viernes, 5 de diciembre de 2008

Patriarca de todas las Rusias

La muerte del Patriarca de Moscú, Alexis II, es un acontecimiento eclesial, plenamente eclesial. Porque la Iglesia Ortodoxa Rusa es Iglesia. Lo de "cismática" es una consecuencia remota del desgraciado Cisma que en mala hora ocurrió. Cuando el Confíteor, el "mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa" lo rezamos todos, desde el Papa al monaguillo y la beata. No sé si me explico. Pues la culpa, la culpa, la gran culpa existió y tuvo protagonistas (por su culpa, por su culpa, por su gran culpa). Nosotros, a casi mil años de distancia, pagamos todavía aquellas culpas. Y los de hoy, no son culpables de no volver si nacieron y se educaron con 10 siglos de rencores a cuesta. La gracia obra milagros, pero los pecados dejan heridas que a veces se vuelven llagas crónicas, supurando rencores con 1000 años de infección.

El verdadero (y viable) ecumenismo tiende a la restauración de la comunión plena con las Iglesias Orientales. Lo otro, el "ecumenismo" en relación con las confesiones protestantes, es más que nada un intento por no empeorar las cosas y mantener un mínimo credo doctrinal cristiano identificable. No puede haber más, aunque algunos pretendan que haya lo que no puede ser, porque sólo cabe la conversión, tan dificil a estas alturas, cinco siglos después de las desgracias luteranas y las otras, que son herejías subsistentes, con toda la pars sana que se quiera, pero incompatibles con la integridad del Dogma y la Fe Apostólica.

Rusia es mucho para la ortodoxia, y no en vano se la reconoció como cabeza de la Ortodoxia, después de la debacle bizantina. Y eso ha sido. El honor del Patriarcado Constantinopolitano no oculta la gloria esplendorosa del Gran Patriarcado de Moscú. Todo habla a su favor, hasta el arte que raya lo sublime con la iconografía rusa, heredando (y superando) en expresión y estilo el arte sacro de la antigua iconodulía oriental. Como tantas veces, la cultura corrobora un hecho espiritual con la Iglesia como fundamento: Los dones y gracias irrevocables del Espíritu, derramados profusamente y con frutos contrastables, son apreciables en sumo grado en la Iglesia Rusa.

¿Una "reserva espiritual"? También, y de primerísimo orden. La Rusia Ortodoxa que sobrevivió al ominoso régimen asesino del Partido Comunista y su programa anti-cristiano y ateo-militante, se desvela en la historia contemporánea con una prodigiosa vitalidad, capaz de reconstituirse y resurgir como una de las grandes fuerzas cimentadoras del carácter de la Rusia post-marxista. Quizá de manera muy decisiva, y con evidente vocación de más. El siglo dirá, pero la firmeza de la Iglesia Ortodoxa en Rusia es un hecho.
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El difunto Patriarca Alexis ha representado durante veinte años el rostro arisco de los ortodoxos frente Roma, y muy particularmente frente a Juan Pablo II. A pesar de las incómodas tensiones, hay que reconocerle al ruso que mantuvo el pulso a su "antagonista", dos eslavos frente a frente. Entre un estonio Patriarca de Moscú y un polaco Papa de Roma, las cordialidades son tan dificiles como enormes son las sombras del pasado (póngasele a la escena música del Alexander Nevsky de Prokofieff alternando con una polonesa de Chopín). No podía haber simpatías. Aunque nunca faltó buena voluntad, más desde Roma (por lo menos, desde Roma). Al expirar, Juan Pablo II dejó sin cumplir un viaje apostólico, uno de los más deseados. No fue a Rusia porque Alexis no le dejó.
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Estamos con la cruz a cuestas de la historia antigua, la historia medieval y, para postre, la canallesca herencia comunista del archi-criminal Stalin, sin cuyas atrocidades y atropellos no se entieden los actuales lotigios entre ortodoxos y católicos en Ucrania y otras regiones de la vieja Rusia. Muchos tráumas y pocos alivios.

Aunque algunos pacatos se irriten al ver a Benedicto XVI junto a Bartolomeos de Constantinopla, la historia es irreversible y el que tenga ojos y oídos verá y oirá...a no ser que sea sordo y ciego ; o, en el peor de los casos, quiera hacer como si no viera o no oyera.

Yo gozaré el dia en que el Patriarca Moscovita baje a Roma. Y más, mucho más, el dia que el Vicario de Cristo sea recibido en Moscú y bendiga a la Gran Madre Rusia. Todo eso que con Alexis no ha podido ser.
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Oremus et pro Alexis, Patriarcha et Antistes Ecclesiae Domini.
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Y pidamos por el Sínodo que va a elegir a su sucesor, y por el que sea electo: Ut omnes unum simus (cum Petro) in Xtº.
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+T.