El nombre me gusta mucho, muy visigodo. Y la doña tiene una estampa que también me agrada, imponente, bien planchada y almidonada, de ordeno y mando, muy dispuesta, capaz y eficaz. Lo que no me gusta y me parece una equivocación es el cargo, el 'ministerio' que le han encomendado a Sor Hermenegilda, nada más y nada menos que secretaria de la Conferencia Episcopal de Sudáfrica; pueden leer la noticia aquí, en la web de la Conferencia Episcopal Católica de Sudáfrica (o, si prefieren, en el Vatican Insider, que da la noticia con este titular: Una mujer en la cúpula de la Iglesia Sudafricana )
Que es, realmente, lo que es, puesto que un secretario de conferencia episcopal es un señor que sirve a la jerarquía, trata contínuamente con la jerarquía, articula la agenda y los trabajos de la jerarquía y la jerarquía llega a depender de su labor en tanto en cuanto el secretario de la c.e. es el gerente de los asuntos de la conferencia de los obispos, una especie de encargado de todo. Por eso suele ser oficio desempeñado por un sacerdote al que más o menos pronto/tarde se le promociona al episcopado, bien como titular in partibus, o desde la secretaría sale nombrado para obispo de alguna diócesis.
Es el curriculum, por ejemplo, de nuestro Martinez Camino, por citar a un bien conocido secretario de conferencia episcopal. Es un cargo para gente trabajadora y capaz, no apto para incompetentes; pero es un puesto muy ambicionado por la cantidad de recursos y posibilidades que brinda.
Cuando una mujer arriba a un oficio de ese nivel, por el status jerárquico en el que ese oficio se inserta, la lectura del hecho puede ser muy equívoca; verbigracia, el mismo titular del Vatican Insider, que da la noticia con cierto tono (intencionado o no) 'feminista', como si el nombramiento de Sor Hermenegilda supusiera algo más, una especie - digamos - de primer desembarco de la mujer en la Jerarquía, no con carácter sacerdotal, pero sí con evidente 'nivel' de función quasi-jerárquico. La confusión está servida.
Como anécdota co-ilustrativa referiré un caso que presencié hace unos años: Nombraron director de un secretariado diocesano de pastoral seglar a un laico, un señor casado y con hijos. Era un tipo discreto, de poco relieve, pertenecía a un minúsculo movimiento, un instituto secular de provincias; era un desconocido, conocido solamente por el que lo promovió, aceptado por los demás con los que iba a relacionarse porque a nadie le importaba ni el cargo ni el sujeto. Pasó un curso, con sus correspondientes reuniones, emisión de circulares, presentación en algunos foros/escenarios, etc. En el segundo año de su encargo, fue invitado a una mesa redonda ocasional, en la que iba a tratarse/discutirse uno de esos tópicos vaticanosegundistas, "Actualidad de los seglares: Su papel en la Iglesia de hoy", o algo así, uno de esos títulos para uno de esos obligados tostones mortificantes de 8'30 de la tarde. Asistieron los que no tenían mas remedio que estar, los sufridos inexcusables. Yo estaba entre ellos. En esos sitios, suelo buscar un asiento lo menos visible que pueda; a veces me toca a mí decir algo, presentar, o sentarme en la mesa del estrado, dando un toque de severo y sacro tono, solemne (me sale muy bien); sea lo que sea, en cuanto termino mi parte de escenario o me siento en mi rincón disimulado, lo que suelo hacer es abrir el Breviario (para cumplir horas no rezadas o para adelantar las del día siguiente) o ponerme a rezar el Rosario, depende de si hay luz suficiente (entonces breviario) o no (entonces rosario). Estaba yo en una de estas dos piadosas devociones, no recuerdo cual, cuando oigo con estupor que el laico director del secretariado seglar está diciendo esta majadera enormidad:
- "...Porque yo mismo soy 'jerarquía', porque presido un secretariado episcopal, por encargo del Sr. Arzobispo, con nombramiento suyo, y en el organigrama diocesano tengo un encargo superior al de, por ejemplo, un párroco..."
Recuerdo que interrumpí la bravata con un ¡¡¡ejem-ejem-ejem!!! todo lo impertinente que pude y, con mucho ruído, levanteme y fuíme del salón con aire. Vanitas vanitatum (mea ipsa, etiam).
Volviendo a la Sor Secretaria: Si no hay curas en Sudáfrica para ser secretario de la c.e. del lugar, será que no lo encuentran porque no lo quieren, ya que tiene que haberlos, aunque fueran media docena los curas sudafricanos, que serán más.
Siendo Sudáfrica una sociedad de mixta religione, con constantes contactos ecuménicos, tan proclives a las promiscuidades, teniendo 'clérigas' los anglicanos y siendo esta una de las más notorias novedades de lo que llevamos de siglo, la lectura/interpretación que se le dé al nombramiento de Sor Hermenegilda será, dadas las circunstancias, doble, triple, cuádruplemente equívoco. Para propios y extraños.
En España, no hace mucho, creo recordar que el nefasto Don Juanmari Uriarte nombró a una doña para secretaria-canciller de su obispado, el muy insensato (me parece que escribí comentando algo a propósito, a ver si lo encuentro y lo pongo de enlace, para complementar). El caso es que, por aquí y por allá, las astutas serpientes dan sopas con honda a las cándidas palomas. Y conste que no lo digo en demérito de la formidable Sor Hermenegilda, sino como censura (cañazo material, si pudiera) a sus promotores mitrados.
A ver si no cunde el mal ejemplo y se queda Sor Hermenegilda como exótica excepción, solamente ella.
Y a ver si no es tentada para aspirar a más y correr el escalafón.
Oremus!
+T.