domingo, 10 de agosto de 2008

De puertas, novenas, impedimentos y otras cuestiones


Me subleva la gatera que dejaron para entrar y salir de la Capilla Real. Un portillo que hubo que destapiar y que se remontaba a cuando hicieron la capilla, más o menos. La puertecilla están tan disimulada, que como no sepas donde está te pasas de largo y no la ves. Las que eran puertas para entrar y salir (que esa es la función de una puerta) las dejaron "señalizadas" y reservadas bien para entrar o para salir. Los turistas, preferentemente.

Las puertas de nuestra Catedral son...a ver si me salen del tirón: La primera, la principal y mayor y más grande, la de la Asunción, que se abre cuando llega y hace su entrada solemne un Arzobispo nuevo y cuando sale porque lo llevan a enterrar (oportunidades celebradas, unas más que otras, según quién cómo y cuándo. Huelgan comentarios.). También se abrió las dos veces que estuvo el Papa Juan Pablo II, y la última vez para una ocurrencia que quiso remedar la apertura de la Puerta Santa cuando el Jubileo del MM. Es la puerta de las puertas, con el nombre de la Titular del Templo Catedral, la Asunción.


Después, la de San Miguel, la que da frente al antiguo Colegio de San Miguel, hoy colmena de soñados y envidiados pisos y apartamentos de canónigos. Al que piense que el clasismo en la Iglesia terminó, que se pase y se dé una vueltecita por la Plaza del Cabildo y compare las condiciones en que viven unos pocos por obra y gracia de su Señor (Arzobispo). Alecciona y desengaña mucho. Pues frente por frente al arquillo de entrada a las casas de los canónigos está la Puerta de San Miguel, con el precioso relieve del Nacimiento (Mercadante de Bretaña fecit), por la que sale la Custodia el dia del Corpus y por la que entran los pasos de las Cofradías de Semana Santa.


Haciendo pareja, al otro lado está la Puerta del Baptisterio, junto al extremo de la fachada que se continua con el Sagrario. Como la de San Miguel, está decorada con esculturas en terracota , de Mercadante y Pedro Millán; la escena del Bautismo del Señor en el tímpano y Santos sevillanos en las enjutas del arco, bajo doseletes. Preciosas y muy afectadas por la intemperie, las nefastas palomas y la contaminación de los coches (más las constantes y regulares trepidaciónes del tren pseudo-tranvía de Menteserrín). Una pena que a saber cuánto va a aguantar. Más de una vez se ha pensado en meter las esculturas dentro y mandar hacer réplicas sintéticas para sustituirlas fuera. Total, qué más da si lo que nos da fama y prestigio es el tren pseudo-tranvía, tan necesario, que no nos lo merecemos de bueno que es.


Esas son las tres puertas de la fachada occidental, la principal. En la parte opuesta, mirando al Oriente, la Puerta de los Palos, por la que entra la Custodia, sale y entra la Virgen de los Reyes el dia de la Asunción, y por donde salen los pasos de Semana Santa (y por donde entra y sale el Señor Arzobispo cuando viene a la Catedral, porque es la que le pilla más cerca de Palacio) . Otra preciosidad (la puerta, no el Señor Arzobispo) del XV-XVI (idem), con esculturas del maestro Perrín o Florentín (según quién sea el que te haga de guia). Con el particular de que es la vecina de la Giralda y la más utilizada para entrar y salir de la Catedral hasta que empezaron los vetos, obstáculos y ordenanzas para entrar y salir.

Al otro lado del ábside de la Capilla Real y haciendo pareja con la anterior descrita, la Puerta de Campanillas, del mismo estilo, cronologia y artista. Allí, en el muro de la cabecera de la Capilla Real, es donde abrieron la gatera como entrada "para el culto". La Capilla Real es la única de la Catedral que mantiene culto regular y diario (excepción hecha de la Misa Capitular que se celebra - si el tiempo no lo impide - en la Capilla del Altar Mayor).

Durante todo el año salvo las Solemnidades, la Catedral es más museo que templo. El turismo entra por la Puerta del Príncipe - por otra puerta menor y discreta que da a su amplio atrio -. La Puerta del Príncipe o de San Cristobal o de Colón está en el extremo del crucero de la nave de la epístola, frente a la Lonja del Archivo de Indias. Por esta puerta entran los Reyes, príncipes y visitantes de rango y honor. Es una entrada extraña porque cuando le colocaron delante el cenotafio de Cristóbal Colón, quedó muy limitado el acceso (aunque en muchos sitios ya darían lo que no tienen por tener semejante "obstáculo" colombino en una puerta).


