miércoles, 4 de febrero de 2009

Tiempos de dolor y probación


Crecerse con el viento favorable, la vela hinchada y el mar amigo, no define al marino. Aguantar la calma inmóvil y esperar paciente el viento; o mantenerse firme al timón cuando la tempestad arrecia y la mar se vuelve procelosa: Ahí sí se desvela el capaz, el valiente, el capitán.

De vez en cuando es necesario volver a la Parábola del Trigo y la Cizaña. Y aprender que si el Reino de Dios está dentro de nosotros, el campo de la siembra y el crecimiento del trigo y la mala semilla también está en nosotros, somos nosotros. Y la Iglesia también, Reino de Dios sembrado, plantado en el mundo, que crece en el mundo encañando y granando espigas de trigo...junto a la cizaña que el Enemigo sembró, nos sembró.

De cristianos cabales es desarrollarse en la fe de nuestros padres, del Abrahám que cree y espera contra toda fe y esperanza: Él cree y espera. Repitiendo como una salmodia el "maldito el hombre que confía en el hombre y en la carne pone su confianza" de Jeremías con el "yo sé de Quién me he fiado" de San Pablo, cimentando en la fuerza del Agios Ischirós la fragilidad del hombre de barro.

Dudamos de nosotros y de nuestras obras. No se duda de Dios y de su sabia y bondadosa Providencia, que saca agua del perdenal del desierto y hace brotar salud de la llaga leprosa.

Y así transcurren los dias de su Iglesia en la tierra, repitiendo suplicantes la escena aquella con dolientes nuevos: "...si vis potes me mundare".

Los que no saben dirán que son tiempos de derrota. Los que creemos sabemos que es tiempo de crecer, de madurar, de abrir yemas y brotes, de florecer y dar fruto.

Tu autem Dómine miserere!


+T.