domingo, 30 de mayo de 2010

La nula voluntad de nuestra Jerarquía


Los Congresos Eucarísticos, cuando empezaron allá por 1881, en Lille, inauguraron, en cierta forma, la gran presencia internacional del Catolicismo en la era moderna. La Iglesia Católica cerraba así el siglo XIX, tan lesivo para ella, con una enorme actividad y proyección internacional. Los Congresos supusieron una gran confirmación de la fuerza y la actualidad del Catolicismo en el mundo. A los pocos años de la pérdida de los Estados Pontificios y la conclusión del Concilio Vaticano I, con el Papa "prisionero" en los estrechos límites de la Ciudadela Vaticana, la Iglesia Romana se hacía más universal que nunca, movilizando por los cinco continentes a Cardenales Legados que representaban al Papa en estas grandes celebraciones-exaltaciones de la Fe Católica.

Por su parte, los congresos nacionales, siguiendo un modelo a escala menor, sirvieron para re-evangelizar y resaltar en cada momento determinadas iniciativas destinadas al revitalizamiento de las Diócesis.

Durante los años que siguieron al Vaticano II, los Congresos Eucarísticos internacionales y los nacionales sirvieron para propagar los "frutos del concilio", muy especialmente las iniciativas e innovaciones derivadas de la reforma litúrgica post-conciliar. Los Congresos Eucarísticos han sido unos extraordinarios observatorios-testimonios de los cambios habidos en el último siglo de la historia del Catolicismo.

Del celebrado estos últimos días en Toledo algunos se han extrañado de la poca publicidad que se le ha dado. Yo les respondería que la midieran con la que está teniendo la Jornada Mundial de la Juventud. Evento por evento, compárese la publicidad de uno y otro y se comprenderá la importancia que se le da a cada uno.

Podrían decirme que no se puede comparar una concentración mundial con una celebracion nacional. Vale. Acepto el sed contra. Pero insisto: Compárese con la propaganda que se le da al Año Santo Compostelano, que es algo nacional. Si se me contesta que el Jubileo de Santiago es algo con repercusión europea y hasta mundial, también acepto la razón. Es verdad. Insisto sin embargo: Se da publicidad a lo que se quiere cuánto y según se quiere. En este sentido, es evidente que ni los organizadores (la Diócesis de Toledo) ni los promotores (la Conferencia Episcopal Española) se han movilizado apenas discretamente.

Una probable razón sería la "decadencia" de este tipo de celebraciones. Volviendo a las comparaciones, es evidente también que una Jornada Mundial de la Juventud tiene actualmente más repercusión y moviliza a más gente que un Congreso Eucarístico Internacional. Respecto a estos últimos yo diría que los Congresos Eucarísticos Internacionales, de hecho, tienen una repercusión nacional, salvando la presencia de los peregrinos que acudan de otros sitios, que no son demasiados, aunque nunca falte un número relativamente apreciable. Y los nacionales tienen, más bien, una importancia diocesana. Como este de Toledo, verbigracia. Considerando la gente de Madrid y sus proximidades que se habrán desplazado más cómodamente por la proximidad, y calculando la representación que ha salido de Sevilla (no más de unas veinticinco personas), me ratifico en los límites poco más que diocesanos del Congreso Eucarístico Nacional.

Que sin embargo sí mantiene su valor para Roma, que ha enviado nada menos que al ex-Secretario de Estado, Cardenal Sodano, actual Camarlengo del Colegio Cardenalicio, para presidir la clausura. Todo un signo de que la Santa Sede sigue apreciando este tipo de concentraciones, les ve sentido. Yo también. Mis amigos sevillanos que han asistido estaban ayer tarde emocionados. Son creyentes, muy buenos, y se emocionan cuando hay motivo. Y en Toledo los ha habido.

No hará falta que diga que, a parte la espléndida puesta en escena y la muy buena organización, a mis amigos de Sevilla lo que les emocionaba ayer era el "Centro" del Congreso: El Señor Sacramentado, el Amor de los Amores, suyo y mio.

