Cuando era niño a Belén yo iba
cantando y tocando pitos y un tambor
al compás alegre de los villancicos
viéndolo todo con fascinación:
El buey y la mula en el pesebrito,
San José, la Virgen y el Niño de Dios
la estrella luciendo plateada en el cielo
de papel pintado de azul con el Sol
arriba colgado con tanza de seda
y una bombillita de luz. El calor
de la lumbre con los pastorcitos
sentados -cuatro cinco - en su derredor
mirando pasmados al Ángel del Cielo
que les anunciaba que nació el Señor.
Y aquel escenario de corcho y lentisco,
romeros y jaras, telas y cartón
eran Evangelio que un niño veía
y viendo creía tan simple visión
cual si el mismo Ángel a mi me anunciara
como a los pastores que Cristo nació.
.... .... .... .... .... .... .... .... .... .... .... ....
Después, con los años, se enturbió la vista,
y no se veía tan limpio el telón
aquel pintado de azul con estrellas,
ya no había bombilla que hiciera de sol.
Los pastorcitos se fueron rompiendo
cabezas y piernas que nadie pegó,
la mula sin patas, el buey sin los cuernos,
todas las ovejas desaparecieron,
de los angelitos sólo uno quedó.
La Virgen María perdió su corona,
San José su varita rematada en flor;
los Magos de Oriente también se rompieron,
la Estrella que siempre la chacha envolvía
en papel de seda un día se oxidó
y alguien tiraría con los paños viejos,
los corchos, las tablas, el pito, el tambor.
Tan sólo quedóse en su cuna el Niño
Jesús que mi madre en su alcoba guardó.
La casa vendida, los cuadros antiguos
que siempre colgaban en el gran salón,
hasta los recuerdos se fueron borrando
y también el alma que las cosas tienen
y dan a las casas olor y calor.
,,,, .... .... .... .... .... .... .... .... .... ....
Ahora recupero aquellos tesoros
del Belén perdido y cuelgo aquel sol
de oropel y estrellas de papel plateado,
montes de corcho, valles de cartón
de verde pintados, y pongo ovejitas
con cinco pastores con su candelita
y el Ángel que anuncia que Cristo nació.
Y cuando en Diciembre el cura se viste
de rosa un Domingo y cantan la O
de antiguas antífonas, resuena una voz
muy dentro, muy hondo, en m corazón
y saco a la Virgen, San José y el Niño
con mucho cuidado de un viejo cajón.
Y pongo el Belén, más simple, más pobre
que aquel Nacimiento de mi casa. Yo
que tanto he perdido, que tengo tan poco
de aquellos que hoy mis lágrimas son,
recuerdos mecidos por la leve brisa
dulce y enmelada de la evocación,
renuevo rezando, temor y temblor,
el Santo Pesebre donde reclinó
la Virgen María, envuelto en pañales
a Jesús, su Niño, el Hijo de Dios.
Y también, yo sólo, canto villancicos
y beso mil veces los pies del Señor.
+T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario