miércoles, 27 de julio de 2016

Jotamejotacitis

 
Desde la semana pasada, recibo a diario fotos de los participantes de la JMJ de Cracovia. Son grupos de jóvenes acompañados de sacerdotes jóvenes. En las fotos, todos sonríen y escenifican ese entusiasmo tópico de las jotamejotas, una especie de obligado sinequanon.

PP Franciscus - como antes Benedicto XVI - usufructúa las poderosas estructuras globales de Juan Pablo II, el verdadero inventor de la pastoral de masas: Audiencias, concelebraciones, encuentros, jornadas, años temáticos. Aquella Iglesia en perpetuum móbile festivo-celebrativo sigue suministrando clamorosos éxitos. Desconozco el ánimo con que se entrega a estos jubilosos momentos PP Franciscus, no siendo su perfil, ni de lejos, comparable al de JPIIº, pero es evidente que sabe aprovecharlos para plantar su mensaje, o sus inquietudes. El lema del 'hagan lío' es apropiadísimo para estas ocasiones de entusiasmo multitudinario.

Los participantes de las jotamejotas, jóvenes sacerdotes y jóvenes laicos, son, en gran número, veteranos jotamejoteros, con experiencia de otras jmj o encuentros similares. O son hijos de familias surgidas en los encuentros de la primeras jmj, o sacerdotes treintañeros (o mayores, incluso) que recuerdan el despertar de su vocación con ocasión de la JMJ. En esta de Cracovia, se reviven todas aquellas jornadas pasadas que marcaron vidas jóvenes con el sello de una consagración religiosa o un matrimonio cristiano.

Y así y todo, sigo sin encontrar una explicación satisfactoria para esa institucionalización del entusiasmo.

La crisis de la iglesia, no para. Las tragedias del mundo, no cesan. Aunque cada época haya tenido su depósito de tribulaciones, dudo que existan razones para que la Iglesia del siglo XX-XXI se haya instalado en una feria continua, estando en un mundo tan profundamente atormentado, que sobrevive, casi sin esperanzas, un doloroso conflicto, interno y externo.

La verdadera alegría cristiana es interior, del alma, y es escatológica, futura y celestial, no terrenal. El regocijo pasajero se corresponde con el entusiasmo engañoso incompatible con la verdad de la santidad, del Evangelio, de la Iglesia. Quizá por eso - como en otros fenómenos de pastoral de masas - los frutos de la jmj son endogámicos: Crean adeptos a las jmj que vivirán parcialmente su fe en y para otras jmj, o similares.

Mi esperanza es que eso pueda servir para que unos pocos reaccionen y pasen del tedio desencantado a otro nivel más alto de vida cristiana, de vocación eclesial, sean sacerdotes, religiosos o laicos.

Pero la impresión es que se fueron y volverán con la misma sonrisa sellada en rictus de 'siempre es fiesta', la sonrisa de todos mil veces retratada en selfies y en videos. Y retornarán adictos a concelebraciones, confesiones, comuniones, oraciones...todo según el estereotipo masivo, entusiasta, intensivo del modelo.

Algunos no se ven, no lo aprecian, pero ya no tienen edad para estas expansiones. Otros, más bisoños, no advierten la deformidad con que estas expansiones marcarán su fe.

Me pregunto si PP Franciscus advierte estas circunstancias. Y temo cómo puedan evolucionar estos modelos pastorales. Sobre todo porque los días confusos de PP Franciscus no son aquellos años de Juan Pablo IIº, tan recientes y lejanos, en que se sentía - a pesar de los pesares - otra firmeza en la Roma de Pedro.

Paradójicamente, el martirio de l'abbé Jacques Hamel mostraba, cuando comenzaban las JMJ, el rostro, más real, de una Iglesia sufriente que recibe en la vieja y católica Normandía el golpe que no cesa de martirizar a los católicos en todo el mundo.

No sé si ese eco de batalla templará en sensatez las sonrisas entusiasmadas de esos chicos, 'la juventud del Papa', que harán fiesta en Cracovia.

+T.