Es terrible porque las improvisaciones francisquistas son imprecisas, confusas, desorganizadas, equívocas. Por ejemplo, lo que ha dicho de vuelta de Armenia cuando le han preguntado, entre otras cosas, por Lutero, y ha improvisado esto:
"Las intenciones de Martín Lutero no eran equivocadas, era un reformador. Quizá algunos métodos no eran los correctos, pero en aquel tiempo, si leemos la historia de Pastor, un alemán luterano que después se convirtió cuando vio la realidad, se ha hecho católico, en aquel tiempo. La Iglesia no era realmente un modelo que imitar. Había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, obsesión por el dinero, el poder. Y por eso él protestó. Era inteligente, dio un paso adelante, justificando por qué hacía eso. Y hoy luteranos y católicos, protestantes todos, estamos de acuerdo sobre la Doctrina de la justificación. Sobre este punto tan importante él no estaba equivocado. El dio una medicina a la Iglesia, pero después, esa medicina, le ha consolidado en un estado, en un estado de cosas, en una disciplina, en un modo de creer, de hacer, litúrgico, y luego no estaba solo, estaba Zwinglio, Calvino, cada uno distinto del otro y detrás de ellos, ¿quiénes estaban? Los príncipes. 'Cuius regio, eius religio'. Debemos meternos en la historia de aquel tiempo, no es una historia fácil de comprender. Después fueron adelante las cosas, hoy el diálogo es muy bueno; ese documento sobre la justificación creo que es uno de los documentos ecuménicos más ricos, más profundos. Pero hay divisiones, dependen también de las Iglesias. En Buenos Aires había dos Iglesias luteranas, una pensaba de un modo… en la propia Iglesia luterana no hay unidad, pero se respetan y se aman. La diversidad es lo que quizá nos ha hecho tanto daño a todos. Hoy tratamos de retomar la entrada para reencontrarnos tras 500 años. Debemos rezar juntos. Rezar. Para esto la oración es importante. Segundo, trabajar por los pobres, los perseguidos, tanta gente, los refugiados, tanta gente que sufre. Trabajar juntos y orar juntos. Y que ideólogos estudien juntos, buscando… esto es una historia larga, larguísima. Una vez bromeando dije: «yo se cuál será el día de la unidad plena». ¿Cuál? El día después de la llegada del Hijo del Hombre. Porque no se sabe, Él es quien hará la gracia, pero mientras tanto: orar, amarnos y trabajar juntos, sobre todo por los pobres, la gente que sufre, la paz, tantas cosas, el aprovechamiento de la gente, muchas cosas en que se está trabajando conjuntamente."
Como me da pereza desglosar y comentar lo improvisado, dejo sólo constancia y que cada lector de ExOrbe (porque les supongo a los susodichos un nivel suficiente, of course) hagan mentalmente las apostillas necesarias.
La filo-luteranía es una infección que ha cundido mucho en estos últimos tiempos, desde después del V2º especialmente. Los católicos hemos olvidado, entre otras muchas cosas sobre muchos otros temas, las monumentales biografías de los muy doctos historiógrafos el dominico Henry Denifle (1904) y Hartmann Grisar S.J. (1908), que trazaron con sólida investigación y documentación un perfil de Martín Lutero difícilmente refutable. Según táctica de los agentes des-católicos, nos dirán que son obras 'superadas', que es lo que dicen cuando algo ha resultado, dadas las circunstancias, molesto por su rotunda verdad, es decir, 'políticamente incorrecto' (ecuménicamente incorrecto, diríase en este caso).
Como decía que la cosa viene pegando hace ya tiempo, les refiero estas entradas publicadas en este mismo blog, en estos últimos años, por si quieren Uds. leer (o recordar lecturas):
Lutero sigue Lutero
Lutero es Lutero (y eso no hay quien lo enmiende)
La verdad que ayer se enseñaba y que hoy nadie se atreve
Cuando se acercan los temidos fastos de los quinientos años de 1517, recordar los hechos (verdaderos) y sus protagonistas (auténticos) es un deber muy grave.
Ignoro si el ecumenismo políticamente correcto incluye o prevé maniobras de falseamiento por ocultación de los hechos o re-edición maquillada de los personajes. Por eso he puesto otra vez de ilustración la máscara mortuoria de Martín Lutero, tan expresivamente auténtica.
+T.