Cuánto de las supersticiones de la antigua Roma han perdurado entre nosotros, Dios lo sabe. Pero si de interpretar hechos actuales como augurios sobre el futuro inmediato se tratara, los presagios en torno al Sínodo de la Familia serían declarados funestos. Tomo estos tres:
- El vaticano se desentiende expeditivamente del encuentro de PP Franciscus con la valiente y comprometida funcionaria de EEUU que fue detenida y encarcelada por negarse a tramitar una 'boda' gay: No fue una muestra de apoyo del PP Franciscus a Kim Davis
- Se publica que PP Franciscus recibió (muy afectuosamente) durante su estancia en los EEUU a un antiguo alumno y a su pareja gay.
- Un monseñor de la Curia Vaticana, secretario de la Comisión Teológica internacional, se reconoce gay militante y con pareja.
Esta última nueva incluso tiene ya estrambote cualificado: Un obispo mexicano apoya al gay-monseñor y sus declaraciones.
Si estas tres 'señales', todas tres de la más reciente actualidad, las ponemos en relación con el Sínodo de la Familia que se reúne en Roma, las sesiones y debates sinodales no podrían estar bajo augurios más negros...O no, porque, dependiendo de quién mire o interprete, la cosa será según las proclividades del augur de turno. Así, imaginamos que habrá algunos que lo estarán celebrando, mientras otros ya lo estén lamentando.
Hace unos días, publicaban un artículo del vanguardista pseudo-teólogo des-católico jesuita chileno J. Costadoat, que hablaba de dos cismas, uno blanco y otro rojo. A pesar de que supura heterodoxia por todos sus poros, el artículo describe un panorama eclesial bastante real en cuanto al dilema que se plantea en torno, dentro y fuera, del Sínodo. En un perverso desenfoque, el jesuita Costadoat llega a decir que la doctrina moral familiar que ha mantenido y predicado la Iglesia hasta ahora es 'aberrante' para la juventud y la sociedad en general, que han asumido otros conceptos y perspectivas que exigen a la Iglesia una reconstitución de la doctrina moral tradicional, so pena y riesgo de perder para la evangelización, definitivamente, al mundo contemporáneo, cerrado a la vieja predicación de la Iglesia. Con la precaución que cabe, lean el articulete, que es interesante: Cisma blanco, cisma rojo
Desde esas consideraciones, al final, el cisma tan temido, se reconoce como un cisma efectivo, una situación que fuerza a la Iglesia.
Obviamente, el quid de la cuestión, sobre lo que diferimos con el articulete del jesuita, es la resolución que esperamos (o tememos) del Sínodo: ¿Al final, la doctrina se mantendrá católica o contemporizará con la masa social?
O algo que aun se teme más: ¿Será PP Franciscus quien resuelva...motu proprio?
Oremus!
+T.