miércoles, 14 de enero de 2015

Educar hijos felices


Hace poco que han publicado en el ABC una pequeña entrevista a un profesor de filosofía de - creo recordar - la Universidad de Barcelona, D. Gregorio Luri: 'Los padres que quieran hijos felices tendrán adultos esclavos de los demás':


"...Estoy empezando a pensar que hay un sector de educadores postmodernos que se han convertido en el aliado más fiel de la barbarie, que lo que hacen es ocultar la realidad y sustituirla por una ideología buenista, acaramelada, y de un mundo de «teletubbies». Personalmente, me resultan más atractivas la valentía y el coraje de afirmar la vida. Tenga usted un hijo feliz y tendrá un adulto esclavo, o de sus deseos irrealizados o de sus frustraciones, o de alguien que le va a mandar en el futuro. Personalmente, me resulta mucho más atractiva la valentía, el coraje de afirmar la vida. Algo que ha sido, por otra parte, la gran tradición occidental desde Homero hasta hace dos días: Querer a la vida a pesar de que esta es injusta, tacaña, austera. No querer a la vida porque encontramos la forma de diluirnos todos en un acaramelamiento que hasta me parece soez. Ahora la felicidad se entiende como un recorte de las aspiraciones (...)

Hay que tener claro que lo contrario de la felicidad no es la infelicidad, es la realidad. Hay que asumir la complejidad del mundo (...) cuando nuestros hijos salgan al mercado, la sociedad no les va a medir por su grado de felicidad, sino por aquello que sepan hacer, que es exactamente lo que se le pide a las personas con las que nos relacionamos. Cuando vamos al dentista, no nos importa que sea feliz, sino que sea profesional en lo que hace (...) "

Se agradecen artículos interesantes de gente bienpensante. Pero extraño la ausencia del concepto sobrenatural si se habla de felicidad. Cuando Aristóteles hablaba de felicidad enseñaba que el hombre es feliz cuando satisface su más alta potencia, que es la inteligencia; a más alto saber, más felicidad. Y cuando los cristianos entendemos eso, damos un paso más allá, mucho más allá, y enseñamos que la felicidad parcial que el mundo nos proporciona sólo se completa/perfecciona y satisface verdaderamente con el goce de Dios.

Comprendo que a un filósofo del s. XXI le cueste siquiera aludir a la 'visión beatífica', pero me resulta enormemente empobrecedor enseñar que educar es hacerse cargo de la realidad sin perspectivas de más realidad que la que vemos (o sufrimos). Un cierto fatalismo pagano (?) late en la tesis de educar para ser competentes con lo que te toque, y nunca ni nada más.

Leí el articulete entrevista con interés, como he dicho. Me gustó la inclusión de la anécdota de Creso atormentado recordando en la pira a Solón. Recordar y citar a los clásicos greco-latinos es un exquisito detalle que siempre complace; además es una referencia a una de las fuentes de nuestro pensamiento, perenne escuela, muy dañoso cuando se ignora. Pero mientras leía me acordaba de otros posibles discursos cristianos, empapados en la sabiduría de la Fe, viniéndoseme a la cabeza el P. Alonso Rodríguez y su 'Ejercicio de Perfección', con lo que dice sobre este tema:

'Que esta perfecta conformidad con la voluntad de Dios es una felicidad y bienaventuranza en la tierra'

También ameniza el P. Rodríguez lo que expone con una cita de los clásicos por medio de San Agustín, que contaba sobre los que subían a las cumbres del Olimpo llevando una esponja con agua puesta en la boca y la nariz para poder condensar y respirar el sutilísimo aire del monte de los dioses, y llegados allí escribían en las piedras con la punta del dedo, y cuando volvían tiempo después encontraban lo escrito intacto, sin que el viento o el agua o la nieve lo hubieran borrado, tal era la serenidad de aquellas cimas. Y concluye:

"...los que tienen esta conformidad entera con la voluntad de Dios 'nubes excedit Olympus et pacem summam tenent', hanse subido y levantado tan alto, han alcanzado ya una paz tan grande, que no hay nubes, ni vientos, ni lluvias que lleguen allí; ni hay aves de rapiña que salteen ni roben la paz de su corazón".

Y sigue diciendo que por eso predica San Agustín que el 'beati pacifici' de la 7ª bienaventuranza se refiere a esto mismo, pues son dichosos y son llamados 'hijos de Dios' por su conformidad con la voluntad del Señor.

Conclúyase, pues, que la mejor educación de un padre para sus hijos es formarlos en la conformidad con la Divina Voluntad, algo que, siendo sobrenatural, deberá procurar a la vez con ciencia, ejemplo y súplica, rogando al Espíritu Santo que infunda esa sabiduría preciosa en sus almas.

La filosofía con la Fe es scientia perennis, la mejor docencia.


+T.