Opino, sin embargo, que cierto "sentido" ha estado escandalosamente ausente en el Congreso toledano. Cuando me mandaron, hará más de un mes, el folleto con el programa de actos-celebraciones, inmediatamente eché de menos algo que considero fundamental: No se ha programado/celebrado ninguna Misa tradicional, ni siquiera se le ha dado espacio en alguna conferencia, ponencia, mesa redonda etc.

La extrañeza es mayor tratándose de Toledo, sede hasta hace poco del actual Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, D. Antonio Cañizares. Tanto más extraño cuanto que el monseñor toledano Juan Miguel Ferrer Grenesche, subsecretario de la susodicha Congregación, ha participado en los actos y - me figuro - dado que su promoción al Dicasterio es de hace apenas un año, habría tenido que ver en la preparación del congreso. Un Congreso Eucarístico, aunque sea nacional, no se improvisa en unos meses.

Vuelvo a tener la impresión de un "pacto de silencio" conjurado por nuestros Obispos para que el Motu Proprio Summorum Pontificum tenga la menor repercusión posible en España. Si no, no me explico.

A estas alturas, está clara y patente la voluntad "reformadora" de Benedicto XVI en materia litúrgica. La expresión "reforma de la reforma" no es una anécdota, no se ha acuñado por una casualidad. Pasarla por alto significa obviar una de las líneas de acción más claras y firmes del pontificado de Benedicto XVI.

El Motu Proprio de restauración de la Liturgia Tradicional va a cumplir tres años desde su promulgación, y en España todavía no ha habido un prelado que haya celebrado la Misa tradicional. Y su restauración o promoción en las distintas Diócesis es apenas nula. A regañadientes van concediendo nuestros Obispos las celebraciones, cuando se ven obligados por las peticiones o instancias de algunos grupos y asociaciones de fieles. Prefieren que no se les saque el tema, que no se insinue siquiera. A lo más aceptan situaciones bajo mínimos, a veces dejando patente su desagrado, con toda reluctancia. Esto desde Finisterre a Tarifa, desde el Rosellón al Campo de Gibraltar. Una renuencia jerárquico-nacional general.

¿Por qué? Yo digo que por falta de fe. Y quizá por mala fe. Sic.

Volviendo al Congreso de Toledo, me hizo especial gracia, por paradójico, uno de los actos. Se trataba de una exposición sobre tres españoles con causas de beatificación-canonización incoadas: Teresa Enríquez "loca del Sacramento" (s. XVI), Luís de Trelles, fundador de la Adoración Nocturna Española (s. XIX), y Manuel Lozano Garrido "Lolo", periodista jiennese (s. XX), que será beatificado - D. m.- el próximo 12 de Junio.



¿Se les ha escapado a los responsables y organizadores que todos estos ejemplos de piedad y santidad eucarística se nutrieron con la Santa Misa que ellos desprecian y/o ignoran?

¿Cabe entender que se estimule la participación de los fieles en liturgias mozárabes y se ignore deliberadamente la liturgia de la Santa Misa que fue la única vigente y común para todos los fieles de la Iglesia Católica hasta 1969-70?

¿No hubiera sido oportuno con ocasión de este Congreso de Toledo dar una repercusión "nacional" al Motu Proprio, celebrando la Liturgia Tradicional, exponiendo el significado/valor del Motu Proprio de Benedicto XVI, en alguna ponencia, mesa redonda, siquiera en algún acto ???

Pues no. Ni siquiera en algún acto. En ninguno.

A estas alturas, la cuestión me parece vergonzosa; tan lamentable como descalificante. Para nuestros Obispos, quiero decir. Que en España la resistencia al Motu Proprio esté teniendo estos "protagonistas" es asombroso. Una Jerarquía Episcopal que salvo pocas excepciones se ha formado, precisamente, con esa Liturgia Romana tradicional. Una renuencia tal sólo trasluce un escandaloso desprecio, tan absurdamente impropio. Y culpable, también.

¿Cambiarán, se decidirán a mudar de actitud, reconocerán su injustificable cerrazón?

Si concedieran (o destituyeran) mitras con la condición de celebrar una Misa Tradicional, se iban a ver largas colas de aspirantes que repetirían, mutatis mutandis, el "París bien vale una Misa" del Borbón Enrique IV, con todo su mayor fervor.

Pero - otra vez - estoy soñando, delirando, figurando visiones.

Custos, quid de nocte?

+T.