domingo, 17 de febrero de 2008

¡Qué bien se está...!



Fué sólo un chispazo de Gloria...pero estaban en la gloria.
Fue como un adelanto, una muestra, una prueba, un aperitivo de la Gloria, y les supo a gloria!

Querían más, que durase más, que no pasara, querían quedarse en la gloria...

Como un flash, en lo que dura un fogonazo, vieron más, entendieron más, gozaron más, intensamente, de forma sobrenatural: Verdad, Bondad, Belleza. Veían en Él, por Él, con Él. El Hijo, el Predilecto, a Quien hay que escuchar.

Pero fue un momento, un cenit con gloria, pero no la Gloria. Todavía no.

La segunda parte fue Getsemaní: El mismo Protagonista, los mismos testigos, el mismo Misterio...pero con otra revelación: La gloria de la Pasión, con agonía, sangre, oblación y oración. También sobre un monte.

Son tres Montes: Tabor, Getsemaní, Calvario; fueron tres montes: Moria, Sinaí, Sión.

Los místicos repiten la lección de la subida al monte: Subida al Monte Carmelo, Subida al Monte Sión. Porque el Tabor es un momento de gloria y ánimo; no es para "estar", es para seguir: Para poder seguir. En este mundo, los montes de Dios son dinámicos, no estáticos; están hechos para subirlos, no para quedarse en ellos. Hasta que lleguemos al Monte, el último, Su Monte, que es eterno y será - ya también para nosotros - eterno.

No se puede subir al Monte sin el Maestro, al monte se sube con Él, y nuestra vocación es de subida, siempre subida.

"Ecce ascendimus Ierosolimam..." Mt 20, 18.

Saber y entender esto es una vocación: Una vocación de altura!

+T.