jueves, 19 de enero de 2012
Liturgia post-conciliar (comentando neo-rúbricas)
Un comentarista anónimo (que no sé por qué son maleducadamente anónimos los comentaristas, con lo fácil que es poner un nombre...y permanecer educadamente anónimo); dejó, decía, un link a una página de unos cursos de liturgia que imparten en la univ. de Comillas. Al final del articulete pondré el link, por si quieren Uds. pasar el mal rato (¡tengan cuidado) de exponerse a la herejía fina (esa que parece que no lo es pero termina siéndolo).
La página comienza con una crítica tópica-feroz a la Santa Misa tradicional, la que hubo y con la que se mantuvo nuestra Santa Madre Iglesia desde el siglo V-VI hasta el annus horribilis 1969 en que entró en vigor el novus ordo liturgicus de Pablo VI. Una crítica al ordo antiguo que tiene la gracia de caerme estupendamente bien porque me parece estupendo todo aquello que le achacan a la bendita liturgia pre-conciliar, incluído el rezo del Stº Rosario durante la Misa, piadosa costumbre que santificó a nuetros bisabuelos y tatarabuelos con más intensa religión que la que sacan nuestros hodiernos parroquianos (huelgan comprobaciones y estadísticas, por obvias y aplastantes).
No sé bien calcular cuántos años hará que aborrezco todo reformismo litúrgico; el caso es que me fue creciendo una intensa aversión y mantengo antipatías viscerales incontenibles hasta a los padres remotos de la reforma litúrgica, Dom Gueranger incluído (con subrayado). De aquellos indiscretos polvos, estos funestos lodos.
De un estilo afectadamente comedido, el autor de esas notas de la página de marras esconde infecciosa ponzoña, no menos venenosa, aunque disimule. Del cursillo susodicho, extraigo para Uds. estas perversas/corruptas citas, como muestra (cito en cursiva-negrita y comento en letra corriente-blog):
"...Cuando el sacerdote celebra la Misa él solo, sin nadie que le acompañe, entonces ya no existe ese quórum mínimo de dos requerido para que Cristo esté presente litúrgicamente."
¿No hay Presencia real, quiere decir; no hay Sacramento, no hay Sacrificio, no hay, pues, celebración; desaparece la función-munus sacerdotal si no hay 'asamblea'; el ministerio sagrado del sacerdote depende de un quorum que lo impide o lo posibilita?
"...En realidad, cuando el sacerdote tiene posibilidad de asistir a una celebración comunitaria durante ese día, no se justifica el que celebre una Misa él solo sin asistencia de nadie."
¿No se justifica el oficio ministerial en la Communio Sanctorum, en el Corpus Ecclesiae, dentro del verdadero y permanente (no transitorio, ni ocasional, ni funcional) orden ministerial sacerdotal?
"...En la liturgia más que hablar del sacerdote “celebrante”, habría que hablar del “presidente” de la celebración. El celebrante es siempre la asamblea entera. La asamblea es el verdadero sujeto de la celebración y dentro de ella cada uno desempeña su propio ministerio. El sacerdote no preside desde fuera de la asamblea, sino dentro de ella."
El anti-sacerdotalismo del post-concilio se disimula con la tesis 'asambleístico-comunitarista' que esconde una negación del sacerdocio ministerial y una confusa y difusa doctrina del sacerdocio común.
"...El presidente es a la vez el representante de Cristo cabeza, y el portavoz de la comunidad. En unas ocasiones actúa como portavoz de la comunidad que se dirige a Dios, y en otras como portavoz de Cristo que dialoga con su comunidad. Tiene que mostrar a la vez un rostro fraterno sin dejar de ser un icono de paternidad/maternidad. Saber combinar estas dos dimensiones simultáneamente es el secreto principal del arte de presidir."
De conceptos como este deriva el 'protagonismo' personalista-efectista que inculca la nueva liturgia en el sacerdote celebrante, que pasa de ser ministro sagrado servidor-celebrante del rito, a ser un actuante con la atención vuelta a la asamblea en vez de al Misterio. En este punto, el cambio de dirección del celebrante (en vez de cara al altar, vuelto a los fieles) es definitivamente significativo.
