Desde que salió al balcón (¡ay aquel 13-3-13!!!) casi todo lo que dice necesita aclararse porque suena turbio, tan turbio que espanta. Esto que ha dicho, también tendrá que aclararse, porque atufa maloliente: "...El santo Pueblo fiel de Dios, no le teme al error...".
Yo seré de otro pueblo, porque temo mucho el error. Sobre todo cuando amaga en instituciones que son garantes de la verdad. Soy de los que profesan la sentencia metafísica: Ens et verum convertuntur. Si el ser no coincide con la verdad...¿qué pasa?
Tampoco dice nada nuevo, por otra parte, porque repite tópicos manidos, consignas vacías, acusaciones que son dardos que él sabe a quien dirige y nosotros sabemos a quien pretende herir. Si para él su oficio (su vocación?) es una aventura que incluye el error como una atrayente fascinación confundida con la libertad malentendida, tenemos un temerario irresponsable manejando el timón de la barca.
"...El santo Pueblo fiel de Dios, no le teme al error; le teme al encierro, a la cristalización en elites, al aferrarse a las propias seguridades. Sabe que el encierro en sus múltiples formas es la causa de tantas resignaciones..."
Qué mal suena. Qué mal huele. Qué amargo sabe.
Y encima, es un mensaje más rancio que un copla de Joan Baez.
+T.