Hace tres años, publiqué aquí, en ExOrbe, este articulete: Pio V: La fe y el culto Comentaba y reflexionaba a propósito de San Pio V y del admirable cuadro de Michele Parrasio, una preciosa obra digna de estar expuesta al culto y no en un museo (además no suele estar a la vista, pues se encuentra entre las pinturas del fondo-depósito del Museo del Prado --> --> aquí puede verse el cuadro en formato mayor).
Entre otras cosas, decía que celebro dos veces al Santo Papa del Misal Tridentino, el 30 de Abril (novus ordo) y el 5 de Mayo, como se celebró siempre hasta la remoción postconciliar. Y le tengo afecto a las dos oraciones, la que trae el Misal del 69 y la del Misal Tradicional.
Así reza la de hoy, 30 de Abril:
Deus, qui in Ecclésia tua beátum Pium papam ad fidem tuéndam ac te dígnius coléndum próvidus excitásti, da nobis, ipso intercedénte, vívida fide ac fructuósa caritáte mysteriórum tuórum esse partícipes. Per Dóminum...etc. Amen.
En el Misal español:
Señor, tú que has suscitado providencialmente en la Iglesia al papa San Pío para proteger la fe y dignificar el culto, concédenos, por su intercesión, participar con fe viva y con amor fecundo en tus santos misterios. Por nuestro Señor Jesucristo...Amen.
Los conceptos que en la oración propia identifican la obra de Pio V, los que le definen como un hombre santo y providencial para la Iglesia, son dos: la protección de la fe y la dignidad del culto, dos acciones promovidas con especial dedicación y excelentes frutos por el Papa Ghislieri. Por su anterior oficio de inquisidor, sabía bien dónde radicaba el mal de la iglesia de su tiempo, dónde, pues, había que aplicar el remedio: En la doctrina y en la liturgia. Pio V, que es, entre todos los de su época, el Papa de Trento, fue no sólo consciente sino también agente; comprendió y actuó, examinó y corrigió, diagnosticó y curó. No todos saben conjugar las dos acciones. Y son muy pocos los que lo hacen bien, integrando una acción en la otra, y viceversa.
Cuando el Papa Benedicto XVI, en varios documentos, insiste en la sentencia antigua 'lex orandi, lex credendi', está sintentizando en cuatro palabras aquello que hizo tan admirablemente bien San Pio V. Todos los católicos conscientes queremos que reviva, con toda su fuerza y solidez, esa convicción, con todas sus consecuencias.
Al postconcilio se le achaca, entre otros males derivados, la descomposicion de la unidad integrante de doctrina y culto. Podríamos discutir sine die qué mal sobrevino primero, si por la deformación de la liturgia devino la degeneración de la doctrina, o si por la perversión de la teología se llegó a la banalización del culto. ¿O fue, acaso un fenómeno simultáneo, derivado, sincopado, recíproco, sin solución de continuidad entre uno y otro, por crisis de todo el centro axial de la Iglesia? Porque lo que se cree y lo que se adora, la confesión de la fe y su expresión formal, es algo sustancial, fundamental, básico.
Esto que entendió Pio V en su época, no se ha entendido (no se ha querido entender?) en el postconcilio. A veces, recopilando hechos, datos, memorias, parece como si se hubiera trabajado en sentido contrario: Deconstruir, demoler, desestructurar, debilitar, desencajar, son verbos, conceptos que se agolpan si se examina y juzga la teología y la liturgia del último tercio del siglo XX. No digo que todo haya sido así, pero sí mantengo que el ánimo imperante, general, ha jugado con esos anómalos 'ideales', cuyas consecuencias padecemos.
Compartir lo que digo, es estar persuadido de que sólo una labor actualizada como la de San Pio V, dignificando el culto y protegiendo la fe, podrá librar a la Iglesia de la ruína que la amenaza.
Distíngase que las dos acciones necesarias, sine qua non, son ambas ad intra, se tienen que realizar dentro de la Iglesia, no son actividades ad extra, son operaciones internas.
Mientras, con un cuerpo medularmente enfermo, con un organismo necesitado de urgente intervención médico-quirúrgica, el impaciente paciente prefiere irse de jmj's, años de fe, nuevangelizaciones y demás saraos. Si me explico. Si me entienden. Si se quieren enterar.
Termino con la oración antigua, que habla de un elemento obviado en la del nuevo Misal: El enemigo, que acecha (en todo) y del que tenemos que librarnos para que el mal se remedie. Récenla también:
Orémus
Deus, qui ad conterendos Ecclesiae tuae hostes, et ad divinum cultum reparandum, beatum Pium Pontificem Maximum eligere dignatus es: fac nos ipsius defendi praesidiis, et ita tuis inhaerere obsequiis; ut omnium hostium superatis insidiis, perpetua pace laetemur.
Per Dóminum nostrum...Amen
Oh Dios, que te dignaste elegir por pontífice máximo al bienaventurado Pío V para destruir a los enemigos de tu Iglesia, y para reparar el culto divino, defiéndenos con tu protección para que libres de las asechanzas de nuestros enemigos gocemos en tu servicio de una paz perpetua y estable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Ex Voto
+T.