'Ser santo, que todo lo demás es tiempo perdido'. Esta era una de las sentencias que más se repetían en las consideraciones habituales de la dirección espiritual. El sacerdote se la decía al dirigido, y se la recordaba muchas veces, entretejida con otros buenos consejos. Para muchos católicos, estas palabras se convertían en un programa, una regla de vida con la que examinarse cada día y medir cuánto tiempo se perdía por no haberlo empleado en cosas santas que edificaran la santidad. Para otros, la frustración de no conseguir nada o de ganarlo con mucho esfuerzo, aspirar a la santidad se volvía o una obsesión que tensaba toda la vida espiritual, o en un imposible que se pretería con enojo, un propósito que se olvidaba y que nunca se retomaba.
Y, sin embargo, es nuestro destino. Nos han llamado a la santidad, existimos porque nos han creado para ser santos. Es dificil hacerse cargo de esta verdad; asumirla serenamente es el primer grado de la santidad.
Se nos olvida, o quízá no se nos enseña bien, que el proceso de santificación no depende de nosotros como dependen otras cosas humanas, otros trabajos, o empeños o logros. Lo de la santidad y la santificación es otra cosa, pertenece a otro orden en el que el hombre queda insertado en el Misterio. Como la vid en el sarmiento, dice el Señor; y también, y en ese sentido, dice que sin Él no podemos hacer nada. Y con Él - es la continuación de ese silogismo de santidad -, con Él podemos hacerlo todo.
Alguna vez he comentado que me gusta especialmente el versículo del Salmo que reza "...Dios lo da a sus amigos mientras duermen":
"...Es inutil que madrugueis,
que comais el pan de vuestras fatigas:
Dios lo da a sus amigos mientras duermen"
Antes de dormir, suelo rezar esta bendición del Breviario:
"Ad societatem civium supernorum perducat nos Rex Angelorum"
¡Que el Rey de los Ángeles nos conduzca a la compañía de los ciudadanos celestiales!
Y después me duermo.
¡Sanctus nos fiat sancti!
(El Salmo 126 con música de Vivaldi y Philippe Jaroussky cantando el versículo "...lo da a sus escogidos mientras duermen...")
Y para reforzar, la letania de los santos según Guatavo Adolfo Bécquer (muy buena para los nervios):
Patriarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al vencedor divino de la muerte
rogadle por nosotros.
Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas
rogadle por nosotros.
Almas cándidas, Santos Inocentes,
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado
rogadle por nosotros.
Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario
rogadle por nosotros.
Mártires que ganasteis vuestra palma
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los combates
rogadle por nosotros.
Vírgenes semejantes a azucenas,
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura
rogadle por nosotros.
Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas
rogadle por nosotros.
Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es caudal de ciencia inextinguible
rogadle por nosotros.
Soldados del Ejército de Cristo,
Santas y Santos todos,
rogadle que perdone nuestras culpas
a Aquel que vive y reina entre nosotros
Y la oración de la Solemnidad, para santificar la fiesta e impetrar la intercesión de los Santos, nuestros hermanos y modelos en Cristo:
Orémus
Omnipotens sempiterne Deus, qui nos omnium Sanctorum tuorum merita sub una tribuisti celebritate venerari: quaesumus; ut desideratam nobis tuae propitiationis abundantiam, multiplicatis intercessoribus largiaris.
Per Dóminum nostrum Iesum Christum, Filium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sæcula sæculórum.
Amen.
+T.