lunes, 30 de abril de 2007

Creación y razón


En no sé qué sitio de los EEUU, han inaugurado un parque temático "creacionista"; "creacionismo" dicen allí a la hipótesis que postula la argumentación científica de la creación ex nihilo en cierta correspondencia con el relato del Génesis bíblico, concepto que encierra algo superado por la Iglesia desde el momento que la Teología reconoció que el mensaje de la Sagrada Escritura era Revelación para la Fe y no dato para la ciencia.

La paradoja se multiplica si se considera que es la cultura de la más tecnologizada vanguardia la que aporta medios materiales y humanos para ese "parque creacionista", pero a la vez se retrocede a una polémica del siglo XIX y a las enconadas pasiones de la Inglaterra de la Reina Victoria; si el empeño incluye el propósito de combatir y rendir a la ciencia desde verdades que no son científicas y extrapolando los ámbitos propios de ciencia y teología, la paradoja y la confusión se multiplican.

Lo que personalmente opino del caso, lo hago desde una profunda y firme fundamentación bíblica; claro que no en el sentido del fundamentalismo biblicista que confronta Biblia y ciencias naturales. Mi "fundamentalismo" tiene como premisa a Dios, su obra, sus medios y su fin, algo de lo que la Iglesia misma, aún siendo depositaria de la Divina Revelación, sabe muy poco: Apenas los enunciados del Credo y los pocos Dogmas que lo complementan, y casi nada más. Con todo ello, asumo también ese "development" que Tradición y Magisterio realizan constantemente, en aquel mismo sentido que el clarividente J.H. Newman explicaba por los mismos años en que Mr. Darwin sacaba conclusiones de sus cuadernos del Beagle.

Hubo un tiempo en que la emergente ciencia anduvo a la par de la teología; desde el siglo XV, la separación de los conocimientos fué una realidad y hasta una necesidad. Los conflictos y tráumas de aquella separación, sin embargo, no se han extinguido y, en ciertos casos, ni siquiera templado. No caeré en la vana ilusión de erigir la ciencia, tal y como se conforma desde aquellos dias hasta el presente, en única y exclusiva fuente del saber, que no soy tan necio como para eso. Pero tampoco sostendré el descabellado propósito de enseñar que la cronología del Génesis mosáico es la edad real que tiene el mundo, o que el relato de la Creación de Gn 1 y 2 es una crónica minuto a minuto. Y no es que pretenda desde esto que escribo un re-lanzamiento de la doble verdad, pués tomisteo con el De unitate intellectus contra averroistas (ay la escolástica aquella!) y soy siempre perenne escolar del Angélico.

Pero creo en Dios, muy seriamente. Creo en el Creador del Cielo y de la Tierra, de todo lo que se ve y de lo que existe y no vemos; creo que nos hizo a su imagen y semejanza...y creo en la vida del mundo futuro...donde nos enterarán de tantas cosas. Hasta entonces, con la debida distancia, me tomo muy en serio la ciencia y sus razones, que no son de fe, sino cuestiones científicas y razonables, siempre sujetas a ulteriores pruebas y descubrimientos, pero también abiertas a la comprensión desde la fe, que comparte con la ciencia, precisamente, la razonabilidad.

Creo y por eso mantengo lo que escribo. En el caso que comento, el escolástico lema "Fides quaerens intellectum" parece estar en crisis de postmodernidad por exceso - quién lo diria! - de (defectuosa) fe y escasez de (necesaria) razón. La distinción entre credulidad y creencia, entre ciencia y cientifismo, necesita una constante revisión, para que se mantegan los conceptos en su significado, sin tergiversaciones.

Pero esto sucede en los USA, esa extraña región "multicultural" donde casi todo puede tener su "parque temático".


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