lunes, 16 de diciembre de 2013

Francisco, pro-profetista & no-clerical

 
Tener un Papa anti-clerical es un fenómeno digno de estudio (o de diván). Quizá estemos ante un raro caso de oxímoron pontificio, si se me admite el concepto, semper salva reverentia, of course. Aunque no sé si definir tal que así el caso, porque no es fácil. Desde que empezaron las breve-homilías de Santa Marta notamos que la primera impresión del sermón mañanero debía luego matizarse y analizarse hasta desentrañar la médula de lo dicho. No porque el sermón en sí fuese una pieza digna de exégesis profunda, sino porque, como es improvisado, lo que parece querer decir en el primer fogonazo no es lo que el italiano final, con tropezones, significa en el español-argentino original de la prima intentio. Si me explico. Sería como aquello que cantaban los rojetes de Jarcha, allá por los felices años de la transición -"...La copla que está en mi boca (...) que lejos de aquella copla que estuvo en mi pensamiento...". Pues algo así, secundum mentem Franciscum PP. El problema es averiguar la mente cuando la cosa ya está dicha, grabada y publicada. Y ahí quedó.

Lo de esta mañana - vengo al caso - como ya pasó con otras, no ha sido fácil tampoco de digerir:

"...Cuando en el pueblo de Dios no hay profecía, el vacío que deja es ocupado por el clericalismo: es ese clericalismo que le pregunta a Jesús: ‘¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Con qué legalidad?’. Y la memoria de la promesa y la esperanza de seguir hacia delante se ven educidas solo al presente, ni pasado ni futuro esperanzador. El presente es legal: si eres legal vas hacia delante (...)

Pero cuando reina el legalismo, la Palabra de Dios no está y el pueblo de Dios que cree, llora en su corazón, porque no encuentra al Señor: les falta la profecía. Llora como lloraba la mamá Ana, la mamá de Samuel, pidiendo la fecundidad del pueblo, la fecundidad que viene de la fuerza de Dios, cuando Él despierta la memoria de su promesa y nos empuja hacia el futuro, con la esperanza. ¡Este es el profeta! Este es el hombre del ojo penetrante que escucha las palabras de Dios..."

Hago notar la peregrina aparición en el discurso de Ana, la madre de Samuel, que no me explico a qué venía. Por eso me pregunto si no confunde (¡¡!!) a Samuel con Balaám, ''el de los ojos hermosos, que contempla visiones en éxtasis, con los ojos abiertos..." etc. Porque es la profecía de Balaám (el episodio del Nm 23-24) la que se leyó en la primera lectura de la Misa; de Samuel y su mamá, nada.

En fin, resumiendo, digamos que todo así, confuso, revuelto, como todo lo demás. Pero dijo más, para cerrar la memorable 'marta-homilía':
"...Que nuestra oración en estos días, en los que nos preparamos para la Natividad del Señor sea: ‘Señor, ¡que no falten los profetas en tu pueblo!’. Todos los bautizados somos profetas. ‘Señor, ¡que no nos olvidemos de tu promesa! ¡Que no nos cansemos de seguir hacia delante! ¡Que no nos encerremos en la legalidad que cierran puertas! Señor, libera a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de profecía’..."




Sorry much, sorry much, sorry muchísimo: Yo rezaré para que no nos falte un Papa, que enseñe doctrina clara, que exponga el dogma, que proclame el credo católico, que sea muy papal, muy pontifical, muy sacerdotal. Pediré - como pido todos los días - por el clero, para que sea y se reconozca clero-clero, con intenso espíritu de clericalidad. Y, más que para adelante, pediré que no nos cansemos de subir, de ir arriba.

Y si me da el punto y me invade el espíritu profético, hasta lo cantaré-bailaré con la sotana puesta al son y al ritmo de La Bamba: "...Arriba, arriba, arriba iréeeeee..."

Total, si desvaría la cabeza, entiendo que a los que estamos bajo su cabeza se nos permite un píccolo margen de desvarío, también.

¡Qué Adviento más apasionante (y profético) vivimos este 2013!


+T.