriente-blog).

Uno (yo, quiero decir) que tiene una concepción clásico-tradicional de las cosas, especialmente de las sagradas, también de las eclesiásticas, espera que un monje se defina con parámetros relativos a la vocación religiosa, la espiritualidad, el silencio y el contemptus mundi. Por eso me llevo sorpresas tan traumáticas como estas respuestas que da el prior cuando le preguntan y él contesta:

- ¿Además de haber sido prior, a qué dedica su vida de monje?


- Mi inquietud tiene que ver con el pensamiento. No soy un profesional de la Filosofía, sino simplemente un pensador de por libre, que observa el misterio de la realidad desde mi situación vital como monje. Al monasterio vienen personas muy interesantes con deseo de empaparse de un ambiente, de una sabiduría, y yo las interpelo porque creo que tienen también algo que aportar a los monjes. Todos somos humildes aprendices en la escuela de la vida. Yo aprendo y voy haciendo nuevos amigos que me enriquecen.

Relativamente interesante dedicación, muy propia para un profesor de universidad, corriente para un ambiente de proclividades intelectualoides. Pero muy poco adecuada para un monje. Comprendo - es obvio - que lo que late en el fondo de mi crítica a la respuesta del prior de Silos es un diferente concepto de qué es y qué debe hacer un monje. Es evidente.

- La hospedería del monasterio recibe a creyentes y a no creyentes.


- Sí, y a mí me gusta tratar con los ateos. La diferencia enriquece y necesitamos una Iglesia más de frontera, más abierta, sin miedo a perder su identidad y su fidelidad al Evangelio y a la tradición. Exponer esa riqueza que tenemos y compartirla es lo que no permite disfrutar más de ella. Y personas que ni son creyentes ni practicantes pueden manifestar una inquietud y unas ganas de vivir excepcionales, y en algunos casos se acercan mucho a lo que debería ser la vida espiritual de un creyente.

A la desconcertante respuesta del prior le falta un nivel más de sinceridad y un punto más de valentía para declarar que le gustaría que la hospedería fuera exclusivamente para ateos, con veto para los piadosos creyentes. Y no porque el prior arda en el fuego del celo por las almas y tenga intención de flagelarse los lomos con disciplinas de cáñamo para impetrar la conversión de los ateos de la hospedería; ni porque el prior tenga el firme voto de macerar sus carnes con ayunos penitentes y vigilias mortificantes para arrancar del Cielo el arrepentimiento de los ateos de la hospedería. No. Lo que quiere el prior, lo que le tira, su complacencia, es pasarse las horas muertas bajo el inmóvil ciprés silense dialogando con los ateos de la hospedería. Dialogar, sólo dialogar, que esa es su vocación benedictina, por lo visto.

Si le gusta eso, no sé por qué en vez de meterse monje en Silos no puso un kiosko de pipas y regaliz en la Puerta del Sol para dialogar a todas horas con los indignados, por ejemplo. Y si reclama "...una Iglesia más de frontera, más abierta, sin miedo..." podría mejor haberse ido a la China comunista, donde está viva y sangrante la frontera fe-ateismo. ¿Por qué no se habrá ido de misionero a Corea (del Norte)?

Pero esta afirmación no la podemos dejar pasar sólo con un comentario de pasada, porque se habrán dado cuenta Uds. de la enormidad que suelta el prior de Silos por su pico prioral. Repetimos (con moviola). Dice:

"...necesitamos una Iglesia más de frontera, más abierta, sin miedo a perder su identidad y su fidelidad al Evangelio y a la tradición"

Dice: Que es necesario que la Iglesia se atreva a perder su identidad.
Dice: Que es necesario que la Iglesia se atreva a perder su fidelidad.
Dice: Que es necesario que la Iglesia se atreva a perder su fidelidad al Evangelio.
Dice: Que es necesario que la Iglesia se atreva a perder su fidelidad a la Tradición.

Digo: ¿De qué tenebroso antro habrá salido este mentecato y qué grado de supina aberración abunda en Silos para que semejante impropio haya sido elegido prior y se postule como abad?

Así, con estas reverendas piezas, se entiende que campen sueltas otras aberraciones de parecida especie, como la desvergonzada pseudo-benedictina Sor Forcades que predica pro-abortismo feminista y otras cuántas perversiones más.

Pero el prior filosofante amateur, dice más:

- ¿Qué hace usted con un ateo?


- Compartir lo que siente, que es la finitud, que esta vida es insegura y precaria. La aceptación de la finitud y de la precariedad de la vida es algo que un creyente no debe olvidar nunca. Algunos textos de la Biblia, como el libro de Qohélet (Eclesiastés), parecen escritos por un ateo. Invitan a meditar al creyente y le dicen "mira que eres polvo".

