Muchas conclusiones y pronósticos se pueden hacer con lo visto y oído durante este primer cuatrimestre del Pontificado del Papa Francisco. Lo más interesante, sin embargo, es aquello que ni se ha visto ni se ha oído. Aunque el Papa Francisco dice y deja ver cosas sorprendentes.
Sin ir más lejos, en la entrevista volante al regreso de la JMJ carioca, hizo un raro ejercicio del antiguo 'mantenella y no enmendalla' respecto al escandaloso caso de Monsignore Ricca, el del IOR, el del (supuesto) devaneo con el miles helvéticus. Cuando se oye lo que dijo el Papa y se ha leído lo que publicó la prensa, uno se siente un paso más allá de la perplejidad. El comentario conclusivo es que Francisco no domina el medio curialesco vaticano, como el caso Ricca parece evidenciar. Ignoramos cual será el próximo episodio; imaginamos que Ricca renunciará y hará un discreto mutis. ¿Pero y si se queda, con el visto bueno de Francisco? Un monseñor conocido y tratado ocasionalmente en un albergue romano (aunque este tenga el rumboso nombre de 'Casa Internacional del Clero') no parece ser suficiente garantía para la encomienda de un puesto tan delicado, comprometido y comprometedor como el del IOR. Algo especial, alguna cualidad notable le vería Francisco a Ricca. No sabemos cual.
Tampoco sabemos qué ha visto PP Franciscus en Maradiaga, nombrado cabeza de los 8 super-cardenales, esa excelsa camarilla, la crème de la crème de la más alta clerecía. Confieso que le profeso cordial antipatía al prelado hondureño, que no me explico por qué llegaría a prelado, primado y cardenal. Si como es sospechable el ser salesiano ha computado en su favor, la antipatía se incrementa con un plus de preocupante salesianidad. El salesianismo vaticanesco de estos últimos lustros es un particular digno de estudio (o de investigación).
Mi antipatía por Maradiaga es antigua. Hace ya unos años, cuando el golpe militar contra el presidente Zelaya y la injustificable 'implicación' de Maradiaga, publiqué en 'El Púlpito' un articulete sobre el infausto prelado: Un Cardenal en Camiseta. También lo publicamos aquí, en Ex Orbe (con comentarios cerrados) y algunos añadidos, en otro articulete sobre lo mismo: Cardenal Maradiaga, alarmantes noticias.
Nunca me ha parecido un personaje merecedor de esa aura que las vanguardias des-católicas reservan para sus preferidos. Me parece un típico prelado promovido más allá de sus cualidades, con unas preocupantes referencias. Cuando pienso en Maradiaga no logro separar su estampa del perfil 'liberal-politicante' con que le asocio. Así y todo, su promoción dentro del Colegio Cardenalicio le ha convertido en uno de sus miembros más destacados; se dice que fue uno de los tres más votados en los dos últimos cónclaves. También se dijo que lo nombraron presidente de Cáritas Internacional para sacarlo airosa y diplomáticamente de Honduras, donde se había granjeado una peligrosa animadversión después de lo de golpe contra el presidente Zelaya. En la prensa hondureña se publicaron acusaciones muy comprometedoras, como las que relata este artículo: El Cardenal golpista
Un personaje con ese currículum no parece ser el más adecuado para moderar el gabinete de los súper-ocho del Papa Francisco.
Me lo imagino actuando en la curia vaticana, charlando, enredando y saliendo en los medios, repitiendo su discurso liberacionista ligth, retratado oficialmente con clergyman, filetata roja y solideo para las ocasiones, y en privado, entre amigos, vistiendo guayabera o sencilla camiseta/remera blanca, para recoger los aplausos de sus fans.
Francisco sabrá por qué lo ha nombrado.
Quizá lo ha nombrado solamente para eso, para ser mascarón de proa. Y nada más (y nada menos).
+T.