jueves, 23 de julio de 2009

Más de la Magdalena


Tenía que haber escrito ayer, que fue su día, pero no pude. Me gusta (tanquam sancta) la Magdalena; y las madalenas también, de chocolate o con chocolate, especialmente. En las confiterías de Sevilla, las clásicas, no son de mojicón, como las de serie que se venden en bolsa de plastico, sino que las madalenas-madalenas de toda la vida son entrelargas, con su papelillo de molde debajo, y envueltas en papel encerado de La Campana, Ochoa o San Buenventura. A mi padre le gustaban las de La Española, que ya no existe porque cerró.

Volviendo a la Magdalena original (que no sé por qué dio nombre a las madalenas de repostería), me obligo a sacarla por devoción y por desagravio, por los muchas afrentas sufridas por la prensa impía y blasfema

Hace un año, escribí algo sobre La conversión de la Magdalena. Lo he releído y mantengo lo dicho y comentado. Pero me he dado cuenta de que no dije apenas nada de cosas tan interesantes como las de los "apéndices". Me explico.

Como les pasa a muchos (los que creemos) me quedo con ganas de más precisamente cuando ya no cuentan más. Y entonces acudo a los "apéndices", que son, principalmente, Apócrifos (ortodoxos) y Legenda Aúrea (un gran recurso). Y ya la cosa toma otros colores, otros perfiles.

Por ejemplo, dejamos a la Magdalena donde el Evangelio de hoy, que ya no sale más. Por cierto con un parón que la dejó de estatua : -"Noli me tangere" ¿Por qué? Porque al Señor Resucitado sólo le tocan los Apóstoles que ya son "sacerdotes"; verbigracia, a Santo Tomás, dudando y todo, le deja que le toque hasta el Corazón. Pero a la Magdalena, "noli me tangere!" (esta exegesis "impresionista" ni la desarrollo (por obvia) ni dejo que me la discutan (lo advierto). Yes, of course).

Bueno, pues después de todo eso y lo demás (que no se cuenta) se supone que antes del fatídico año 70, cuando la destrucción de Jerusalén, Lázaro y sus dos hermanas, Marta y María (Magdalena), se embarcan. Van con ellos también, en el mismo barco, un tal Maximino, y una tal Martila (criada de Marta) y un tal Cedonio (que era el ciego de nacimiento que Cristo curó) y un grupo de cristianos (innominados). Después de las consabidas peripecias marítimas, desembarcan en las Galias, en Marsella, poco más o menos. Como es Santa de primera (y con fama) las milagrerías son de primerísima, dignas de leerse en directo, sin blog intermediario. Háganme caso.
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Pero les resumo: En Marsella, los tres hermanos de Betania se separan. Y Maria Magdalena (que es la hermana menor, y todo lo demás) se va a hacer penitencia. A una cueva. Treinta años.

Y allí se la encuentra seis lustros después un sacerdote cristiano que se perdió por aquellos remotos pagos. María Magdalena hacía penitencia y oración contínua, y se recogía en una cueva, donde vivía retirada de la vista de los hombres. Sucedía a diario una gran maravilla: Siete veces al día, los ángeles la trasladaban al Cielo para que asistiera al Oficio Celestial y se encendiera más su deseo de la Gloria. Entonces, Magdalena dijo al sacerdote que avisara la obispo de Aix, Maximino (el compañero de barco etc.), porque el Domingo de Resurrección siguiente iría a verle.

Así que llegó el día de Pascua, la Magdalena apareció en el oratorio del Obispo Maximino, donde escuchó Misa y recibió la Comunión Pascual. En ese momento cae extática y, yaciente al pié del altar, expira dulcemente. Al punto, todo el recinto quedó envuelto en un fragante y exquisito aroma, que duró una semana, hasta que dieron sepultura allí mismo al cuerpo de la Santa. Que siguió haciendo milagros. Después aparece en Vezelay (el cuerpo venerable de la Magdalena) sin que se explique cómo. Las cosas de los Santos y sus reliquias son así.

Como les decía, recomiendo la lectura de la Legenda Aurea, que no tiene comparación con lo que yo pueda contar, porque cuenta muchas cosas. Por ejemplo, dice que Hegesipo y Josefo (el Flavio) escribieron cada uno una historia de la Magdalena, que se han perdido las dos, como tantas cosas que se han perdido. ¡Vaya por Dios!