"...La nueva Institución dice que el sacerdote que preside la celebración tiene siempre el derecho de disponer del modo de celebrar los ritos que le competen a él, con tal que se ajuste a las rúbricas."
De hecho, las (imprecisas) rúbricas se ignoran y se impone la arbitraria y caprichosa adaptación y/o improvisación ad casum. El Misal se ignora y la celebración se transforma en ocurrente espontaneidad.
"...En las moniciones litúrgicas hay que tratar de evitar las “muletillas” que algunos usan para crear una sensación de “informalidad”. Me refiero a fórmulas tales como “Bueno, pues...” La verdadera comunicación se da en el mensaje, en la sencillez de las palabras, en la cordialidad de la voz, en el cruce de miradas, y no en la informalidad del lenguaje coloquial."
Lo del 'cruce de miradas' no sé cómo comentarlo para no decir una vulgaridad deshonesta. No sé si me explico. Pero me resulta una recomendación clamorosamente impropia.
"...La postura de pie es la postura del resucitado y debería ser la postura normal en la oración comunitaria. Es también la postura que se adopta normalmente durante el canto. En cambio se sienta uno para escuchar la palabra, para compartir los ecos o para meditar en silencio. La postura de rodillas puede enfatizar el momento de adoración."
Si se fijan, la forma de referirse a la genuflexión es, no sólo minimalista, sino reluctante: "puede enfatizar", dice, con una quasi displicente condescendencia. Es notorio, por supuesto, que son las otras posturas las que, sin decirlo explícitamente, se recomiendan. La genuflexión, como mera posibilidad, sólo para el momento de la adoración. Un momento, no más, para la adoración.
"...Si ya hay una cruz en el presbiterio en lugar bien visible, o si se está usando la cruz procesional, ya no hay necesidad de poner otra cruz pequeña sobre el altar."
En contra de la forma que recalca Benedicto XVI cuando celebra, la Cruz queda preterida, lejana; y si se pone en el altar, es - según parece decir el texto - una especie de subsidio prescindible, un elemento-mueble extraño sobre el ara.
"...(Oración Colecta) La inmensa mayoría de las colectas van dirigidas a la primera persona de la Santísima Trinidad. Desgraciadamente todas estas oraciones incumplen el consejo de Jesús que nos invita a orar llamando a Dios Padre. Las colectas se suelen dirigir a él llamándole “Señor”, y terminan refiriéndose a Jesucristo también como “Señor”, lo cual crea cierta confusión. Hubiese sido preferible usar el término “Padre” para dirigirse a la primera persona de la Trinidad, y diferenciarlo así mejor de Jesucristo a quien toda la tradición del Nuevo Testamento llama “Señor”."
Habrán advertido Uds. la aberrante 'teología' del comentario del perverso neo-liturgista. Empezando por no escribir con mayúculas Primera Persona, un detalle de por sí muy significativo. Si diseccionáramos lo que en este párrafo se afirma, se podrían deducir de todo ello sutiles derivaciones heterodoxas trinitario-cristológicas. Si la oración expone la fe (lex orandi, lex credendi) la explicación enseña el error con toda confusión - no diré intención - (¿sería temerario?).
"...(Ofertorio) Desde el Vaticano II se subraya que el “ofertorio” no es verdadero ofertorio, sino “preparación” y “presentación” del pan y del vino. Hay que eliminar de nuestro lenguaje ese término de ofertorio. El verdadero ofertorio tiene lugar durante la plegaria eucarística. La “presentación” en la nueva liturgia responde al momento en que Jesús tomó el pan y el cáliz en sus manos. En los dones presentados en el altar debemos vernos representados a nosotros mismos.
Si comparan ustedes las oraciones del Ofertorio de la Misa Tradicional (Suscipe Sancte Pater / Per huius acquae et vini / Offerimus Tibi / In spiritu humilitatis / Suscipe Sancta Trinitas ) con las del Misal de Pablo VI, captarán de inmediato la 'desvalorización' teológico-litúrgica sufrida por el Ofertorio. Muy significativamente, el perverso neo-liturgista le niega siquiera ese nombre, y deforma el sentido de la acción.
