Si pudiera, iría a París a la exposición que en el Louvre dedican a Praxíteles. Por muchas razones que se explican en una sóla, que es el artista con su obra, suficiente razón para despertar el más ferviente deseo de estar y ver. En el Louvre y en París, Praxíteles es un acontecimiento.
Seguro que no llevarán a París el Hermes que, él sólo, justifica la visita a Olimpia; pero los salones de la exposición estarán llenos de Venus, Apolos, efebos y ninfas; copias de los originales y algún bronce; atribuciones y versiones: Un paraíso de la belleza concebida hace más de 2300 años, cuando se créia en el Olimpo y sus habitantes divinos, tan hermosamente humanos.
Siempre entendí que Gálatas 4,4-5 se refiere a una plenitud que incluye, además de los tiempos cumplidos de los Patriarcas y Profetas, la madurez de la humanidad, su plenitud formal y espiritual. Cuando Cristo aparece, lo humano había llegado a la plena realización de su ser. Valga Praxíteles y su obra como prueba e ilustración.
Hemos avanzado en técnica, pero las expresiones de la humanidad en pensamiento, arte y espíritu habían llegado a una gloriosa plenitud. Ni el Partenón, ni la filosofía de los grandes de Grecia, ni la obra de este Praxíteles en exposición son "superables"; imitables, siempre, pero invencibles.
El que esté dotado de sensibilidad, sepa y tenga fe, lo reconocerá al visitar en Le Louvre la monográfica de Praxíteles.
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