miércoles, 20 de febrero de 2008

Una Europa minada


En 1492, España reforzó el Ocidente Cristiano con dos hechos que satisfacían dos necesidades de toda cultura: Su estabilidad y su expansión. La estabilidad se conseguía blindando las fronteras del Mediterráneo occidental ante la historíca y nefasta penetración del Islam; costó ocho siglos (que podrían haber sido dos menos), pero desde esa fecha ese frente estaba asegurado. La expasión corrió a cargo de la gran empresa americana, una de las mayores de toda la historia, cuyo alcance, aunque evidente, todavía no se reconoce adecuadamente.

Mientras, la historia y sus historias habían dejado al descubierto el flanco oriental de Europa, amenazado desde siglos y arruinado finalmente al caer Constantinopla, pocos años antes de la toma de Granada, en aquel aciago 1453.

España y la Santa Sede terminaron también en Lepanto con el peligro de un Mediterráneo infectado de turcos y piratas, pero todo el oriente de Europa estuvo subyugado ominosamente bajo la dura férula otomana hasta el declive del la Sublime Puerta, en el XIX. Y todavía dura la resaca de aquello.

Que el criminal acretinado de Bush jr. meta la jeta en ese avispero heredado desde entonces, no me parecería mal si la bomba que estalle le reventara en su máscara de payaso yanqui. Pero la que se arme se armará aquí, a pocos kilómetros de Grecia, de Italia y de Austria, en mitad de esa antigua Yugoslavia que hoy es una Serbia desmembrada, humillada y rabiosa.

El enjambre histórico de esas imposibles fronteras con turcos musulmanes mechando la carne eslava ortodoxa, sólo se ha contenido cuando un poder fuerte les ha tenido en cintura, que es lo que hicieron el Imperio Turco durante siglos y Tito durante cuarenta años. Austria-Hungría lo intentó, pero acabó con un Archiduque heredero del Trono y su esposa asesinados, y la guerra más tremenda y letal que Europa había conocido jamás desencadenándose desde Sarajevo, en esa misma tierra que esta semana es noticia por lo de Kosovo y su precipitada, imprudente y temeraria "independencia".

Como me faltan dotes, no adivino qué pasará, pero como sé un poco de historia, me da escalofríos recodar lo que pasó. Lo que pasó tan recientemente que todavía están abiertas y sangrantes las heridas de las otras guerras de la ex-Yugoslavia. Recordar la 1ª Guerra mundial, me da más miedo todavía porque, aunque parezca un terrible sueño, las cosas que pasaron podrían volver a pasar con todos los mutatis mutandis de las circunstancias, pero quasi repitiendo la misma historia.

Yo prefiero una Yugoslavia más cristiana-eslava que turco-musulmana. Explicar todos los porqué sería tan largo como complicado. Pero el fundamental es que soy cristiano convencido, y también europeo medular. No me trago la bola de la "alianza de las civilizaciones" que inventó el mequetrefe de aquí, y creo mejor para la compleja y traumatizada ex-Yugoslavia un futuro que evolucione desde bases e instituciones cristianas que islámicas. Darle la venia a otra mini-república con la sharia optando a constitución, es activar y enterrar otra mina en ese hiper-delicado flanco de Europa.

No exculpo los horrores de la Serbia rabiosa y criminal, tan encanallada por la historia que la prostituyó y el marxismo que la adulteró, pero mis preferencias, por referencias, son estas:



Y no soy ingénuo.

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