domingo, 11 de mayo de 2008

D Sixtinus (o cinquecento del comienzo de la Gloria del Cinquecento)


Sólo en un par de sitios de internete he leído algo sobre la efemérides. Merecería más, pero nuestros mezquinos tiempos no están para memorar grandezas que los dejen aun más desfavorablemente empequeñecidos por comparación.

Érase que hace quinientos años-500, Michelángelo Buonarroti tomaba sus pinceles y comenzaba a pintar la bóveda de la Capella Sixtina, un 10 de Mayo del año del Señor de 1508.

Cuando el otro día escribí algo sobre El Caravaggio de Derek Jarman, tenía pensado escribir también de la peli sobre MiguelÁngel, la Sixtina y Julio II, "El tormento y el Éxtasis" - "The Agony and the Ecstasy", en título original. Una buena peli de Carol Reed (1965), con dos fenomenales Charlton Heston/Michelángelo y Rex Harrison/Julio II que se adueñan de cámara y acción anulando a todos los demás actores, mero reparto de relleno (incluída la princesina medicina, un prescindible fiasco).

La versión sobre la historia es más que aceptable. La sembianza del Papa guerrero, muy bien hecha. La "crisis" de la Sixtina, bastante aproximada. El estudio-confrontación de los caracteres de artista y mecenas, muy apropiado. De camino, suscita reflexiones-temas clásicos: ¿Es tan importante la intención del mecenas-promotor como la del artista-ejecutor? ¿Cuánto valen, cuánto pesan cada una? ¿Qué se le debe, finalmente, a cada una de ellas? ¿Son independientes o dependientemente coordinadas? ¿Casualidad o Providencia?
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No me gusta, sin embargo, que la peli vulgarice un episodio tan trascendetal, que quedará para muchos en ese formato insuficiente.

La Capella Sixtina es uno de los centros del Occidente Cristiano, a la par que un cenit del Arte. Personalmente, admiro cada vez más las pinturas del Quattrocento. Los frescos de los muros laterales, los del Botticelli y Signorelli y Ghirlandaio y Roselli y Perugino, me parecen cada vez que los contemplo más fascinantes, más preciosos. Y la bóveda del MiguelÁngel y el Giudizio, son otra cosa, arte de otra dimensión, apenas cotejable con nada más. La transición entre el plano quattrocentista y la bóveda y el muro miguelangelescos, es absoluta, definitiva. Si hay lugares donde es apreciable el summum de la expresión artística, la Sixtina es uno de ellos, quizá el más ricamente impactante por la galería de grandes que allí se citan.

Michelángelo es un tránsito al plus ultra de la inspiración y las formas, ya esculpa, ya pinte.

¿Y los Papas? Aquellos della Róvere, el humanista Sixto IV que la levanta y empieza a decorar, y el bélico sobrino Giulio II que empeña al Buonarroti en la bóveda; y el también extraordinario Paulo III Farnese, que, entre nepotes y Trento, le encarga el Giudizio.

Pero ni siquiera la Sixtina es perfecta: Lamento que el Giudizio tape la Asunción de la Virgen del Perugino; también me incomodan las pinturas de van der Broeck, ínfimas entre las otras; me duele el expolio y la dispersión y destrucción de los arazzi del Rafaello. Y sobre todo sufro que la Sixtina se haya convertido desde los años cincuenta en una sala de museo, siendo una Capilla Papal y un Santuario del Arte Cristiano (eso sin sumarle la gloria añadida de ser el recinto de los Cónclaves desde hace un par de siglos).

No soporto que el turismo vulgar pisotee el pavimento de la Sixtina; me rebela que entren allí las turbas del vulgo.

¡Sancta, sanctis!

Si yo pudiera, haría una "sixtina virtual", en secreto. Y el populacho pasaría, y pisaría y vería hologramas o lo que fuera. No lo iban a notar.

¿Y quien vería la verdadera? Nos, of course. Nos y quienes fueran presentados y recomendados por Nos. Seulement.

Lo pienso y deseo y escribo tan en serio: Que los que me conozcan den fe!


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