"...(Ofrendas) Es el momento de la segunda gran procesión que está acompañado por un canto preferentemente de la schola o también de toda la asamblea. Es mejor traer las ofrendas desde un lugar distante y así habrá un suficiente espacio para que la procesión sea significativa. Las ofrendas de la procesión deben ser ante todo el pan, el vino y la colecta. Se pueden añadir cosas de las que uno realmente se desprende y dona a los demás, para ser consumidas durante la Eucaristía (velas, flores), para el uso del templo (iconos, libros, objetos litúrgicos) o para los pobres (dinero, comida, ropa, juguetes). No tiene sentido ofertar cosas que luego uno vuelve a llevarse a casa después de la Misa. El simbolismo principal no es el de lo que los objetos significan sino el del acto de donación y desprendimiento. Si hubiera otros objetos ofrendados, podría haber una monición en el momento de la ofrenda..."
Con explicaciones como esta se justifican las extravagancias más absurdas, las 'ofrendas' más chocantes y estrambóticas. Como sucede.
"...la doble presentación no es un acto repetitivo, porque pan y vino tienen cada uno su especificidad y sus matices simbólicos... Toda la tradición judía de la bendición del pan y el vino ha conocido siempre una doble fórmula, una para el pan y otra para el vino. Hasta hoy se bendice doblemente al que “saca el pan de la tierra”, y al “creador del fruto de la vid”..."
La etiología judáica es una de las proclividades más acusadas de los neo-liturgistas post-conciliares. En el caso de las comunidades neocatecumenales (un caso tan de actualidad), la celebración se ha 'judaizado' por la incorporación o referencia de formas y elementos del judaísmo que desfiguran la liturgia de la Misa.
"... Cuando se lava uno las manos, debe mojarse no sólo las puntas de los dedos (minimalismo), sino las manos, restregándolas bien, aunque no hace falta llegar a los extremos de Lady Macbeth. De este modo el signo es mucho más visible. Hará falta después una verdadera toalla para secarse y no un simple pañito. Lo cual “complica” una vez más el ajuar litúrgico propio de una liturgia no minimalista. Pero recordemos una vez más qué poco escatiman los verdaderos profesionales y artistas todo el equipo necesario para su actuación."
Este comentario merecería el análisis de un experto psicoanalista. No por lo que pudiera esconder, sino por lo que parece evidenciar. Que un liturgista, entre todas las citas/referencias posibles para ilustrar con ejemplo, saque a colación a Lady Macbeth, opino que es definitivamente definitivo. No digo más.
"...(Cánon) La plegaría tiene un carácter eucológico, es decir, es una plegaria de bendición al Dios que nos bendice, y se inspira en el rito tradicional de bendición de la mesa o birkat haMazon. Conjuga las dos dimensiones de la bendición judía, la ascendente y la descendente, la anábasis y la catábasis."
Vuelvo a subrayar lo que dije un poco más arriba: La etiología judáica, tan constante; y tan impropia al referirse a una oración que no es (ni debe ser) judaizante. Una cosa es la referencia profético-veterotestamentaria y otra cosa la mal supuesta dependencia judáica. ¿Por qué ese filo-judaismo de la neo-liturgia y sus inventores/intérpretes?
"...Se debe evitar el compartir con los concelebrantes los textos presidenciales, imitando a los “sobrinos del pato Donald”."
Sí, dice eso: "Los sobrinos del Pato Donald". Sic. Supondrán (como cuando antes comparaba con Lady Macbeth) la gravedad crítica del autor del texto. Pero los neo-liturgistas son así, capaces de bromear con lo más sagrado, ridiculizar lo más santo.
"...Tras cada una de las dos consagraciones el presidente hace una genuflexión, y una elevación del Pan y el Vino consagrados. Esta genuflexión es un elemento bastante reciente que se remonta solo al siglo XIV."
