sábado, 10 de abril de 2010

¿Por qué no se caen los aviones de los malos???

Europa, esta anómala Europa de los nosecuántos miembros (y Grecia), es hoy más pobre, más indigna, más débil. El presidente de Polonia era de los pocos miembros-cabeza que enriquecía, dignificaba, fortalecía, a esa decepcionante montura política que cuenta con resortes tan despreciables como el Zp que al presente la preside, vergüenza de propios (de aquí) y de extraños (de allá, de acullá, y del orbe entero).

Lech Kaczynski ha sido un valiente, un político de derechas bien definido. Un luchador de Solidaridad, un héroe contra la peste ominosa del Partido Comunista, un campeón contra la criminalidad institucionalizada del marxismo.

Lech Kaczinsky no ha sido un sinvergüenza apuntado a un partido para hacer carrera, ni ha sido cargo político por "cuota", ni ha llegado a presidente por contemporizar en un partido dispuesto a todo, ni ha favorecido a gays por ser gays, ni ha temido enfrentarse a los lobbys de la infra-cultura degenerante post-moderna.

Por eso hoy Europa, a la que dignificaba, repito, sobre todos sus fantoches políticos, es menos creíble, porque le falta uno de sus mejores, uno que destacaba limpio sobre el fondo de un paredón manchado con las huellas y detritus de los malos.

¿Por qué no se caerán los aviones de los malos, esos que se me vienen a la cabeza, tan prescindibles, tan sobrantes?


En este caso, sólo me anima imaginar que Lech tiene repuesto: Que su gemelo Yaroslav le suceda, con toda la rabia y la fuerza renovada con que le carguen este accidente (que Dios quiera que haya sido accidente, simple accidente, indiscutible accidente, Dios quiera).

Por eso ruego: Por Lech, para que tenga Gloria, y por Yaroslaw, para que pueda más.

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