Queda la Puerta del Lagarto, que da al Patio de los Naranjos. Y la de la Concepción (brazo del crucero del evangelio), que no se abre porque lo impide el Altar del Corpus, un monumento de plata que era desmontable y ahora está el año entero montado. En la misma nave, a los pies, junto al Baptisterio, la Puerta del Sagrario, que da directamente a la nave de la Parroquia aneja. Casi tocando a la Giralda, la puerta que da a la nave del lagarto y la Colombina por el Patio, puerta muy "discreta" pero la más antigua de las que hay. Y finalmente la Puerta del Perdón, en las Gradas, acceso principal al Patio de los Naranjos, y uno de los enclaves más castizos de nuestra Catedral.


En estos días de la Novena de la Virgen, abren las puertas que dan a la Avenida (San Miguel y Bautismo) y las dos de la Plaza (Palos y Campanillas); durante la mañana, sólo queda abierta la de los Palos. Para llegar al Altar de la Novena, unas antipáticas azafatas te franquean el paso (aunque reconozco que a mí me ven venir y se esconden, más bien). Delante de la Virgen siempre hay gente, más de la que da impresión porque la Catedral es tan grande que nunca se calculan bien. Por las tardes, se llena la nave de la crujía-crucero y dos buenas partes de las naves del evangelio, a un lado y otro del estrado donde está la Virgen.

La Virgen está en su paso de tumbilla, ya montado. Tiene delante el altar de plata de la Capilla Real, y detrás el Monumento. Los dias de la Novena se rezan las antiguas plegarias y se cantan en responsorio adaptado una de las Cantigas de Alfonso X (que estaban en la Capilla Real por expreso deseo del testamento del Rey Sabio y que Felipe IIº expolió para llevarselas al Escorial, de donde deberían haber vuelto sin contemplaciones). Como los canónigos son cutres y mezquinos, la decoración es mínima. Menos mal que los elementos son de primerísima y de museo, rentas de otros tiempos y más espléndidos calonges. Llamativa paradoja, la ciudad de los priostes no tiene priostía para su Patrona.
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Pero la Virgen lo centra y lo colma todo, sonriente (su sonrisa "egineta" que decía Hernández Díaz), con el Niño más sonriente, tan morenito. La corona de filigranas y amatistas tiembla y reluce cuando pisan la tarima (la de oro y brillantes de la Coronación sólo se la ponen para la procesión de tercia del dia de la Asunción, con uno de los mantos de salida, que van rotando para que no se repitan). Lleva en Sevilla casi ocho siglos, desde que la entronizó San Fernando cuando la Reconquista. Rezar ante Ella es conectar con el Cielo desde la Historia de España, como una gracia especial, gratis data. Y sevillana. No se le dicen vivas, pero se le sueltan lágrimas y suspiros a golpes de abanico y ritmo de Salve.

Si a estas alturas algún paciente visitante se pregunta a qué viene esta perorata de puertas y novenas, le aclaro que viene por esto. Y en esto pregunto (retóricamente) : ¿A quién siendo impio confeso se le ocurre quejarse de trabas a la piedad? ¿A quién siendo impío confeso le extrañan las adaptaciones modernas de la piedad al "turismo cultural"? ¿A quién siendo impío confeso le importa un pito jerarquías y demás clericaturas las que sean? Que me importen a mí, se entiende; pero a los desafectos, no. Como si yo me irritara porque ponen vallas en la Meca y no dejan pararse un segundo seguido en la Kaaba. Pues lo mismo con los mutatis mutandis de rigor.

Y para que no se piense mal, recomiendo a los afectados que la próxima vez se procuren introductor de embajadores y eviten tratos con azafatas, guardias y demás clases plebeyas. Para ciertas visitas, mejor ir con un compadre que sepa y pueda. Yo mismo me ofrezco para. (De nada, de nada; para eso estamos).

p.s. Ah! Una cosa, que se me olvidaba: Es curioso que a los impíos que no rezan les den brotes de santas indignaciones en las circunstancias más desventajosas, precisamente las que más les animan a mantenerse impíos y sin rezos. ¡Qué misterio!
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p.p.s. Y otra: Que yo no pedí ni pido rien de rien, faltaría más. Je ne connais personne, si me explico (y soy - más bien - partidario de la libertad de cátedra...sin pasarse).
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p.p.p.s. ¡Qué ocurrencia hacer turismo en Sevilla en Agosto! Hay ascetas de todo, con las más peregrinas variantes.
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