Con ese 'bastante reciente', implícitamente, se desprecia todo lo que significa y supone el rito que se critica: La adoración que se hace luego de la Transubstanciación porque existe en el altar la Presencia real de Cristo. ¿Se insinúa, pues, que todo ello es una innovación del siglo XIV, de la Escolástica, de la teología del momento, un detalle litúrgico-historicista debido a la piedad de aquel siglo y que hoy perdura de manera impropia, prescindible?
"...La Institución general exhorta a que los fieles estén de rodillas durante la consagración, a menos que exista una causa razonable. Los que no se pongan de rodillas, que hagan una inclinación profunda mientras el presidente hace las dos genuflexiones después de consagrar el cuerpo y la sangre de Cristo (IGMR 43). Otros prefieren mantener una misma postura a lo largo de toda la plegaria eucarística para subrayar así su unidad. Hay una exhortación a que se procure que todos tengan una misma postura."
¿Y no existe una postura preferente prescrita y obligada, sin salvedades, sin vagos e imprecisos circunstanciales eximentes? ¿Y si en algún lugar no se arrodillan no puede uno arrodillarse? ¿Puede más y se impone la no-devoción de la incorrección de muchos que la piadosa devoción del que esté en minoría? ¿Son opciones equiparables?
"... La plegaria eucarística termina con la elevación solemne y la oración Per ipsum, que sigue siendo parte de la oración presidencial. En este momento sí conviene alzar el pan y el vino lo más alto posible. Si se usan varios copones y cálices, sólo se debe alzar un copón y un cáliz; hay que evitar que los concelebrantes exhiban toda la vajilla." .
Otra vez la comparación vulgar, irónica: La "vajilla", dice, para referirse al cáliz, la patena y el copón. Como dice, igualmente, "pan y vino", en minúsculas, en ves de decir el Cuerpo y la Sangre, o la Hostia y el Cáliz, con un lenguaje más indicativo del Sacramento.
"...En algunos lugares hay costumbre de que los fieles participen ya en la oración "Por Cristo, con él y en él". Hoy día no se puede hacer porque está explícitamente prohibido, pero valdría la pena repensar esa prohibición que se inspira en el miedo a que la anáfora pierda su carácter de oración presidencial."
Esa costumbre es una equívoca incorporación de los fieles a la oración propiamente (y exclusivamente) sacerdotal. Como se ve, el neo-liturgista opina en contra de la rúbrica y propone la práctica contraria, incitando a los demás (sean sacerdotes sean laicos) que ignoren lo prescrito y actuen según este criterio 'comunitario-asambleísta'. Adviértase, por otra parte, la reiteración de la palabra-concepto 'presidente/presidencial' para referirse al ministro sagrado, evitando el uso del nombre-concepto preciso de 'sacerdote/sacerdotal'.
"...Conviene hacer la fracción del pan de un modo ostensible, dando realce al hecho de romper el pan, de modo que toda la asamblea lo pueda percibir. Convendría usar pan con forma de pan, o al menos hostias grandes, que sea posible partir (IGMR 321). Éste es quizás uno de los puntos a los que de hecho se les hace caso omiso en la práctica pastoral generalizada. Podría fomentarse entre el equipo litúrgico el ministerio doméstico de preparar cada vez el pan para la eucaristía."
La insistencia en este particular es otro arqueologismo, muy reiterado en los comentarios litúrgicos de los años '70. En algunas neo-liturgias particulares (sectarias?) el 'gesto' de la fracción se hace con una llamativa y enfática ceremonia. Si ustedes la han presenciado alguna vez y si conocen las características del pan ázimo preparado según la manera que aconseja el neo-liturgista, habrán podido ver la dificultad para efectuar una respetuosa y cuidadosa fracción, por la misma naturaleza de la materia que puede ser o bien demasiado correosa, o bien demasiado dura, dependiendo del grado-punto de cocción en el horno. El resultado, en ambos casos, es el desprendimiento de múltiples partículas, fragmentos difíciles de recoger para la sunción y la purificacion de patenas, cálices, corporales y manteles.
