Ya no se toca. Sólo se ha conservado el toque entre el mediodía y la tarde. Paran las campanas de noche y madrugada y vuelven a sonar por la mañana del dia 2. Pero no es lo mismo que estar oyendo dia, noche y madrugada el toque de muertos, sin parar.
Los monaguillos iban de puerta a puerta pidiendo "la limosnita de los Santos", y en cada casa les daban algo, ya fueran unas pesetillas, un duro los que más,o un puñado de castañas, o de bellotas, también algunos dulces. Eran para que se los tomaran durante las pesadas horas de toque en el campanario. Se ponían algodones en las orejas, y se pasaban un dia entero, entre el de los Santos y el de Difuntos, doblando las campanas. De noche, encendían una fogatilla en el campanario, para calentarse. De lejos, se veía la luz temblona de la candela alumbrando desde dentro los arcos de las campanas, que no paraban de tocar.
En las ciudades, el uso de las campanas es casi impracticable. En los pueblos, todavía se conserva en muchos, aunque sea un toque reducido de Ánimas, y no el continuado como antiguamente. En una ciudad, la muerte se escabulle y apenas se nota; en un pueblo, señorea todavía con bastantes "recursos". En mi pueblo tocan "la señal" en la torre de la Parroquia cuando muere alguien. Se empieza con una especie de "clave" distinguiendo al muerto con tres campanadas previas si es hombre, y dos si es mujer; seguidamente, comienzan a doblar el toque de difuntos. Y se hace un silencio respetuoso,"ambiental", temeroso, como si se suspendiera un rato el ruido corriente de la calle.
Cuando no se oye el eco de la muerte, no se aprecia tampoco el canto de la vida.
Estoy convencido.
+T.