martes, 1 de octubre de 2013

Proyectos, novedades, periferias, aproximaciones

 
Los herejes suelen ser inteligentes, por encima de la media. Si son serios, reduplican su peligrosidad. Si son virtuosos (que pueden serlo) son un peligro formidable. A Hans Küng le falta el carisma virtuoso (sencillez, pobreza, humildad, mansedumbre, piedad) para ser formidablemente peligroso; pero, a pesar de sus limitaciones, mantiene una inteligencia más que notable, y sabe decir las cosas, exponerlas bien y explicarlas. Por ejemplo en este artículo:

La prueba decisiva de Francisco

El artículo es uno más de los que ponderan a PP Franciscus y le animan a navegar plus ultra. La impresión de muchos - también la mía - es que todo será menos, como la decepcionante conclusión del dicho 'vísperas de mucho, días de nada'. Bueno, de nada no; más bien, quiero decir, de poco. De poco según lo que muchos esperan, esos que son una especie de versión eclesial del '15M', todo ilusiones, todo deseos, todo fantasía de revoluciones eclesiales que PP Franciscus propiciará. Hasta lo dicen, con cierto aire de proclama desafiante:

Ernesto Cardenal habla de Francisco, un 'Papa revolucionario'

Pero la cosa no alcanzará ese nivel. Lo que sea que será dejará insatisfechos a los revolucionaristas, siempre feroces, rabiosos, violentos contra el altar que subsiste cuando los tronos ya cayeron (o quedaron reducidos a la mínima expresión de su tronío). Los que quisieran ver igualmente inane al Papado, sin el poder de las llaves petrinas, se verán defraudados, algunos, incluso, puede que se sientan traicionados por esperar lo que PP Franciscus no hará ni dará.

Mi aprensión, así y todo, es temer que lo que se vaya haciendo y concediendo deje a la Iglesia más débil, más expuesta, más fracturada. Las tendencias francisquistas son, en este sentido, suficientemente alarmantes, sin ser extremas.

Está en el ambiente, el aire transmite la expectación, la novelería se ha adueñado de los ánimos, todos esperan algo. Y lo van a tener, por lo menos esa prensa aun entusiasta lo va contar así, como una gran novedad francisquista, sea lo que sea. Incluso si no es de estreno, también se tomará como algo a estrenar.

Como muestra de la expansión de la onda (que busca las periferias, plena de ansias centrífugas, excéntricas) me he encontrado con algo que no esperaba. En el articulete de H. Küng que enlacé más arriba, se dice esto:
"...las mujeres que se deciden a practicar el aborto por razones serias, muchas veces con grandes conflictos de conciencia, merecen comprensión y piedad."

Se refiere el hereje Küng, naturalmente, a la piedad eclesial.

Pues heme aquí perplejo, bajo cierto efecto de shock, al enterarme que en mi diócesis ya se practica el consejo de H. Küng:

Proyecto Raquel

Se nos explica que:
"...quiere ser la respuesta de la Iglesia para ayudar a las personas heridas por casos de aborto(...)para la sanación y reconciliación de la mujer que ha abortado, ayudándole a comprender la verdad y gravedad de lo ocurrido, a alcanzar el perdón y la reconciliación con Dios y reconciliarse con el hijo abortado confiándoselo a Dios y reconstruyendo su propia vida poniendo en el centro al Señor"

Pero yo no entiendo. ¿Proyecto, dedicación, medios...para 'reconciliación' de madres abortadoras? ¿No hay, no existen, otras y mejores urgencias que atender, en el mismo campo de la lucha pro vida, sin ir más lejos?

¿No da cierta impresión enfermiza, decadente, una moral que promociona la defensa de la vida del nonato amenazado social, legal y familiarmente y a la vez promueve la compasión para los responsables?

¿Dónde queda el concepto de arrepentimiento y penitencia cuando en su lugar parece sobresalir la comprensión benevolente más que la actitud penitencial? ¿Acaso el psicologismo está usurpando el terreno que pertenece al fuero de la conciencia, un espacio sagrado vinculado al Sacramento, no a la recepción comunitarista-projimista? ¿El tratamiento rehabilitante de la persona y no la contrición (y también la atrición) del penitente?

Un iluminado me decía que no fuera duro, que esto era, al fin y al cabo, como lo del Hijo Pródigo, y que me estaba comportando como el hermano mayor quejoso.

Yo le dije que sí, que había dado en la diana, que así era yo, de una pieza.

Obviamente mi iluminado corrector (fraternal, of course) se creía el protagonista mejor de la parábola. Sin timidez, sin dudarlo.

Paso a paso nos acercamos a situaciones muy parecidas a aquellas que provocaron la gran crisis de la Conferencia Episcopal Alemana, bajo la presidencia del polémico cardenal Lehman, cuando las parroquias impartían cursos de concienciación/información para las interesadas en abortar y les expedían el certificado de asistencia al curso, documento que les servía luego para acreditar la información requerida legalmente para acceder finalmente al aborto. Aunque este 'proyecto raquel' no sea (todavía) eso, tengo la impresión de que es un paso más para que surja una sensibilidad comprensiva que postule el respeto de conciencia (y circunstancias) de las abortadoras. Si esto no se ve, es que se ve muy poco.

Mis dudas mayores, sin embargo, versan, por el momento, sobre esa sintonía, que me inquieta, entre lo del 'proyecto raquel' ese y lo dicho por H. Küng en su articulete. ¿Estamos tan cerca, tan próximas están ya nuestras posiciones?


+T.