sábado, 25 de febrero de 2012

Sor Finanzas


Seguramente, la noticia será vieja, de esas que repescan en los periódicos para rellenar titulares. De todas formas merece un comentario, porque la cosa tiene miga:

Monjas franciscanas operan en Wall Street

Como no tengo mente económico-financiera y nunca sé siquiera si tengo dinero o no, me faltan talentos/capacidades para evaluar la ocurrencia de estas avispadas franciscanas, no sé si sus gestiones son valorables y/o oportunas. Pero entiendo que eso de meterse en el mundo del pecado para gestionar el pecado, no es ni muy franciscano, ni muy católico, ni muy cristiano. Tampoco es monjil.

Si a San Francisco y a Santa Clara le hubieran dicho que sus hijas del siglo XXI estarían implicadas por voluntad pastoral (digamoslo así) y elección/opción carismática en el más reputado centro financiero de nuestro mundo, no sé qué hubieran pensado. Quizá sea esa lejanía de los carismáticos fundadores y los orígenes franciscanos lo que les genera a las franciscanas de Wall Street ese extravío: ¿Entiende sus orígenes, conocen al Poverello d'Assisi, distinguen sus esponsales con la Dama Pobreza?

Siempre ha sido una tentación de los intrépidos apóstoles de cada época meterse en el más profundo fango para rescatar almas, pero las operaciones de estas monjas parece que buscan inquietar al sistema finaciero-bancario, más que otra cosa. Probablemente esperan sacar algún fruto bueno de sus actividades, pero no sé si con ello lo que intentan es una cierto efecto testimonial o si se proponen colapsar a la banca y el mundo del capital. Sea lo que sea que tengan en mente, vuelvo a decir que me parece poco franciscano, poco católico y poco cristiano.

Para los que sostengan que el Vat.2º y sus efectos no rompieron la continuidad de la Iglesia, hechos como este plantan evidencias que dificilmente se pueden negar: Estas monjas (si es que a estas alturas se auto-reconocen como monjas) no son lo que fueron las franciscanas y clarisas de las que remotamente proceden. No ya porque no usen hábito y se hayan secularizado en sus modos de vida, relaciones y expresiones religiosas características, sino, en este caso, porque su inmersión en el mundo las desconecta de sus supuestas bases, raíces, fundamentos franciscanos.

Pero el panorama está tan descompuesto que habrá franciscanos que aplaudan la inicitiva y clarisas que estén tentadas de cerrar sus conventos e irse a un piso para articular una célula anti-capitalista como la de sus correligionarias yanquis.

El mundo de las congregaciones religiosas femeninas de los EEUU está tan perdido como no se atreven a informar los visitadores a quienes la Santa Sede les encargó hace unos años inspeccionar y elaborar un detallado documento. La situación es tan grave que parece preferirse cubrir con tupido velo los resultados del informe. Y esperar.

Esperar a que estas desconcertadas setentonas vayan extinguiéndose, ellas y sus errores. No me aprce buena 'política', pero la Iglesia se ve abocada al dilema: Si interviene con la contundencia merecida, la reacción será inmediata y la rebelión general; si deja de intervenir, el mal se enraizará más profundamente y se expandirá por más sitios:

Su orden se ha unido al Interfaith Center on Corporate Responsibility, una agrupación de decenas de órdenes y grupos religiosos que, como las Hermanas de San Francisco, han optado por el activismo como accionistas. Y su doctrina se está extendiendo, con grupos similares en Reino Unido, Suiza y Noruega. Nash y el resto de hermanas de la congregación son muy coherentes.

Si para los israelitas la tentación fue idolatrar becerros de oro, para estas modernas post-vaticanosegundistas el resorte que las mueve ya no es el desposorio divino ni la oblación salus animarum, sino los derechos humanos y el medio ambiente. Cosas veredes.

Algunos dirán que es lo mismo, que aquello hoy equivale a esto, y que si San Francisco viviera hoy emprendería una acción como esa. Y tal y tal y tal

El cuento de siempre con la devaluación y degeneración católica consecuente.

Me imagino también que alguno dirá que lo de estas poco-monjas es, al fin y al cabo, nueva evangelización.

+T.