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Porque Taizé ha sido el "marco" de esta ocasión. Tiene la justificación de que están adorando la Santa Cruz (modelo Taizé). Tiene la injustificación de que, seguramente, el Viernes Santo, en los Santos Oficios de la Pasión del Señor, ninguno de los tres, ni el cardenal-arzobispo de Sevilla ni sus dos obispos sufragáneos de Cádiz y Huelva, se postrarían de manera tan patente a la hora de adorar la Santa Cruz.
προσκυνéω es la palabra griega que significa postrarse en adoración, y adorador se dice προσκυνητης ; las dos palabras y sus derivadas tienen como etimología la palabra κuνóς/perro, porque el gesto típico de adoración era echarse por tierra, en el suelo, como un perro, en la postura que recuerda a un perro rendido con la cabeza y los cuartos delanteros a ras de suelo y las patas traseras dobladas. Así se representan a los adorantes en la iconografía oriental. En los iconos, ante la figura de Cristo Pantocrátor o Entronizado, a sus pies, suelen aparecer dos (o más) figuras prosternadas de esa guisa (basileus, patriarcas, jerarcas, etc.). En las ceremonias del Rito Romano, las postraciones de ese tipo no existen. Los fieles están de pié, de rodillas, o tendidos bocabajo en postración completa (como piden las rúbricas para el comienzo de los Oficios del Viernes Santo, o para las Ordenaciones de diáconos, presbíteros y obispos, durante el canto/rezo de las letanías). Pero esa "proskínesis" oriental no se conoce entre las posturas litúrgicas de nuestro Rito. Adviértase que es la misma postura adorante característica de los musulmanes cuando oran.
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Resulta curiosa la "atracción" de esas formas adoptadas en Taizé. Taizé es un interesante "proyecto" ecuménico. No sé cómo lo explicarán los miembros de esa famosa comunidad, pero yo supongo que cierto "vacío" ritual-devocional en el frío y severo ámbito de las liturgias minimalistas protestantes, condujo al hermano Roger, Max Thurian y aquellos primeros miembros de su comunidad a adoptar una serie de elementos de la espiritualidad y la liturgia católica y greco-ortodoxa, asimilándolas poco a poco a la "experiencia" ecuménica de Taizé. De hecho, existe una aproximación desde el protestantismo al catolicismo utilizando como "puente" el Oriente Ortodoxo. Con la Palabra, la Cruz, la iconodulía, los cantos antifonales y responsorios, ciertas formas de convivencia comunitario-monacal etc. , con todo eso se ha ido operando un acercamiento a la Iglesia que "culminó" con la todavía no bien explicada Comunión que el hermano Roger, el fundador de Taizé, recibió de manos del Cardenal Ratzinger en la Misa funeral de Juan Pablo II, una aparentemente pública confesión de su pertenencia (?) a la Iglesia Católica. Aunque ya digo que no suficientemente aclarada. No sé si el tiempo pueda desvelar (oportunamente) más datos al respecto.
Ciertamente la comunidad fundada por el hermano Roger Schutz ha navegado en una corriente "católica" desde sus orígenes protestantes. Taizé es una encrucijada en la que el "encuentro" hace que se desdibujen las distinciones y los protestantes se acerquen a lo católico, y los católicos se aproximen a lo protestante. Para algunos, una muy apreciable (y viable) realidad ecuménica. Para otros (más conscientes?) una dudosa promiscuidad con ciertos peligros anejos, conducentes a la confusión de doctrina-credo y liturgia.
Claro que todo ello late en el confuso (equívoco?) concepto de "ecumenismo" que sustenta/justifica a Taizé, para algunos el mismo que subyace (o resalta) en ciertas interpretaciones según "el espíritu" del Vaticano IIº. Adviértase que esta discusión sobre la entidad y el valor de lo de Taizé ocurre in situ en la misma Francia de la FSSPX y el cada vez más afianzado tradicionalismo católico.
De la foto que ha dado pié a este articulillo, y volviendo a ella (esta de arriba muestra la "ambientación Taizé" instalada en el susodicho Altar del Monumento) , se me ocurre comentar que la apertura de nuestros prelados al "ecumenismo" de Taizé no se corresponde con una simpática sensibilidad intra-católica.
Quiero decir - por ejemplo -que ni el Cardenal Amigo Vallejo, ni Monseñor Ceballos, ni Monseñor Villaplana han celebrado públicamente (no me atrevo a decir que ni siquiera en privado; quizá (?)) la Santa Misa en su forma extraordinaria, algo de tanto valor para significar (y realizar) la "comunión" , sobre todo después de la publicación-recepción del Motu Proprio de Benedicto XVI, tan explícitamente "positivo" en su intención de restaurar y normalizar la celebración según el antiguo Misal.
No estoy en contra, al contrario, de "experiencias" como Taizé, y de rezar o cantar con cosas de Taizé que aproximan a Taizé a la Iglesia Católica. Pero me extraña la fácil acomodación a esas "formas" (véase la foto) y las dificultades, reluctancias y/o displicencias para (o contra) lo nuestro, lo que más identificativamente podemos considerar como nuestro.
¿Resistencia a lo católico y apertura a lo extra-católico-ecuménico? Desconcertantemente, esa parece ser la actitud predominante en ciertos niveles en los que se esperarían otras proclividades y/o firmes, sólidas, constantes convicciones.
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