Pero lo más "cotilla" que cuenta, lo más crónica rosa de todo-todo-todo, es esto: Que la Magdalena y San Juan Evangelista fueron novios !!! Yes. Ita. Como lo cuento. Transcribo:

"Dicen algunos que María Magdalena y Juan Evangelista fueron novios; que cuando ya estaban punto de casarse Cristo llamó a Juan y lo convirtió en discípulo suyo, y que ella, despechada, e indignada contra Jesús porque le había arrebatado a su prometido, se marchó de casa y se entregó a una vida desenfrenada. Quienes afirman esto añaden que el Señor, para evitar que el llamamiento de Juan pudiese dar ocasión a que Magdalena se condenase, usó de misericordia con ella, la convirtió, la puso en camino de penitencia, y que al arrancarla de los placeres carnales a que se había entregado, la colmó más que a nadie de las espirituales satisfacciones que derivan del amor a Dios. Estos mismos dicen tambien que si Cristo distinguió a Juan con su amistad y le hizo saborear más que a los otros Apóstoles las dulzuras de su conversación y trato, fue para compensarle de aquellos deleites conyugales que nunca llegó a conocer, puesto que lo aportó de ellos en vísperas de su proyectada boda."

¿Qué tal? Desde luego que esta tradición del noviazgo de Juan con Magdalena debería ser un verdadero filón para los exegetas y teóricos del "método histórico". Pero como esta gente no lee los "apéndices", no se enteran de rien. De todas formas, el Btº Vorágine matiza algo lo dicho:

"Estas afirmaciones son tan frívolas como falsas. Fray Alberto (Magno, San), en el proemio al Evangelio de San Juan, escribe que la joven con la que Juan iba a casarse y no se casó porque Cristo lo llamó al apostolado poco antes de que el casamiento se celebrara, permaneció siempre virgen; y añade que, al unirse Juan a Jesús, ella se asoció con la Virgen María, en cuya compañía fue vista después por la gente, y que conservó su virginidad hasta la muerte."
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Como decía, son buenas lecturas que si no se leen no se saben. Nótese también que siendo de la época que son, son más realistas y naturalistas que las lecciones pías decimonónicas. Decimonónica era una opereta que cantaban e interpretaban mis tías abuelas: "La esclava de Magdaló". Háganse idea de cómo sería, porque la ensayaban y montaban en el internado del colegio de las Esclavas Concepcionistas. Yo me la imagino la mar de bien.
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Aunque la imaginación, cuando no va rectamente hilada, produce imágenes de la Magdalena muy distintas, hasta impropias. Se retrata el artista, como tantas veces pasa, cuando hace su obra. Por ejemplo, la célebre Magdalena del Donatello es tremenda: Una imagen dura, como un haz de sarmientos, piel y huesos cubiertos por una cabellera enmarañada. El otro extremo, el de las Magdalenas "sensuales", con un rico muestrario. A mí, de entre todas, me gusta especialmente la de Romero de Torres, recien llorada, ojerosa (el rimmel corrido), desmelenada y hembra de tronío derrumbada, una magdalena como la de la copla: "Con esos tirabuzones/que te cuelgan por la cara/pareces la Magdalena/cuando por el mundo andaba". Tal cual.
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Pero, como en todo, hay iconografías indiscutibles: Para Magdalenas pintadas, las de Georges La Tour, tan buenas que se hizo "magdalenista" de género, insuperable en ambientación, captación, introspección y sinceridad intimista. Y en escultura, la mejor entre las mejores (con perdón de Donatello) la de Pedro de Mena, que la esculpió para la Casa Profesa de la Compañía de Jesús en Madrid. Ahora está en el Prado, después de un exilio que la llevó al Museo de Escultura de Valladolid. Es un portento, una de las cumbres de la imaginería religiosa de la Escuela Andaluza-Granadina. La Magdalena penitente de Mena es una cota insuperable de expresividad, forma, inspiración, belleza y espiritualidad plástica: La cabellera, el rostro bello y enjuto-demacrado, el esterón que ciñe un cuerpo que se adivina ascéticamente hermoso, en un movimiento extático de contemplación arrebatada y concentrada. Una escultura única, desesperación (pienso) de la "modernidad" incapaz.
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Un detalle más: La iconografía extraña de la impropiamente llamada "asunción de la Magdalena" y que se debe titular, mejor, el "rapto" o el "éxtasis" de la Magdalena. Representa el momento en que los ángeles transportan a la santa al Cielo para los 7 rezos canónicos (leer más arriba); se abandona practicamente en el 1500, y luego sólo reaparece (Ribera p. ej.) en raras excepciones: Los ángeles rodean y toman el cuerpo extático de la Magdalena, estante y cubierto por larga cabellera hasta los pies; debajo se suele representar un paisaje, con la cueva y algunos atributos penitenciales, más la calavera y el vaso de las miroforas, que son los atributos más comunes.
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Bueno, pues ya está: Una píccola ofrenda a Stª Maria Magdalena en su octava, dentro de la cual se celebra la fiesta de su hermana, Santa Marta, el 29, D.m. Una costumbre muy buena esta de aproximar a Marta y María (no obstante las identidades de las supuestas identificaciones, cfr. la Legenda y los "apéndices", vuelvo a recomendar).
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Ex voto.

+T.