"...(Comunión) Se recomienda que los fieles comulguen bajo las dos especies cuando la comunión no es demasiado masiva y el grupo es “definido, ordenado y homogéneo”. “La comunión tiene una expresión más plena por razón del signo cuando se hace bajo las dos especies” (Cf. Plan pastoral para al Archidiócesis de Madrid 2001-2002)"
La Comunión sub utraque specie fue antiguamente una reivindicación heterodoxa que la Iglesia combatió durante toda la Edad Media. Luego fue una de las prácticas características de los rituales protestantes, con la paradoja de la repartición del cáliz cuando propiamente ni se creía en la realidad sacramental del Sanguis Christi ni se celebraba la Misa por defecto de ministros ordenados y/o ritos adecuados. En el Concilio de Trento se confirma la práctica católica de la Comunión sub specie panis tantum, segun la antiquísima tradición católica. Cuando el Misal de Pablo VI autoriza la Comunión bajo las dos especies, hace una concesión parsimoniosa limitada a algunos casos, algunas circunstancias y algunas personas. Como la tendencia de la neo-liturgia es interpretativa y abusiva, la Comunión con la Hostia y el Cáliz se ha extendido, a veces de forma generalizada y dificilmente corregible en cuanto se ha creado la conciencia de un 'derecho de los fieles' a recibir la Comunión del Cáliz. Como ejemplo de lo que digo, recientemente, hace unos meses, un obispo de los EEUU prohibió esa práctica que se había extendido por todas las parroquias de su diócesis; a las dos semanas, el mismo obispo se vió obligado a revocar el decreto de prohibición debido al aluvión de protestas de sus diocesanos, que se resistían a dejar de recibir la Comunión del Cáliz. No sería extraño que, según esa cita del Plan Pastoral de Madrid, pronto pueda suceder lo mismo en la Archidiócesis de Rouco.
"...Hay que evitar la impresión de “self-service” que se produce cuando el sacerdote se sienta y pone el copón en el altar para que la gente se sirva. En los buenos restaurantes le sirven a uno."
Dos horrores: 1º, la forma en que se acepta el quasi-sacrilegio de la auto-comunión; decir "hay que evitar" supone reconocer que lo que se hace mal se puede hacer porque no está del todo mal aunque no sea correcto del todo. 2º, la forma como lo dice y la comparación que pone, trivializando la acción de la Sagrada Comunión (self-service, restaurante).
"...La Iglesia desea que los fieles participen consciente, piadosa y activamente en la Eucaristía (SC 48) y recuerda que la participación “más perfecta” en la Misa es recibir la comunión (SC 55). La nueva práctica de la Iglesia desde san Pío X exhorta a la comunión frecuente y aun diaria. La normativa posterior permite la comunión dos veces al día en ciertos casos (Inmensae caritatis, Cf. Enchiridion p. 281-283). El canon 917 afirma que “Quien ya ha recibido la Santísima Eucaristía puede de nuevo recibirla el mismo día sólo dentro de la celebración eucarística en la que participe”. Una interpretación maximalista de este canon pretendía que uno puede comulgar tantas veces cuantas participe en la Misa, pero una interpretación oficial ha aclarado que sólo se puede comulgar dos veces al día como máximo."
Este particular de la bi-comunión es un caso típico-demostrativo de la situación a que ha llegado la práctica sacramental post-conciliar. Insistir en la depreciación-desvalorización del Sacramento de la Comunión por parte de los fieles es algo que hacen muy pocos sacerdotes; la mayoría o ignora estos casos por despreocupación o desinterés, o - por un absurdo concepto de devoción/piedad eucarística - lo admiten e incluso aconsejan. Una práctica abusiva en contra de toda la tradición sacramental-eucarística; cuando ocurre, es síntoma de una piedad desviada, inconsciente, mal formada y mal aconsejada. En el fondo late una más o menos culpable ignorancia del Sacramento.
Aquí lo dejo. Pido disculpas por la extensión y la perorata, que, me temo, se ha vuelto pesada.
El texto con las rúbricas explicadas del neo-liturgista sigue. Este es el enlace, por si alguno quiere tomar más dosis del disparate:
Curso de neo-Liturgia
¡Ojo! que trae enlaces a otros textos de otros cursillos con resabios neo-arrianos y otras ponzoñas. No se vayan Uds. a envenenar.
+T.
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