sábado, 4 de junio de 2011

Nuevas jerarquías representantes


Repito de vez en cuando que no soy aficionado a coleccionar obispos; quiero decir que no suelo llevar una guía who is who, sino que sólo conozco, identifico y silueteo a los jerarcas más cercanos y a los más conspicuos, así como a los peores y a los pocos optimi que hay. Por supuesto, atino cuando me trazo un perfil, que puedo modificar o corregir en detalles, pero me suelo hacer concepto bastante justo de los sujetos.

Por ejemplo de este nuevo vip de la Curia Vaticana, el tercer hombre, el Sustituto de la Secretaría de Estado recien nombrado: Giovanni Angelo Becciu. El otro día contaba Andrea Tornielli en su blog que este nuevo Sostituto es focolarino, de los focolares, de los focolari de Chiara Lubich.

Los focolares son uno de los movimientos más identificativos de las tendencias del catolicismo post-conciliar, quizá el que más. Nacido de una experiencia muy personal de su fundadora, lleva el sello de una espiritualidad de inspiración cristiana con vocación de apertura a todo, una especie de reconocimiento-adopción del projimo más extraño, cuanto más distinto más atractivo. Con una trayectoria in crescendo, en el sentido que acabo de decir, de la comunicación-comunidad con personas y círculos calvinistas y luteranos europeos, se ha ido pasando a una especie de encarnación comunitario-afectiva-efectiva del espectro de Asís. Quizá me explique mejor con unas fotos de muestra. Vean ustedes:



Esa es Chiara, en fotos tomadas en los 15 últimos años de su vida. ¿No les recuerda a ustedes a alguien, a algún personaje mayor, a algún reciente beato? Es curiosa la mímesis, o la coincidencia, ¿verdad?

La galeria fotográfica de sus exequias, refuerzan la impresión: En su funeral, celebrado por el mismísimo Cardenal Secretario de Estado Tarsizio Bertone, en la Basílica de San Pablo Extramuros, destacaban en primer plano, en asientos de protocolo, representantes de todos los credos cristianos y de todas las religiones exótico-paganas. Muy colorista, muy juanpablista.

Hubo celebraciones in memoriam, Misas y sufragios por todo el mundo. En Uruguay, lo celebraron así (pongo el youtube como muestra, para que se me entienda, por eso de que una imagen vale más que mil palabras):



Pues de este corte y estilo es la espiritualidad de ese que dicen es el tercer hombre del Vaticano. Concluirán conmmigo que la confusión no sólo vive y reina, sino que se hace fuerte, se instala, progresa y abre vías de futuro, horizontes para el porvenir.

En su articulete, Tornielli comenta que si Bacciu es focolarino, el hasta ahora Sostituto, Fernando Filoni (recien nombrado Prefecto de la Congregación para la Evangelización), es reconocido como neocatecumenal, de los kikos de Kiko, nuestro Kiko Arguello, otro fenómeno del post-concilio y el juanpablismo. No se dirá, pués, que no están bien representados en la cúpula de la Jerarquía todos los representantes de todas las tendencias, todas las fuerzas. Y no cito a todas, obviamente.

Antes, en otras circunstancias, en otra época, quienes se daban tortas por tener un Cardenal en la Curia eran las órdenes religiosas (franciscanos, dominicos, agustinos, carmelitas...etc.); después también hubo cardenales jesuítas, teatinos, filipenses...Ahora lo que hay es esto porque esto es lo que hay. Realismo católico-eclesial puro y duro, para cascar las narices de los ilusos que se dan de bruces contra la evidencia, tan evidente como contundente.

¿Hasta cuándo? Hasta que Dios quiera. Una de las mejores cosas anejas a nuestra condición terrena es la mortalidad, que impone, velis-nolis, la obligada renovación de personas y oficios, si no por voluntad de mejoría sí por la fuerza mayor del obituario.

No quiero decir con esto que estemos a la espera de que den tierra a esta generación, no, ni muchos menos. Entre otras razones porque esta - nos guste más o menos o la detestemos -  es nuestra generación, y cuando ella pase, nosotros pasaremos también con ella.

Pero conste nuestra inconformidad, para que no se nos acuse de conformistas, para que nadie diga que no hablamos, que no gritamos, que hemos ocultado nuestra queja y no señalamos la enfermedad, que tapamos la llaga y no la enseñamos.

Por otra parte, no nos anclamos en esperanzas humanas, convencidos como estamos de la grave verdad del Profeta: "...maledictus homo qui confidit in homine et ponit carnem brachium suum et a Domino recedit cor eius/Maldito el hombre que confía en el hombre y en la carne pone su fuerza y aleja su corazón del Señor".

Pero, con la paradoja del Misterio, más fuerte que los versículos del Antiguo Testamento, llevamos grabado en el alma lo más nuevo y definitivo: Que "... Verbum caro factum est et habitavit in nobis/la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros". Desde esta verdad, todo lo esperamos en Aquel que nos conforta. Y esperamos todo, 'un cielo nuevo y una tierra nueva'. Por eso nuestra expectativa, tan grande, no se abate por las ruindades de los hombres.

Aunque sabe Dios que, mientras esperamos y guardamos la lámpara encendida, sufrimos por su Iglesia en su Iglesia.

+T.