viernes, 3 de mayo de 2013

Otra perlita: Iglesia del si / no y el E.S. problematizador




Repito (perdón, que me repito mucho): El Papa (un Papa) no puede (no debe) improvisar homilías en formato doméstico y con regusto a plática de retiro espiritual para parroquianos. No. Porque si no vamos a tener un magisterio de living y mesa de camilla, muy familiar, cálido y sencillo, pero muy confuso y equívoco. Como esto de ayer, jueves:

La Iglesia es una comunidad del ''sí'' en lugar del ''no''

No somos tontos (repítome, mi dispiace) y las captamos al vuelo. Por ejemplo, cuando (nos) dice:

"Había una Iglesia del "no", no se puede; no, no, se debe(...)Cuando el servicio del Señor, se convierte en un yugo tan pesado, las puertas de las comunidades cristianas están cerradas(...)Pidamos al Señor que el Espíritu Santo nos ayude siempre a ser una comunidad(...) comunidad de puertas abiertas. Y que nos defiende de la tentación de volvernos quizás, puritanos, en el sentido etimológico de la palabra, de buscar una pureza para-evangélica, una comunidad de "no" (...)"


Lo dice por nosotros. Por mí, verbigracia, que el otro día terminé el articulete afirmando que el Espíritu Santo también cierra puertas. Y no es que yo delire soñando que el Papa Francisco lee Ex Orbe, no, no me hago esas ilusiones. Pero sí sé por qué dice esas cosas, puesto que son de esas cosas que llevan diciéndose, passim, desde hace cincuenta aperturistas años, cincuenta condescendientes años de mucho sí (a casi todo) y poco no (a casi nada).

Volviendo al sermón, parece todo improvisado. Da la impresión de que, entre titubeo y titubeo, en ese balbuceo poco biensonante de itañolo, él mismo se corrige, se arrepiente, se reafirma. En el sermoncete de hoy, cuando fustigaba al 'no', al 'puritanismo', al 'cargar yugos', de pronto se ha acordado (supongo) de aquellas tremendas palabras: "...Cargad con mi yugo y aprended de Mí" Y también de "...el que quiera seguirme que cargue con su cruz cada día y venga en pos de Mí". Y lo ha intentado arreglar, con más titubeos, un pasito p'alante y un pasito p'atrás.

Todos lo hacemos así. Yo también, bastante. Todos los que hablamos en directo y meditamos en voz alta dirigiendo retiros, dando pláticas, predicando, todos sabemos lo que es tomar una idea, desarrollarla, recogerla, matizarla, retocarla, reformularla, decirla otra vez, modulando un poco...todo eso que yo sé y ustedes se podrán imaginar. Pero yo no soy el Papa (den gracias a Dios). Mi palabra no es papal, ni es papal mi sermoncete de domingo y festivos, ni es papal la plática del retiro de cuaresma, ni es papal la meditación o la charla que dirijo a mis beatas atque beatos adictos. No. Mis palabras no pesan más que yo; pero las del Papa sí: Pesan más que las improvisaciones de aquel buen cura de barrio que (me imagino) sería  Don Jorge Mario, que parece ser que no termina de asumir que desde la tarde del 13 de Marzo es Su Santidad el Papa Francisco. Algo muy preocupante.

El gesto cercano, el abrazo, la caricia y el beso, los domina. Pero la palabra sencilla, directa, clara y sanamente doctrinal no es su fuerte. Y confunde.

Confunde - además de lo dicho supra - cuando suelta el exabrupto (es lo que me parece (salva semper reverentia)) de que el Espíritu Santo crea problemas para luego resolverlos:

(...)el Espíritu Santo hace dos cosas: "primero impulsa" y crea también "problemas", para luego "lograr la armonía en la Iglesia" (...)

Excursus: ¿No han notado ustedes, mis inteligentes lectores/comentadores, que lo dicho por el Papa Franciscus es como una especie de tesis pneumático-eclesiológica-dialéctica, muy hegeliana: la tesis, la antítesis, la síntesis; el sí, el no, el sí pero...?

Escalofríos me dan si pienso que ese es el esquema de filosofía bergogliano-francisquista.

Y también imagino con temblores lo que podría haber resultado de la tesis del E.S. problematizador si se hubiera pronunciado en los buenos tiempos, aquella época en la que el -que del Filioque era suficiente para desencadenar un cisma.

Ahora, sin embargo, no pasa nada...aunque el Papa predique (sencillamente) una enormidad (dialéctica).

p.s. Como un desvarío, un phantasma mentis inducido por las palabras del sermoncete papal, me he sorprendido a mí mismo planteándome esta cuestión, esta duda interrogante: No será, acaso, el mismo Papa Francisco un problema suscitado por el E.S?...Y he tenido que frenarme en seco la mente especulativa; Uds. comprenderán y se harán cargo. Confíteor cogitationes meas (...)

Oremus!!!


+T.