El Eclesiastés escrito por un ateo (y otros textos de la Biblia, sugiere). Sospechamos que el prior se habrá enfrascado en una lectura según sus extraviadas luces filosóficas y no habrá leído y meditado los comentarios al Eclesiastés de San Jerónimo y otros Santos Padres. Por ejemplo, comparen esto que comenta San Gregorio de Agrigento a propósito de un versículo del Eclesiastés con lo que dice el prior de Silos: Lean y midan las distancias.

Continua desbarrando el padre prior:

- Entiendo el monacato como una vocación socrática. Para Sócrates, los profesionales de las diferentes disciplinas no han descubierto que no saben nada; creen que saben algo, creen que saben de qué va la vida, de qué va el hombre, pero lo cierto es que no tienen ciencia del hombre. El monje tiene algo que ver con esa sabiduría socrática en el sentido de que se tiene a sí mismo, no como un profesional, como un estudioso, o como un experto en algo, sino como hombre, como humanista, y eso dentro de toda su desnudez.

Sócrates es su modelo. Inquietante. No San Benito, ni San Gregorio; no San Odilón de Cluny, ni el enorme Hildebrando, ni Gueranguer, ni Columba Marmión, ni Ildefonso Schuster. No: El modelo inspirador del prior de Silos es Sócrates.

Ahora sujétense y cíñanse los cinturones, que vienen curvas y el terreno es resbaladizo:

En su libro trata cuestiones delicadas dentro de la doctrina católica, como la eutanasia o la homosexualidad.


-Creo que los discursos más o menos imperantes sobre la homosexualidad, el psicológico y el moral, adolecen de una cierta inconsistencia. La diferencia antropológica distingue hombre de mujer, pero no homosexual de heterosexual. Ésta no es una diferencia propiamente antropológica, sino comportamental, de conducta adquirida con una base más o menos natural. Pero, en todo caso, cultural, en el sentido de que para el ser humano no hay naturaleza, sino cultura, incluso en los comportamientos aparentemente más naturales, más ligados a la naturaleza, como son los sexuales. En ninguna cultura la sexualidad es lo mismo, ni reviste el mismo lenguaje ni el mismo significado. Por eso creo que a este nivel cultural pertenece la diferencia homosexual/heterosexual. Por otra parte, como estudió Gregorio Marañón, la diferencia sexual en el ser humano no es neta; no lo es tampoco en otras especies animales, y hay individuos en los que esa diferencia no llega a su pleno desarrollo.


-¿En consecuencia?


-Yo introduciría el tema de la amistad, que cubre el vacío afectivo que deja la vida sexual, bien cuando no puede ser realizada por viudedad, por separación o por otras circunstancias en las que una persona no tiene la posibilidad de compartir su vida con una pareja de otro sexo. Una relación afectiva puede ser no menos intensa que una relación de pareja.


-La Iglesia mantiene una calificación muy dura sobre la homosexualidad.


-Entiendo que en el fondo del magisterio sobre la sexualidad hay una apuesta muy fuerte por la ley natural, por lo que significa en general la naturaleza como determinante de opciones en las que el hombre encuentra la plenitud, frente a otras en las que no puede encontrarla porque no responden al plan originario del Creador impreso en la naturaleza humana. Pero algunos creemos, sin disenso del magisterio, que nuestro acceso a la naturaleza, como apuntaba hace un momento, nunca es inmediato; siempre está mediado por la historia y la cultura. Creo que esa mediación cultural e histórica es decisiva para entender el comportamiento homosexual, para comprenderlo y para respetarlo. Pero mis opiniones pueden no coincidir con el magisterio de la Iglesia. En todo caso me siento no coincidente, pero no discrepante.

Tomen nota y no lo pierdan, por si hay que echar mano un día de estos de esta fina y ocurrente salida por la tangente: "No coincido con el Magisterio de la Iglesia, pero me siento, en todo caso, no coincidente pero no discrepante". Es decir que el prior de Silos ni es carne ni es pescado pero tampoco es que sea mixtura promíscua ambivalente, sino que es extra-tangencial no coincidente. Digámoslo así.

Y digamos también que supuesto lo dicho de su identificación socrática y lo que dice luego de las homosexualidades atque comprensivas libidinosidades, se deduce, ergo, todo eso que Uds, inteligentes lectores de este exorbitante blog, estarán conjeturando y que yo no voy a explicitar, faltaría más. Diré, no obstante, aquello tan castizo de 'verde y con asas, alcarraza'. Y que el Señor nos libre.

Lo que dice su paternidad el prior de Silos sobre el aborto y la eutanasia, mejor lo leen ustedes solitos, en el párrafo final de la entrevista. Yo me resisto a ponerlo aquí.

Como reflexión final a la ofuscante charla del prior de Silos, fíjense Ustedes que en ninguna de sus respuestas habla su reverencia el padre prior ni de Dios, ni de Cristo, ni de la Virgen, ni de los Santos. Ni aconseja las virtudes monásticas, ni exorta a la vocación religiosa, ni cita siquiera una máxima venerable. Nada.

El prior de Silos, señoras y señores.

Conque imaginen (si atreven) todo lo demás.


+T.